Con un tema totalmente pertinente en estos momentos en Bolivia como es el de la trata de blancas, "Mocambo" se presenta en el teatro de la AECID. Con el texto y la interpretación de Karen Lisondra estadounidense de ascendencia filipina que llegó al país por el Teatro de los Andes además del montaje en música y escenografía de Amado Espinoza. Así empieza la agenda cultural del Centro Patiño, el 5 de Octubre y esta obra se encuentra también en el marco de la XVII Bienal de Arte.
Karen y Bolivia. Se podría decir que Karen Lisondra se quedó en Bolivia a causa de una lesión de rodilla que fue la razón por la que dejó "Fuerza Bruta", una obra de teatro aéreo/físico en Argentina. “Practicando artes marciales en los cerros de Yotala, nadando en los pozos de Cachimayo, te conecta a un poder de la naturaleza. Te vuelves insignificante y más despierta. El amor también te conecta a una profundidad bella y vulnerable.”, señala Karen sobre su estancia en Yotala, Sucre donde empezó en el Teatro de Los Andes donde estaban preparando La Odisea.
El teatro. Karen se ha dedicado al teatro por más de 20 años desde que empezó a trabajar profesionalmente. Trabaja con un equipo de talentosos artistas “tengo el orgullo de decir que representan lo mejor de Bolivia. Y si, he tenido el tiempo para que Mocambo siga madurando”, señala la actriz y prosigue, “Lo que llega a aportar depende en el diálogo que creo entre el espectador, la sociedad y yo; lo que quiero transmitir a través de mi obra y mi forma de trabajar; lo que lleva el espectador al abrirse a una experiencia teatral, como transformar esa experiencia en algo positivo ... acciones, actitudes, o inquietudes propias”, finaliza cuestionada por su aporte al teatro nacional.
Mocambo. Empezó con una inquietud que Lisondra tenía sobre danzas musulmanas del sur de Filipinas que había bailado en su adolescencia, tuvo especial interés sobre "Los Badjao", una tribu del sur de Filipinas, que antiguamente eran alabados por su cultura rica. Más de 200,000 Badjao son marginados y discriminados. Tienen la esperanza puesta en que sus hijos no sigan sus huellas, pero esta desesperanza y su pobreza creciente empujan a muchos de estos niños a las redes de los traficantes, destinándolos a ser esclavos domésticos, obreros explotados, o trabajadores sexuales. El tráfico humano es una de las redes del crimen que tocan todo los rincones del mundo. La edad promedio de víctimas de la industria del sexo es de doce años. Hay miles de estadísticas que demuestran su tamaño inmenso. Lo sorprendente es que hay tantos consumidores como traficantes; una red invisible que forma gran parte del tejido económico y global, es sobre este importante tema que habla esta obra teatral.
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