Fábricas ruinosas y almacenes abandonados en diferentes zonas de La Habana han resurgido en los últimos meses como centros culturales gracias a proyectos e inversiones de artistas cubanos y del Estado, una iniciativa que, a largo plazo, puede cambiar el paisaje de la ciudad.
De las destartaladas naves han salido galerías, salas de teatro, bibliotecas y pequeños jardines de estar, que reúnen a un público de arte y bohemia, vecinos del barrio, estudiantes, turistas.
En la céntrica barriada de El Vedado, lo que antes era una manufactura de refrigeradores abrirá este sábado reconvertida en una ecléctica sala de teatro para El Ciervo Encantado, una compañía que durante casi 20 años deambuló por iglesias, aulas y locales viejos y se caracterizó por levantar su escenario en "basureros”.
"Esto era un desastre. Todo estaba destruido, hace un año. Cuando lo vi me pareció imposible que pudiera hacerse algo, pero me dije: hay que tener fe”, comentó a EFE Nelda Castillo, líder del grupo, cuya nueva sede ha sido subvencionada por el Ministerio de Cultura.
A sólo metros de allí, en el inmueble de una antigua industria de aceite, fue inaugurada en febrero la sede del ambicioso proyecto Fábrica de Arte Cubano (FAC), con espacio interactivo para música, audiovisuales, moda, fotografía y artes plásticas y escénicas. Liderada por el músico y realizador X Alfonso, FAC se convirtió en pocos días en sitio de moda y en referencia por ser un "proyecto cultural autofinanciado”, aunque con el apoyo inicial de las autoridades.
Otra experiencia liderada por un artista surgió en enero en la zona oeste de la urbe, donde el plástico Kcho aprovechó el espacio de un taller de reparación de ómnibus en desuso para crear su Kcho Estudio Romerillo Laboratorio para el Arte, un complejo de galerías, biblioteca y teatro, sin fines de lucro y con marcada vocación comunitaria.
Kcho, nombre artístico del pintor y escultor Alexis Leyva Machado, explicó a EFE que Romerillo es una comunidad marginal en la que han invertido las ganancias generadas por su propia obra con el objetivo de levantar "un espacio para el diálogo, la cultura, el conocimiento y la paz”, que ya han visitado miles de personas.
El trabajo de restauración se ha extendido a parques, calles y luminarias de la zona, pero el Kcho Estudio es el eje de este proyecto cultural, a cuya inauguración acudió el mismísimo expresidente Fidel Castro. En Cuba, donde en medio de las reformas económicas que impulsa el Gobierno aún existe una compleja interacción entre proyectos estatales, privados y de cooperativas, las autoridades se muestran abiertas a estas iniciativas particulares de artistas.
"Son lugares donde trabajamos en conjunto. A nosotros lo que nos interesa básicamente es que se promueva lo mejor del arte cubano y si ésa es una alternativa, bienvenida”, declaró el ministro de Cultura, Julián González.
Según González, hay varias experiencias en el país y la fórmula es positiva: en términos urbanísticos aporta una "nueva dimensión cultural” a la ciudad, mejora las condiciones de trabajo de los artistas y gestiona propuestas "de alto nivel” en las comunidades.
Para el futuro, anunció, otra antigua fábrica de bicicletas y ómnibus de El Vedado habanero se convertirá en centro cultural, y hay ideas para transformar espacios en locales de ensayo de danza y talleres para artistas plásticos.
Raúl Martín, director del grupo Teatro de La Luna, uno de los más prestigiosos de Cuba, opina que el éxito que han tenido lugares como FAC y Romerillo "impulsa a otros emprendedores y da un excelente ejemplo a las instituciones del Estado”. "Hay muchos lugares abandonados con grandes posibilidades de ser aprovechados en este sentido”, aseguró a la agencia.
Al menos en La Habana, donde el deterioro de inmuebles es uno de los principales problemas, la lista de candidatos es amplia: vetustos cines y teatros, comercios, depósitos, librerías. Pero la propia historia de Martín muestra que el proceso puede ser complicado.
Durante años, el director ha intentado sin suerte sacar adelante un proyecto personal para restaurar un cine de barrio clausurado e instalar allí la sede de su grupo, con un café y una galería incluidos.
Con recursos propios y del Consejo Nacional de las Artes Escénicas logró construir un escenario de ensayos dentro del cine, pero el año pasado fue destruido como parte de un plan de reparación total del inmueble que, en definitiva, se detuvo a los pocos meses por "falta de materiales”, precisó.
Nelda Castillo subrayó a EFE que no todos los artistas tienen la posibilidad de impulsar esas iniciativas con recursos propios, como es su caso, pero recordó que, antes de ser distinguidos con una sede permanente, ella y sus actores decidieron trabajar casi en la calle y sin condiciones porque "en la espera está la muerte”. (EFE)
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