Entre las numerosas actividades artísticas programadas para la inauguración del nuevo edificio de la Cinemateca Boliviana, la más esperada y significativa nunca sucedió.
Era la noche del martes 30 de octubre de 2007 y Norma Merlo, uno de los pilares de esa institución, yacía indispuesta en la cama de un hospital.
“Fue como perder a un hijo para tener a otro”, afirma la actriz que aquella noche debía recrear su famoso sketch en el que imita a Charlot, el icónico personaje de Charles Chaplin, como homenaje al cine y a la Cinemateca.
Sin embargo, el acto nunca se realizó debido a que, según afirma Merlo, la alegría por la apertura del nuevo edificio no pudo con la pena que le produjo el abandono de “la vieja Cinemateca” -la de la Pichincha e Indaburo- y su cuerpo pagó las consecuencias.
Así de intenso es el vínculo que une a Merlo con la Cinemateca Boliviana, una institución que, junto a Pedro Susz y Carlos Mesa, construyó y sostuvo por más de 30 años desde sus humildes inicios en una sala de la Casa de la Cultura.
Precisamente por esta labor y por su invaluable contribución a las artes escénicas, el próximo miércoles Merlo recibirá el premio Semilla del Cine por parte de la Fundación Cinemateca Boliviana que, con este homenaje, busca reconocer el esencial aporte de esta actriz al cine y al teatro bolivianos, durante casi cuatro décadas de trayectoria.
Los inicios
Nacida en Argentina en 1934, Norma Merlo llegó al país en 1975 y casi de inmediato comenzó a trabajar en la Cinemateca junto a su esposo, Pedro Susz, y su amigo Carlos Mesa.
En aquella época, la Cinemateca funcionaba únicamente los martes en una de las salas de la Casa de la Cultura, pero poco a poco, y con el impulso de sus fundadores , comenzó a crecer y tuvo que trasladarse a una sala cinematográfica instalada en el colegio San Calixto.
“Al principio fue un trabajo duro, pero también muy lindo porque me fui dando cuenta de cómo la Cinemateca fue entrando en el corazón de la gente que cada vez iba más y le tomaba más cariño”, recuerda Merlo con un dejo de nostalgia en la voz.
Durante esos primeros años ella se encargaba, según cuenta, “de las cosas que Pedro y Carlos no hacían”, es decir, de los archivos y las cosas de oficina “porque de cine, yo no sabía mucho”.
“Norma hacía una labor fundamental y muy sacrificada, desde las cuestiones más básicas como vender boletos hasta la difusión en los medios”, rememora Susz, y afirma que “sin la labor de Norma nada de lo que se hizo hubiera sido posible”.
En el mismo sentido, Carlos Mesa precisa que si bien Merlo trabajó desde el primer día como secretaria general de la Cinemateca, “su aporte no se reduce a una labor específica, sino que su impulso moral y su fuerza de espíritu fueron extraordinariamente importantes en todos los ámbitos”.
“Fue una labor que requirió temple, dedicación y sobre todo amor, y ella la cumplió de manera extraordinaria... Ella fue el alma de este proceso”, agrega el historiador y ex presidente.
Una valoración y estima similar tiene el cineasta Antonio Eguino, quien afirma que Merlo apoyó desde el comienzo “la causa de la Cinemateca, especialmente en las épocas malas”.
Reconocimiento
“Me han dicho que soy la semillita de la Cinemateca y eso me ha gustado mucho”, confiesa Merlo sobre el reconocimiento que recibirá este miércoles por parte de la institución que ayudó a crear.
Pero los reconocimientos siguen. Mela Márquez, actual directora de la Cinemateca, afirma que “doña Norma además de una gran actriz que recorrió el teatro y la gran pantalla, estuvo firme en la creación de la Cinemateca, junto su esposo Pedro Susz”, por lo que adelantó que en el homenaje se proyectarán algunos cortos y documentales protagonizados por la actriz.
“La Cinemateca es muy especial para mí. Sé que no está tan bien ahora, ojalá que no pase nada malo porque es un logro que ha costado mucho a muchas personas, y ahora mismo hay mucha gente que está trabajando muy duro por ella”, concluye Merlo.
Los inicios de una singular actriz
Nacida en una pequeña localidad argentina, Norma Merlo se trasladó muy joven a Buenos Aires, donde creció y trabajó, por casi 20 años, en la empresa Standard Electric. Ahí se unió a un elenco artístico de la empresa para luego formar parte de la escuela Nuevo Teatro de Pedro Asquini y Alejandra Boero.
En 1974, mientras formaba parte de una comunidad artística, conoció al crítico de cine Pedro Susz, con quien se casó en Bolivia en 1975. Desde entonces, jamás se separó del teatro ni del cine bolivianos.
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