lunes, 19 de mayo de 2014

El fotógrafo y zoólogo Mileniusz Spanowicz muestra su trabajo en Madidi y Apolobamba.

Con jeans oscuros, chaqueta de terno y camisa negra con lunares blancos que recuerdan un poco a los trajes de folklórica andaluza (debe ser por la herencia familiar: hace poco se enteró de que desciende de sefardíes del sur de España), cuesta imaginarse a Mileniusz Spanowicz en medio de la selva, con el calzado embadurnado de barro y la ropa empapada por el sudor. Está en la oficina de Wildlife Conservation Society (WCS), en la zona Sur de La Paz, hablando, soltando una broma cada tres frases, riendo. Es difícil visualizarlo en silencio entre la vegetación del Parque Madidi, detrás de su cámara de fotos, esperando a que aparezca un jaguar, un tapir o un ciervo de pantano, especies para las que esta área protegida es una fortaleza.

“Pero eso no significa que sea fácil verlas. Mileniusz tiene que tener el chip de la paciencia”, dice el director del Programa de Conservación Gran Paisaje Madidi-Tambopata de WCS, Robert Wallace. “Que en persona no se ve”, añade el propio Mileniusz. Pero sí se observa en las 50 imágenes que componen la muestra Retratos del Madidi. Una muestra fotográfica de la biodiversidad del norte de La Paz, que estará en el Museo de Etnografía y Folklore (Musef) del 20 al 31 de mayo.

Mileniusz ha recopilado imágenes de paisajes, flora y fauna del norte del departamento de La Paz (ver mapa) durante tres años. “El Madidi es el área, hasta que nadie diga lo contrario, más biodiversa de las zonas protegidas del mundo”, manifiesta. El Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Madidi y el Área Natural de Manejo Integrado Nacional Apolobamba aparecen en la muestra.

Búsqueda, preparación, tiempo y conocimiento, junto con paciencia, son parte del proceso fotográfico para este artista de la cámara nacido en Polonia y residente en Bolivia desde 2010 que, al hablar, inserta algunas palabras en inglés.

También es zoólogo, lo que le permite, según Robert, jugar con ventaja. Aunque, reconoce el fotógrafo, aquí la naturaleza es muy diferente de la de Europa y no saca tanto provecho.

Más de uno podrá criticar negativamente sus imágenes, dice: algunos prefieren fotografiar una serpiente al sol pero, explica, con el clima caliente y húmedo del Madidi, los reptiles están a la sombra durante el día. Por eso, Mileniusz prefiere usar el flash y congelar la imagen reptil fuera del alcance de los rayos solares. “Conocer al animal, sacarle una foto y mostrar cómo vive es más importante para mí que sacar una fotografía excelente”.

Asegura que no le teme a ningún habitante de la selva. “Creo que a los elefantes, sí”, comenta aparentando seriedad. “Tengo fotografías de animales venenosos de muy cerca pero conozco dónde está la frontera”.

El secreto de Mileniusz está en fundirse con la selva y formar parte de la vida en ella. Esa manera de pensar ya la tenía con 14 años cuando fue al parque nacional más cercano a Varsovia, el Kampinos (Kampinoski Park Narodowy), a la búsqueda de serpientes. Sus amigos se ofrecieron a ir con él. “Sí, pero tienen que tener amor por esta selva para que la selva te dé amor back (de vuelta)”, recuerda que les dijo.

Además de ser fotógrafo y zoólogo, también pinta. “Eso se nota en la composición de las fotos”, asegura Robert. Mileniusz muestra las imágenes impresas en pequeño tamaño que se mostrarán en el Musef y señala una: “En estas orugas tenemos un Jackson Pollock”, dice, refiriéndose al estilo de uno de los pintores más destacados del expresionismo abstracto.

La muestra no hubiera sido posible sin Felsi Pato Terrazas y Darwin Sevillano, dos guías de la zona de Rurrenabaque que son sus fieles compañeros cuando se adentra en la naturaleza. Con ellos ha pasado una noche entera mirando atentamente un río a punto de desbordarse y pensando en que la única salvación eran los árboles; en sus aventuras ha perdido la visión del ojo durante un tiempo y ha contraído la leishmaniasis. Pero le encanta, y es el proceso de espera hasta que se aprueban los proyectos y puede volver a la selva lo que le pone nervioso. Recuerda sus lecturas juveniles sobre expedicionarios que se internaban en la Amazonía. “Ahora yo vivo eso. Es un placer”.




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