Angustiado, cuestionado y cuestionador, también irreverente. Ésas son las palabras a las que acude el actor David Mondacca para describir a Felipe Delgado, el personaje de la novela del mismo nombre escrita por Jaime Saenz. “Un buscador del sentido de la vida. Alguien que se pregunta constantemente por qué estamos aquí, por qué las cosas son así”, dice. Y a ese personaje, precisamente, es a quien da vida en la obra titulada Aparapita, una adaptación teatral de la novela del escritor paceño que se estrenó ayer, 8 de octubre, en homenaje al natalicio de Saenz (1921-1986) en el Teatro Municipal.
No es la primera vez que Mondacca toma personajes y textos del escritor paceño para un montaje teatral. Desde que éste murió, en agosto de 1986, Mondacca ha desarrollado y cultivado una particular empatía con la obra y con el mundo del autor de Recorrer esta distancia y La noche. Al respecto, Luis H. Antezana J., crítico literario y estudioso de la obra de Saenz, sostiene que “el encuentro entre Saenz y Mondacca ya parece parte de un destino común, de las dos caras de una misma moneda”.
El actor durante años representó fragmentos de diversas obras de Saenz, hasta que en 1997 montó con ellos un espectáculo teatral al que bautizó No le digas. Esa pieza, interpretada íntegramente por Mondacca, desde entonces ha recorrido exitosamente escenarios del país y del extranjero. Luego trabajó en adaptaciones de dos relatos de Saenz, Santiago de Machaca y Los cuartos. Y ahora dio un ambicioso salto: llevar a las tablas a su personaje emblemático: Felipe Delgado. La obra teatral, explica Claudia Andrade, productora y directora de la puesta en escena, no abarca, sin embargo, la totalidad de la voluminosa novela (casi 700 páginas) sino momentos clave de cuatro capítulos de la primera parte, a través de los cuales se pretende trazar un retrato del personaje y de su aventura vital. Esa aventura o esa búsqueda de Delgado transcurre, de la mano del alcohol, a principios de los años 30 en ciertas zonas marginales de la ciudad de La Paz y, especialmente, en la bodega de Corsino Ordóñez, un recóndito y oscuro lugar donde se reúnen a beber los aparapitas. En esa bodega y en la compañía de esos aparapitas es donde Delgado encuentra el espacio propicio para preguntarse por el misterio de la existencia y por el misterio del mundo. De ahí proviene, precisamente, el título que Mondacca ha puesto a su pieza teatral.
Para el autor de la adaptación, en el fondo, su obra es una provocación o una invitación a leer la novela. Por ello, su título completo es Aparapita. Para leer Felipe Delgado de Jaime Saenz. En este punto cabe decir que, a lo largo de los años, las piezas teatrales de Mondacca han contribuido de manera notable a la difusión y al reconocimiento de la obra de Saenz. El teatro ha permitido acercar ese universo literario, uno de los más complejos y valorados de la literatura boliviana, al gran público.
“En este autor”, dice Mondacca refiriéndose a la fidelidad que a lo argo del tiempo ha mantenido con la obra de Saenz, “he encontrado un modo muy propio de mirar el mundo, de redescubrir lo que es nuestro”. A Claudia Andrade, en cambio, le gusta decir que no sólo Mondacca eligió a Saenz sino que a esta altura también podría decirse que Mondacca fue elegido por Saenz. Y repite lo que dice al respecto Antezana: “El encuentro entre Saenz y Mondacca ya parece parte de un destino común, de las dos caras de una misma moneda”.
En el notable éxito que ha acompañado a todas las obras de Mondacca basadas en textos de Saenz, el actor repara en el profundo sentido del humor de la escritura saenziana. “De él”, dice, “ha quedado la imagen de un tipo oscuro, con el alcohol de por medio; incluso hay gente que le tiene miedo. Pero como el teatro tiene algo de ritual y de ceremonial, nosotros hemos sabido percibir su humor. Si hay verdades contundentes también están impregnadas de humor, de un humor que nos hace reflexionar y vernos a nosotros mismos”.
Teatral. La obra de Jaime Saenz abarca centralmente la poesía, la novela y el relato. Ha escrito también una única obra teatral, La noche del viernes, y un libreto para ópera: Perdido viajero. En otra oportunidad, Mondacca, consultado sobre la posibilidad de poner en escena esa obra teatral, reconoció que se trata, más bien, de teatro para leer, no para ser representado.
El hecho es que, salvo algún fragmento y sólo de modo experimental, La noche del viernes nunca se representó y permaneció inédita hasta el 2005. Ese año, Plural Editores publicó la Obra dramática de Saenz, un volumen preparado y anotado por Leonardo García Pabón. El libro incluye La noche del viernes, que habría sido escrita entre 1972 y 1974, y el libreto de la ópera Perdido viajero, un proyecto que el poeta emprendió a solicitud del compositor y en ese entonces gran amigo suyo Alberto Villalpando. El proyecto, sin embargo, nunca llegó a culminarse.
En un texto introductorio a la Obra dramática, el propio Villalpando cuenta los pormenores de esa aventura operística emprendida a mediados de los años 70.
La creación de la ópera fue financiada, algo extraordinario tanto entonces como ahora, por el empresario Gonzalo Sánchez de Lozada. “Debo decir”, cuenta Villalpando, “que cuando Jaime Saenz se ponía a escribir no había quien lo parara. De tal suerte... que el libreto quedó terminado en seis meses, y se llamó Perdido viajero”. Mientras tanto, Villalpando había compuesto un aria y un montaje electrónico para la ópera. Sin embargo, “Saenz empezó a dilatar inexplicablemente la entrega del libreto. Y a mí me ardían las manos por continuar escribiendo la ópera... pero no había cuándo me entregase el manuscrito. Fui a buscarlo un par de veces y no quiso recibirme”, sigue la narración del compositor. Así, sin ninguna explicación por parte de Saenz, fracasó el proyecto. “Con el fracaso del proyecto también se perdió mi amistad con Saenz, de una forma tonta y aún hoy harto incomprensible”, concluye Villalpando.
El libro Obra dramática contiene, además, los fragmentos de un texto inconcluso titulado La máscara. Y está acompañado de dos discos compactos. En uno se puede escuchar la grabación de una lectura de La noche del viernes a cargo del propio Saenz y un grupo de sus amigos que leen lo parlamentos de los diversos personajes. En el otro, se puede escuchar el montaje electrónico que Villalpando compuso para Perdido viajero y que lleva por título Bolivianos.
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