Arte en las venas
ACTRIZ, LÍDER Y MAESTRA
“El primer recuerdo que tengo son teatros, teatros por todas partes”, rememora Cecilia Travesí, rodeada de las fotografías que congelaron algunos de los momentos más importantes de su vida y la de su familia, mismos que fueron posibles gracias a la bendición de haber nacido y crecido en una familia dedicada al arte, una pasión que no se cultiva solo en horarios de oficina, sino que impregna cada dimensión de la vida del artista.
Evidentemente a la actual directora de Tra-la-lá Show, la oportunidad de desarrollar habilidades para los escenarios le resultó más cercana que a la mayoría, pero al igual que en cualquier otro oficio, tomar esa tradición y conducirla con éxito implicó un camino de esfuerzo y superación.
TRADICIÓN DE LARGA DATA
El gusto de la familia Travesí por los escenarios se remonta hasta los abuelos de Cecilia: Fernando Travesí, actor español, y María Nido, talentosa cantante uruguaya, quienes juntos se dedicaron enteramente a su amor por el teatro, la música y la familia; a través de giras teatrales por ciudades de Latinoamérica, naciones de cada uno de sus cinco hijos.
“Cada uno nació en diferentes lugares, una nace en el Brasil, otro nace en el Perú, otro en Colombia, la otra en Argentina...”, cuenta Travesí, cuyo padre, Julio, nació durante el paso de la familia por Barranquilla.
Llegado el punto en el que, ya adultos, los hermanos decidieron quedarse en alguno de los países que los acogieron– Elvira Travesí inició su propio clan artístico en Perú – Julio se quedó en Bolivia, presentando sus propias producciones en formato revista, en la ciudad de La Paz.
Fue en esos vaivenes que entró en su vida la cochabambina Gilda Canedo. Enamorados, se casaron y, establecidos en la ciudad jardín, tuvieron a Cecilia, Peter, Daniel y Janina, la generación que originó Tra-la-lá.
LA PRIMERA ESCUELA
Nacida un 1 de octubre de 1950, Cecilia participó desde la cuna del oficio familiar, primero entre juegos y bromas, pero después, mediante intervenciones oficiales en las historias que su padre Julio escribía y producía como populares radioteatros.
“No sabía leer pero ya me ponían el micrófono para hacer papeles”, relata entre risas, sobre este periodo feliz, durante el cual la radio dominaba las comunicaciones cochabambinas, del área urbana y, con menos recurrencia, de la rural.
Cecilia observaba con orgullo las colas que la gente hacía para escuchar mejor las elocuentes voces que salían del aparato emisor, sabiendo que su familia estaba detrás de la magia que se vivía en esos momentos. Para su adolescencia, el elenco al mando de su padre, Artistas Unidos, ya cosechaba éxitos en Cochabamba, con obras de teatro donde ella destacaba por su talento y belleza.
DOS NUEVOS COMIENZOS
A la edad de 19 años, Cecilia enfrentó la primera gran pérdida de su vida, a la vez que intimidante reto, la muerte de su padre. Ya entrenada en la redacción de guiones, ella asumió esta tarea, con ayuda de su madre y hermanos, pero el proyecto no pudo continuar. Sin embargo, tras el difícil momento, otra idea pudo materializarse: Tra-la-lá, un espectáculo inicialmente dirigido a niños, que empezó en 1982, con presentaciones llenas los domingos por la mañana en El Prado. De manera interesante, cada vez más adultos asistían a estos espectáculos.
Peter, el querido actor, hermano menor de Cecilia, recuperó la idea de la revista de su abuelo y, mediante la incorporación de números musicales, presentó una fórmula que ya se ha vuelto clásica en shows nacionales.
La popularidad del elenco fue en aumento –Cecilia identifica en el carisma de Peter una de las claves del éxito del grupo– pero la vida les deparaba un triste suceso: el 8 de agosto de 1990, Peter Travesí falleció, dejando un vacío que aún lamenta su familia.
“Fue muy duro, muy difícil. Él era el que actuaba, dirigía, escribía, llevaba adelante todo, era la cabeza”, relata Cecilia, quien no solo perdió un hermano, sino también un colega valioso.
“Tal vez fue el cariño, el amor que le teníamos, fue todo el grupo el que decidió seguir adelante”, explica sobre la decisión de mantener el querido emprendimiento de Peter.
Este segundo reto para Cecilia resultaba aún más intimidante. Al negativo antecedente de no sacar adelante el elenco de su padre, se añadía el difícil clima generado por la nostalgia del público hacia su hermano Peter.
A pesar de las condiciones, la mayor de los hermanos Travesí Canedo asumió otra vez el mando, una decisión que ahora festeja, porque le permitió continuar haciendo lo que ama y al lado de quienes ama, como su hermano Daniel, su esposo Manuel y su expresivo hijo Manolo, cuyo innegable “ángel” para las tablas recuerda mucho al recordado Peter.
¿Qué es lo que aprecia más de su oficio? Afirma que la satisfacción de haber deleitado al público hasta el aplauso, pero no cualquier ovación llegó a conmoverla–las que recibió al ser coronada en concursos de belleza no se quedaron en su corazón–, solo la generada por el teatro, por las risas, por las conversaciones pícaras y frases perspicaces, por el orgullo de seguir adelante. Sonríe, consciente del privilegio de vivir de lo que ama.
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