Depende de la obra. Ahora escribo una que si bien tiene algo de humor, posee un tema sórdido y agresivo que me disgusta. No la he disfrutado tanto, pero sí la he sufrido por su fuerza. Cuando escribo poesía es sobre mi mundo interior. Si es algo doloroso, estoy sintiendo de nuevo esa aflicción. Es el dolor creativo el que me mueve de alguna manera, y es una curación también.¿Cómo comenzaste a hacerte de un nombre en el campo de la literatura?
Recuerdo que lo primero que comenté fue La Ilíada del Teatro de Los Andes, vi la obra y quise escribir algo al respecto. Tenía 21 años, fue un comentario y lo mandé a un periódico y lo publicaron. Al año fue el Fitaz y escribí varias reseñas para ese mismo periódico, hice unas diez acerca de las obras. Luego me presenté al Concurso Nacional de Poesía Yolanda Bedregal en 2005 y gané.
¿Cómo son tus procesos de creación?
Largos. En el primer libro me demoré diez años y en el segundo, siete. Yo creo más en los ciclos creativos y ciclos de cosecha, para mí es así. Antes me sentía culpable por no escribir constantemente. Creía en esa sabiduría de los escritores que dicen que no existe la inspiración, sino el trabajo duro. Pero ahora yo creo más en los ciclos creativos y ciclos de cosecha. Tengo etapas en las que escribo todos los días. Luego reviso, corrijo y trabajo lo ya escrito, luego paso a la cosecha, que es la publicación y la presentación, que es algo hacia afuera. ¿Vives de tu arte?
Yo soy comunicadora social y también hago traducciones. Estudié la carrera porque pensé que podía ayudarme a complementar lo que yo soy, que es ser escritora. Desde julio que estoy viviendo de las dos obras (El crimen y El pacto, que ha escrito y en cuya puesta en escena funge de productora) y nos ha ido bastante bien. Es la primera vez que lo hago en mi vida porque siempre combiné mis trabajos.
¿Sientes que ya tienes un público ganado?
Sí, es increíble, les gusta lo que les propongo. Yo pienso en el público cuando escribo. Quiero mover a las personas, emocionarlas, porque siempre tengo historias que contar. Cuando escribo no busco las respuestas y, si uno de mis personajes da una respuesta, a los cinco minutos se contradice y hace que el público se pregunte muchas cosas. Para mí, la contradicción es la esencia del ser humano y de los personajes que yo creo.
Tus protagonistas siempre se llaman Alicia, ¿existe una fijación con el nombre?
No sé. El primer libro de poesía se llamaba Alicia y ¿por qué? no sé. Sonaba bien y de ahí en El crimen es Alicia y en El pacto, también. No sé qué es, para mí no se podrían llamar otra cosa, no sabría explicarlo. Si les pongo otro nombre, les estoy mintiendo. Ellas me dice cómo se llaman.
¿Cómo haces para combinar la maternidad con el trabajo de artista?
Es complicado y la única manera en que funciona es cuando tienes como pareja a un hombre totalmente liberado. Tengo un esposo que quiere compartir esa tarea de ser padre, es mi compañero en todos los sentidos y no crío a mis hijos sola. Entre los dos nos apoyamos y así puedo hacer lo que hago. Las mujeres tienen que liberarse de eso de querer hacerlo todo ellas solas. Tenemos que darles a los hombres la responsabilidad de ser los que den abrazos, cariños, de que cuiden, nutran, etcétera. En mi caso, los dos impartimos disciplina y damos amor.
El mundo de Camila
Esta noche, a las 20.00, en función única en el Teatro Municipal (Genaro Sanjinés esq. Indaburo) se verá El pacto, obra escrita y producida por la dramaturga. La dirección está a cargo de Fernando Arze y actúan Bernardo Peña y Andrea Ibáñez. Los domingos 8 y 15 de diciembre se presentará El crimen, con Claudia Coronel y Fernando Peredo. Será a las 20.00 en El Desnivel (Sánchez Lima 2280, Ed. Da Vinci, Planta Baja).
El perfil
Es comunicadora social y tomó su primer curso de dramaturgia en 2009. Luego escribió y dirigió su primera obra Piedra, papel y cuerda. Tras participar en varios talleres de actuación y escritura teatral en Bolivia y el extranjero, en 2011 presentó el texto de El crimen y este año presentó la puesta en La Paz, obra que tendrá una versión en Madrid. Está casada y tiene dos hijos, de ocho y diez años.
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