La década de los años 50 terminaba. El pintor orureño Moisés Chire Barrientos tenía 25 años y a esa edad consiguió el permiso de la Alcaldía de La Paz para que él y sus compañeros expusieran sus obras de arte en la plaza Humboldt, ubicada en la calle 8 de Calacoto.
Hoy, Chire reposa en un sillón anaranjado, en su casa de Villa El Carmen. Al ingresar en su hogar se respira el olor a óleos y acuarelas. Junto a él, y en cada habitación, el arte está presente. A sus 82 años, a pesar de que la edad no le permite moverse con facilidad, el artista continúa trabajando en su taller.
El creador nació en 1932, en Oruro. Cultivó en su familia el amor por la pintura. Inició su carrera de Bellas Artes en su ciudad natal. Luego estudió en la escuela Hernando Siles, en La Paz.
Egresó en 1952. No obstante, para él, su primera maestra fue su madre. Cuando el pintor tenía seis años dibujaba junto a su progenitora, quien lo inició en el arte. "Era muy apegado a la vida de mi mamá”, cuenta Chire, quien hace una semana recibió el Premio Obra de Vida del Salón Murillo.
Cuando aún era estudiante de Artes, Chire trabajaba de forma independiente para difundir su obra. Entonces, tuvo la idea de convertir espacios no convencionales de Oruro y La Paz en galerías de arte para exponer sus pinturas. Uno de sus grandes logros fue que las autoridades del municipio de La Paz cedieron a Chire, y a algunos de sus compañeros, el permiso para que pudiesen convertir la plaza Humboldt en el "rincón” donde podían exponer, vender y hasta crear sus obras.
El deseo de libertad fue el que guió su vida. "He trabajado desde muy joven”, sostiene. Tal vez fue eso lo que le impulsó a exponer diariamente sus obras en la plaza Humboldt, cuando sólo estaba autorizado a hacerlo en domingo. Entre risas y mirando fijamente una de su obras, recuerda que las autoridades ediles realizaban "batidas” en las que, muchas veces, él y sus colegas llegaban a perder sus pinturas.
Después de exponer y ofrecer sus obras en la plaza Humboldt, el artista se dedicó a la creación de murales junto a Miguel Alandia Pantoja. "Trabajé con muchos artistas revolucionarios”, resalta el pintor orureño.
Chire fue también jefe de Gabinete de Dibujo Técnico en el Museo Nacional de Arqueología. Ese cargo le permitió aproximarse a la cultura tiwanacota, a la morfología indígena y a los textiles, llevándole a descubrir los significados simbólicos y estéticos de las expresiones artísticas ancestrales.
"Mi arte no sigue escuelas, ni corrientes, es creativo”, asegura el creador. Según Fátima Olivares, curadora de arte, la obra de Chire se divide en tres periodos, en sus inicios se dedicó a retratar personas indígenas y paisajes altiplánicos. "Ésa era la realidad que conocía”, dijo. Luego, según la experta, su trabajo en el Museo Nacional de Arqueología le permitió retratar las figuras de la cultura tiwanacota. "El arte abstracto es parte de su último periodo en las artes; después de presentar sus obras en bienales internacionales se le abrió un nuevo mundo”, explica.
Chire expuso por más de 30 años de manera independiente en espacios no convencionales, pero su historia no se limita a la de un artista. Hubo un momento, entre la vida del estudiante de Bellas Artes y el expositor callejero, en el que tomó la decisión de formar una familia. Se sintió preparado para encarar la vida familiar después de terminar el servicio militar. Entonces, conoció a Ana Luisa Balderrama, su primera esposa. Con ella tuvo seis hijos, tres varones y tres mujeres. Guido, Johnny y Joe radican en Francia y heredaron el talento de su padre. Luego de que Ana Luisa falleciera, el pintor conoció a Basilia Tórrez, su segunda esposa. Jessica y Helen nacieron como fruto de esa unión y, nuevamente, las inclinaciones artísticas de sus hijas salieron a la luz. "Siempre apoyé a mis hijos para que puedan expresarse a través de la pintura”, sostiene.
A pesar de su avanzada edad, Chire sigue pintando. Hace cinco días abrió una exposición retrospectiva con más de 50 obras que revelan su evolución artística. La muestra lleva el nombre Espíritu de Los Andes y ocupa una sala del Museo Nacional de Arte, uno de los espacios más demandados por los artistas del país. Aunque sin dudarlo, Chire también optaría por exhibir sus obras en su amada plaza Humboldt.
Una generación de artistas sigue los pasos de Chire
Jessica Chire (26), quien además estudia Odontología, heredó el talento de su padre; no obstante, tiene un estilo de pintura un poco distanciado al de su progenitor, "Prefiero usar colores sólidos”, explica. La joven revela que su hermana Helen también se dedica al arte. "Ella tiene un estilo más parecido al de mi papá”, cuenta.
La hija de Chire, quien estudia Bellas Artes, encontró en el arte un modo de expresarse. Según dice, no busca llegar a ningún lado con su arte, sino simplemente plasmar su espíritu en cada obra que realiza, después de todo, ésa es la principal enseñanza que le transmitió Chire.
"Si mi papá está feliz pinta con colores vivos, si está triste usa colores más apagados”, destaca Jessica. Su obra y la de su hermana se ganaron un espacio en la galería Pedro Domingo Murillo, del Tambo Quirquincho.
Jessica aclaró que si bien es difícil vivir como artista en Bolivia, su padre siempre encontró la manera de compensar los días que pasaba alejado de su hogar para promocionar y vender sus obras. "Me cargaba en sus hombros para llevarme al kínder, en el camino había un río, si olvidaba algo en casa él corría a buscarlo”, cuenta la hija con una sonrisa, quien además, con mucho cariño, recordó que en el camino, si ella deseaba una flor para su cabello, su papá trepaba el cerro para conseguirle una. "Era muy fuerte en esa época”, añora.
Cuando Moisés Chire salía de viaje siempre retornaba con regalos para su esposa y sus pequeñas. "Llegaba con una muñeca que había visto en alguna galería de París, ropa con colores que combinasen con mi piel morena y con la tez blanca de mi hermana”, rememora Jessica. Hoy, Helen y Jessica cuidan de su padre junto a su madre, en su casa en Villa El Carmen, donde en el tercer piso instalaron un taller, aunque las obras del padre, de la madre y de las hijas ocupan un espacio significativo en todos los ambientes de la casa.
Los hijos de su primer matrimonio -Guido, Johnny y Joe- también se dedican a la pintura y, al igual que su padre, reflejan la cultura de país.
"Pinté con revolucionarios, pero la política no influyó en mi arte”
El expresidente de Bolivia Víctor Paz Estenssoro estuvo entre los clientes asiduos de las obras del pintor Moisés Chire Barrientos.
El creador orureño recuerda que durante una revuelta popular, en la que se incendió la casa de Paz Estenssoro, muchas de sus pinturas se perdieron.
Luego del episodio, Paz le pidió al artista que le proporcionara obras de su colección.
Chire cuenta que pintó nuevamente para aquel presidente. "Creo que hay pinturas mías en su casa de Tarija”, afirma el artista.
A pesar de la relación que mantuvo con Paz Estenssoro y de que en sus obras destacan paisajes del altiplano y personajes indígenas, no hay motivos para pensar que sus pinturas reflejan alguna tendencia política, asegura el artista.
Chire indica además que en su trayectoria, de más de 60 años, trabajó junto a muchos artistas revolucionarios.
Sin embargo, considera que la política no debe influir en el trabajo de un pintor.
"Pinté con revolucionarios y para revolucionarios, pero la política no influyó en mi arte”, asevera el pintor, quien trabajó con el muralista Miguel Alandia Pantoja.
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