Philippe Bizot alista maletas para una larga estadía en Bolivia. El mimo francés, quien actualmente se encuentra de vacaciones, llegará en marzo al país para hacer realidad uno de sus más anhelados sueños: abrir su escuela de pantomima.
"Este proyecto va a ser una aventura magnifica”, comentó Bizot desde una playa en el sur de Francia, donde atendió la llamada de Página Siete. "Serán dos escuelas las que abriré en marzo. Una estará en Cochabamba y otra en La Paz”, contó.
No es novedad el cariño que siente el mimo por esta tierra. "Me enamoré de Bolivia desde el primer día que la conocí”, aseguró Bizot, quien llegó al país por primera vez hace dos décadas cuando fue invitado a dictar talleres a los alumnos del colegio Franco Boliviano.
Tampoco es novedad el cariño que muchos artistas bolivianos le tienen a este francés. "Siempre que el mimo Bizot visita el país dicta talleres. A esos encuentros asisten destacados actores y bailarines, como la coreógrafa María José Rivera, actual directora del Ballet Oficial de Bolivia o la coreógrafa y bailarina Yumi Tapia, entre otros”, comentó Claudia Pacheco, representante de Bizot en el país.
Para la actriz Andrea Ibáñez, quien los últimos 10 años ha colaborado con el mimo en diferentes puestas, Bizot tiene una conexión especial con el altiplano. "Ama este lugar, principalmente el lago Titicaca. Pero también porque Bolivia le ha abierto su corazón y él es una persona muy agradecida con su público”, comentó Ibáñez.
Philippe se decidió por el oficio de la pantomima a los ocho años, cuando vio por primera vez al legendario mimo Marcel Marceau. Diez años después inicio su carrera y desde entonces ha llegado con su arte ha diferentes partes del mundo. En septiembre del año pasado visitó el país, donde inició la gira con la que celebró "40 años de silencio”. Fue durante esta visita que reafirmó su deseo de llevar adelante estas escuelas del silencio y se puso a trabajar en el proyecto.
¿Por qué eligió Bolivia para montar sus escuelas de Pantomima?
Porque la última gira que he hecho por Bolivia ha sido tan exitosa que para mí fue muy fácil decidirlo. Hace mucho tiempo que tengo ganas de hacer algo en Bolivia, lugar al que considero mi segundo país. Además, hay tanto cariño entre la gente de este país y yo que he decidido hacer allá mi última aventura pedagógica, quiero que esta escuela sea una puerta abierta para otros países de América del Sur.
Además de los módulos de enseñanza, ¿tendrá otros proyectos con esta escuela?
Con la gente profesional vamos a montar espectáculos y vamos a producir programas y cortometrajes para la televisión, en los que podamos dar a conocer el arte de la pantomima.
¿Qué le cautivó de este país?
Desde el primer día que he puesto los pies en Bolivia he sentido el cariño de la gente. Me enamoré de este país, de sus paisajes...
¿Cuál será la metodología de estas escuelas del silencio?
En principio el único profesor seré yo. Luego invitaré a los actores de mi compañía de China para que vengan a ayudarme. Habrá direcciones diferentes. A los jóvenes se les enseñará sobre el respeto del mundo del silencio, los códigos de la imaginación, cómo construir una historia, la puesta en escena y las luces, entre otros aspectos del mundo del teatro. Será un módulo de nueve meses.
Con los adultos vamos a trabajar una pedagogía del teatro del silencio, con diferentes lenguajes, como la pantomima francesa, japonesa y china. La idea es que con esa gente que participe de los módulos podamos montar obras en las escuelas, el campo y en los hospitales.
También abriremos módulos para chicos con discapacidad, con ellos se trabajará una pedagogía más lenta. La idea es formar profesores y gente con quienes estos chicos puedan construir, a través del silencio, un lenguaje universal. Es un proyecto fabuloso, humanista y un lugar de búsqueda en el arte.
¿Cuáles son los beneficios del silencio como terapia?
El silencio es una manera de ser y vivir. He tenido experiencias con chicos que padecen cáncer y el silencio en el que entramos permite olvidar el dolor. La imaginación es fantástica, hace deslizar el dolor. El silencio es una manera de vivir y mirar al mundo de una forma diferente. Es el lenguaje del alma.
Cuatro décadas dedicadas a la pantomima
Philippe Bizot nació en Burdeos (Francia), en 1954. Gran parte de su infancia y su adolescencia transcurrieron inmersas en el trabajo gestual, pasión que el mimo desarrolló de manera autodidacta.
"Marcel Marceau me regaló las ganas para ser mimo. Verlo por primera vez a mis ocho años fue todo un choque: me sorprendió mucho observar a ese hombre solo, en el escenario, transmitiendo un mensaje sin hablar. Su gestualidad era excelente y yo sentía el peso, el color, el perfume de las cosas que él representaba en el escenario”, manifestó Bizot hace unos años durante su visita a Colombia.
Así, impactado, salió de aquel teatro y se dedicó a la pantomima. Luego perfeccionó su arte en los café-teatros de Burdeos y París de la mano del también célebre mimo Jean- Louis Barrault.
"A los 18 años mi mentor Jean- Louis Barrault me aconsejó entrar a un concurso mundial de mímica en París. Allí conseguí el primer puesto y ya nunca paré de hacer pantomima”, comentó el mimo.
En 1974 ganó el Premio Internacional de Pantomima, de la ciudad de París, gracias a este galardón realizó una gira por Canadá. "De ahí en más ya no paré, nunca”, recordó. A Bolivia llegó por primera vez hace poco más de 20 años. Desde entonces no ha dejado de venir al país.
Bizot también ha realizado películas para cine y televisión como Marqués, El mirlo blanco, Los doce golpes de mediodía, El enjugador de carriles y La tienda de señor Mimo. Igualmente, ha abierto escuelas de mimo en Burdeos y en Marsella (también en Francia), así como en Estados Unidos, Líbano y Paquistán.
"Mi trabajo pedagógico se ha concentrado en niños y adultos sordomudos, autistas o con problemas de movilidad. He consagrado un arte que quiero mucho y poder transmitirlo me llena de satisfacción”, declaró hace un tiempo el mimo.
Puntos de vista
Claudia Pacheco Gestora cultural
"Ama Bolivia con toda su alma”
Philippe Bizot ha tenido momentos muy importantes en Bolivia. Hace unos años montó una obra con niños especiales en el lago Titicaca. Además, ha capacitado a muchos artistas bolivianos. Si bien no ha formado mimos, ha desarrollado técnicas en actores y bailarines.
Ama Bolivia con toda su alma, ama La Paz, el altiplano, a la gente. Él ha encontrado en el país sinceridad, inocencia y cariño. En cuanto a sus espectáculos, podría decir que son transformadores, pues más allá de su repertorio, verlo en escenario y ver la belleza de su arte cambia la vida. Te regala la posibilidad de encontrar la belleza en cosas e historias muy simples. Su arte te da esperanza, alegría y fe. Es la representación de la belleza.
Andrea Ibáñez
Actriz paceña
"Está al servicio de los demás”
Él tiene una sensibilidad superior para acercarse a la esencia del ser humano a través del silencio. Es una persona que ha trabajado en muchos países en la India, Turquía, China, África y América.
Si bien ha actuado en capitales muy importantes, como París y Nueva York, él busca lugares más sencillos donde pueda tener más contacto con la gente.
Trabajar con él para mí ha sido el mejor regalo de la vida porque es un maestro. Siempre he aprendido de él. Él siempre dice que el actor siempre está al servicio de los demás y que cada vez que va a actuar se prepara como si estuviera yendo a su cita de amor y eso es algo que intento aplicar cada vez que voy a salir al escenario.
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