César Jordán experimenta desde hace mucho con el arte cinéti-co, muy característico en él y que consiste en erigir volúmenes des-de el lienzo, para lograr profundida-des y contrastes. Esta vez nos presenta un trabajo que se interna en el erotismo, usando el óleo y el acrílico sobre lienzos que conservan sutilmente sus particulares proyecciones cinéticas, aunque esta vez no son ya protagonis-tas principales de su creación.
En el entorno de un colorido casi monocromático, con preferencia do-minante por los sepias, César propone, con referencias explícitas unas veces y sutiles, otras, una visión sosegada y desapasionada del erotismo. Sus figuraciones del cuerpo humano, femenino y masculino, logradas a través del uso del aerógrafo, que con sus efectos de difuminación del color, nos las entrega etéreas, poéticas; naturales en su composición dislocada, elocuentes en su textura lozana. Breves, pero muy oportunos resabios de la cinética del pintor, con pequeñas superficies geométricas desprendiéndose del lienzo, completan una composición que posee una personalidad propia.
Esta aproximación a la sensualidad, que alguna dama añeja y remilgosa tacharía de pornografía, reivindica el concepto de que el erotismo es parte constitutiva de nuestra naturaleza humana y en consecuencia es posible abordarlo con naturalidad y franqueza para darle la cualidad del romance y comunicar mucho y exquisito.
César Jordán nació en La Paz. Estudió pintura en la Academia de Bellas Artes de Roma y litografía en la Escuela de Arte de Chelsea en Londres. Actual-mente reside en París. Su obra está representada en la Fundación Simón I. Patiño de Cochabamba; el Museo Nacional de Arte de La Paz; el Museo Hispanoamericano de Quito, Ecuador y el Museo de Arte Contemporáneo de América Latina, Washington, USA. Es sin dudas, uno de los más originales y representativos artistas plásticos bolivianos de la actualidad.
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