Los curadores de la exposición Terrenos (galería de arte de la CAF, avenida Arce 2915, San Jorge) han partido del concepto de “paisaje”. “La idea de paisaje”, dicen, “implica dos entes en diálogo, el terreno, ya sea real o imaginario, y un espectador que lo estudia y se proyecta en él o a través de él”. Así, la exposición “explora distintas aproximaciones contemporáneas desde el arte al espacio como plataforma para la construcción de la identidad —en sus distintas facetas— y la relación con el cuerpo como el entorno más cercano”. Siete artistas respondieron a esta provocación. Veamos.
La exposición se abre con un óleo de Érika Ewel. Desde muy temprano en su obra, esta artista ha explorado el cuerpo humano, especialmente su propio cuerpo, como un espacio o más propiamente como una geografía. Este óleo es una precisa y muy expresiva muestra de esa feliz exploración.
Angélica Heckl ha optado por una pieza de landart: sobre el pasto de un jardín hogareño ha escrito con tierra roja una sola palabra: Grow. Tres pequeñas fotografías documentan la acción. Hay algo de irónico en su obra: el paisaje “real”, el terreno diríamos siguiendo el concepto de la muestra, ha sido deliberadamente miniaturizado.
Cecilia Lampo hace tiempo que trabaja con fotografías intervenidas. Sus fotos son de una gran limpieza, despojadas, inmediatas. En este caso, dos construcciones de adobe en El Alto o en el altiplano se imponen por su propia presencia y, sobre todo, por su color: son tierra. Sobre ellas, la artista aplica precisas manchas de color para ‘contagiar’ de tierra a todo el entorno.
El trabajo con el que Rodrigo Rada participa en Terrenos se llama Contemporary Art in a Barroque Colonial Landscape.
Presentar a un museo (el Tambo Quirquincho), es decir, a un monumento de la cultura, como un paisaje, o sea como naturaleza, es ciertamente una buena travesura conceptual. Poco más se puede decir de esas tres fotografías.
Santiago Contreras (que simultáneamente exhibe una muestra individual en la galería de la Alianza Francesa) presenta nueve fotografías que documentan una performance callejera denominada Fracciones: un hombre con espejos colgados por todo el cuerpo recorre las calles de La Paz. La ciudad se refleja fragmentariamente en su cuerpo en movimiento. That’s all.
Los Retratos urbanos de Raquel Schwartz hacen honor a su nombre. Una peluquería de barrio, un puesto de venta de afiches y calendarios, una pastelería son captados fotográficamente no sólo como escenas cotidianas, sino también como curiosos y muy plásticos muestrarios de objetos.
Finalmente, Patricia Mariaca presenta Aeropuerto, siete fotos que son el atlas de un largo viaje a la vez exterior e interior, siete fotos (las líneas de señalización de siete pistas aéreas) que son siete escrituras, siete sensaciones, siete interrogantes que al cabo permiten imaginar una historia.
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