¿Cómo nació tu pasión por el diseño?
Crecí en entornos muy creativos. Mis padres me inscribían en clases de artes plásticas y música. El día que tomé un curso de diseño mediático entendí que el proceso de diseño no solamente se aplica a objetos, sino también a plataformas interactivas, festivales, eventos, planeamiento urbano, intervenciones en espacios públicos, turismo, etc.
¿Cuáles son tus curiosidades artísticas?
A nivel profesional me es gratificante explorar trabajos en producción audiovisual, documental, musical y videoarte, además de la realización de experiencias creativas, como festivales que desarrollen nuevas narrativas, aborden temas de educación y género, y planteen la apreciación de una estética más orgánica y compatible con el medio ambiente. Siempre me nutro de propuestas creativas que utilizan medios de expresión, sean low tech o high tech (tecnología simple o sofisticada), cualquiera que ayude a mejorar la comunicación y que le dé alma a una situación, ayude a abrir diálogo en la sociedad y proponga alternativas para vivir bien y de manera sustentable.
¿Cómo comenzó el Mercadito Pop?
Cuando llegué a Bolivia, me costó mucho reintegrarme al sistema. Vi que aquí se da poca atención al desarrollo artístico, creativo, cultural y que apenas se toca el concepto de economía creativa. Me junté con unas amigas artistas y artesanas para participar y organizar ferias pequeñas. Pero siempre sentí que algo les faltaba. Ahí caí en cuenta de que no se le daba importancia al diseño, a la creatividad ni al valor agregado que estos productos merecen tener con respecto a la artesanía genérica.
¿Cómo ves el mercado para el diseño y la cultura alternativa en Bolivia?
Está súper limitado. Por un lado, el concepto de diseño apenas se toca. La educación sobre éste en las universidades se limita al de moda, al gráfico y al de interiores. Tampoco se profundiza en el aspecto de la funcionalidad que el diseño le da a las cosas, a las actividades, a todo. Sobre el mercado de la cultura, por mucho tiempo se ha limitado a lo folklórico. Ahora está con ganas de cambiar, pero todavía no lo logra, porque a nivel institucional no hay un entendimiento básico. Para que haya cultura tiene que haber dinero; si hay cultura, entra plata. Esta noción viene de la economía creativa, el paraguas que acoge a las industrias culturales.
¿Cuáles son tus influencias?
Mis más grandes influencias, aunque suene cliché, son mi padre y mi madre. Mi padre es Jesús Durán, músico y compositor. Y mi madre Cecilia, es mi maestra, quien desde que era niña me enseñó a ver el arte como una herramienta de expresión y de terapia. Otras influencias que tengo son la cantidad de amigos y amigas creativos que tengo esparcidos por el mundo, que siempre están ahí, haciendo de las suyas e inspirándome. De las cosas que más me gustan están la música, propuestas de arte sonoro, los híbridos entre cine documental y el cine ficción, cocinar, coleccionar cuentas para hacer joyas, ir de cool hunting (buscar tendencias), ver y hacer videoarte, artes electrónicas, festivales, fiestas y ferias.
El Perfil
Es consultora audiovisual, produce eventos multimedia y es artista. Estudió antropología, cine y artes mediáticas en EEUU. En paralelo tomó clases de artes visuales, música, etnomusicología, danza contemporánea, videoarte y actuación. Vivió en Nueva York por cuatro años, hizo una maestría en cine y artes mediáticas en la New School. Es una de las creadoras del Mercadito Pop.
Feria y cultura alternativa
El Mercadito Pop nació en 2012 como una plataforma artístico-cultural. Promueve la microeconomía creativa, el arte y diseño independiente local. Apunta por una estética arte pop y arte urbano, incorporando aspectos del imaginario boliviano. En 2013 se expandió por Cochabamba y Santa Cruz y cerrará su exitosa gira en La Paz, del 21 al 24 de diciembre en la calle 10 de Achumani 135.
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