lunes, 15 de febrero de 2016
Carmelo Nuñez, el lutier de los instrumentos chapacos
A los 10 años quiso tener una quenilla, pero no podía comprarla, por lo que se fabricó una y con ella empezó a aprender a tocarla, luego se hizo otra mejor, luego fue el turno de la camacheña (quena) y con el tiempo fue adquiriendo destreza en la construcción de otros instrumentos más, como la caña, el tambor y el bombo. Actualmente, Carmelo Núñez y toda su familia son los que proveen a las tiendas artesanales el producto de su trabajo.
Tarijeño, a sus 63 años está casado con la potosina María Estela Soruco con quien tiene tres hijos: María Belén de 16 años, Efraín Carmelo de 12 y Carlos Enrique de dos. Es profesor de música de la Escuela Municipal de Música Regional “Pastor Achá” y en temporadas festivas, especialmente navidad y carnavales, es cuando recibe la mayor cantidad de pedidos de instrumentos musicales.
Autodidacta
“Nadie me enseñó a hacer los instrumentos”, puntualizó al contar que siempre aprendió de lo que veía; pero, primero poco a poco empezó a interpretarlos de oído y luego a construirlos. Por ejemplo se interesó por ver cómo arreglaban los tambores, porque le daban una idea para posteriormente elaborarlos.
De niño conoció a un señor mayor que se llamaba Eleuterio y era quien arreglaba los instrumentos y frecuentemente los visitaba para ver lo que hacía. Núñez considera a esta persona la única de quien aprendió. Subrayó que después nunca más hubo quien le enseñe.
A los 14 años se animó a construir un tambor de metal, pero cuando estaba tocando se le desarmó, “no lo hice soldar, solo lo hice enganchar y con los golpes al estar tocando se me desarmó el tambor, y bueno, vi la manera de arreglarlo hasta terminar de tocar, era pesadito porque lo hice de turril”, contó anecdóticamente.
Con el tiempo se fue perfeccionando en la confección de instrumentos, actualmente los hace para vender, a pedido y de por sí aprendió a tocar el erque, la caña, la camacheña, las quenillas, tambores y bombos.
“Cuando a uno le gusta hacer las cosas no hay nada difícil, los hago con cariño, con amor porque me gusta hacerlo, arreglarlos, trabajar en eso”, dijo al señalar que los materiales que utiliza son simples y fáciles de conseguir. Por ejemplo para las quenillas sólo necesita una caña o un tubo de PVC (plástico, que son más duraderos). Sin embargo, subrayó que la camacheña necesariamente debe ser de caña.
Otra característica que aprendió es que la bocina de la caña (instrumento de más de dos metros de largo) tiene la corincha, que es una bocina elaborada del cuero de una parte de la cola de la vaca que pasa por un molde, luego es curtido con ceniza y sal para después llenarlo de arena y darle forma.
Estudió primaria en la unidad educativa de Tabladita “Corazón de María”, y secundaria la hizo en el colegio “Rosa Arce” en el turno nocturno porque de día trabajaba como albañil. Luego de ser bachiller y hacer un sinnúmero de trabajos se dedicó a aprender música en talleres y cursos particulares con distintos maestros entre los que destaca Adela Lea Plaza y se hizo acreedor a un título departamental.
Posteriormente tomó los cursos ofrecidos por el Ministerio de Educación y fue reconocido por esta instancia como maestro de música. Orgulloso contó que es parte de los fundadores de la Escuela Municipal de Música Regional “Pastor Achá” y que en principio se trabajaba sin remuneración porque ninguna institución la reconocía.
La demanda es de acuerdo la temporada festiva
“Para navidad tengo mucho pedido de quenillas, arreglos de tambores, de bombos, en cambio para carnaval son las cajas y los erques, y en San Roque las cañas, esas son las épocas en que hay más trabajo, después va bajando un poco. También hago la vestimenta para los chunchos promesantes, turbantes y todas esas cosas”, explicó Carmelo Núñez, considerado un lutier de los instrumentos más tradicionales de la capital chapaca.
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