martes, 23 de julio de 2013
Bernardo Peña: ‘Actuar me dio todo lo que soy’
Habla un español boliviano. Nadie diría que vive en Estados Unidos desde los ocho años y que su inglés es perfecto, aunque podría parecer, si él lo decide, que es el de un árabe, de un mexicano o de cualquier otra nacionalidad que su trabajo de actor le exija. Esa facilidad, más su capacidad para transformarse físicamente, le ha valido papeles en series norteamericanas como La ley y el orden, Numb3rs y Southland.
Bernardo Peña Paz, nacido en Cochabamba el 3 de octubre de 1974, dice que en la distancia su “bolivianidad” fue alimentada por una abuela amantísima que los recibió, a su madre Mercedes Paz Berdecio y a él, en Sacramento (California), el 26 de septiembre de 1982.
“Mi mamá trabajaba por largas horas y, además, había retomado la universidad para terminar sus estudios”, cuenta quien estará en Bolivia hasta casi fin de año para satisfacer las ganas que tenía de hacer cine y teatro en ésta su tierra natal.
La abuela, por tanto, “ayudó a criarme; me acuerdo que le encantaba entretener a los muchos parientes o amigos que iban a cenar”, reuniones que casi siempre terminaban en baile. También “me enseñó a cocinar y a jugar ajedrez”. Días felices. Los fines de semana, “era el tiempo para que mi mamá y yo estuviésemos juntos; nos subíamos a un pequeño autito rojo que ella tenía, un Capri, y nos íbamos a San Francisco, escuchando y cantando los temas de Lionel Ritchie y Stevie Wonder; a veces sólo íbamos por un día, otras, nos quedábamos en la casa de algún amigo o pariente”. Ir al cine y al teatro era también parte de la diversión familiar, “aunque lo que más me gustaba hacer, cuando mi mamá me lo permitía, era quedarme despierto hasta tarde en sábado para ver Saturday Night Live, un show cómico filmado en vivo”. De esas veladas televisivas se le quedaron grabadas las escenas “de los grandes de esa época, Eddie Murphy, Chevy Chase y Steve Martin, improvisando —haciendo cosas increíbles con sus cuerpos y voces— y quizás fue así que me comenzó a gustar la actuación… no sé”.Peña es uno de los protagonistas de la película Olvidados, sobre las secuelas del Plan Cóndor ejecutado por las dictaduras sudamericanas, producida y actuada por Carla Ortiz y dirigida por el mexicano Carlos Bolado, que se filmó en el país el año pasado y que está en etapa de posproducción. Y hace poco, también junto a Ortiz, actuó en el film de acción y suspenso Xibalba, rodado en Quintana Roo (México) y que tiene la cultura maya como motivo. Los tíos del actor por el lado materno son artistas de la pintura y la escultura, de manera que de niño lo que Peña tenía claro es que iba a ser artista. Y hacia ese campo dirigió sus pasos en la universidad en Sacramento, aunque paralelamente tomó una clase de introducción a la actuación, en vez de la de oratoria “que necesitaba, pero a la que le tenía mucho miedo; era muy tímido y no me gustaba hablar frente a mucha gente”.Su rumbo cambió de arte y, luego de “muchas obras de teatro y montón de talleres y clases de actuación, en enero de 2000 me mudé a Los Angeles y conseguí mi primer trabajo como actor profesional en un comercial de Miller Lite (cerveza). Con ese trabajo logré el derecho de entrar a la unión de actores (SAG, Screen Actors Guild)”. Vinieron luego papeles en episodios de dos telenovelas, The Young and The Restless y Passions, pero “aunque de vez en cuando ganaba roles en spots publicitarios o producciones de televisión, la vida de actor no era nada fácil”. Seguía estudiando actuación y yendo a audiciones; “pero durante muchos años tuve que conseguir otros trabajos para sobrevivir y pagar mis talleres. Trabajé de mesero, mensajero, operador de teléfonos, cocinero, de todo un poco”.En 2004 se casó y con su esposa Jackie se mudaron a la Costa Este. “En ese tiempo recibí una llamada de Los Angeles de mi gran amigo y cineasta boliviano Gory Patiño, quien había escrito un guion e iba a dirigir su primer largometraje, Cielito lindo”. En ese film asumió el rol de un policía federal. “Rodando en México, me sentía jugando a los vaqueros, como cuando era niño, sólo que esta vez con un presupuesto de alrededor de un millón de dólares”.Oportunidades. Al terminar, ya en Nueva York, se dio la oportunidad de presentarse a una audición para la serie de Tv La ley y el orden. “Cuando me dieron el texto, me di cuenta de que era para el papel central de un episodio: un árabe acusado de terrorismo”. El día de la audición le pusieron al final de todos los participantes, entre los que vio a muchos actores de origen árabe. “Casi me salgo con la cola entre las piernas, pero decidí quedarme; dos días después supe por mi agente que el papel era mío”. Sam Waterston, con quien actuó en la serie, le dijo unas palabras que Peña no olvida: "This is just the beginning (Esto es sólo el comienzo)".Y en verdad que desde entonces se le abrieron más oportunidades, en series y en campañas de publicidad, por ejemplo para Burger King, Saturn, Budweiser y Honda. Estaba bien, “pero tenía el anhelo de volver a Bolivia a trabajar en producciones nacionales”, lo que se dio gracias a un reencuentro con Carla Ortiz, que le invitó a ser parte de Olvidados, un film basado en la historia original escrita por Mauricio D'Avis, ambos cochabambinos.“En La Paz, para comenzar a rodar, me encontré con un elenco de actores conocidos y respetados en la comunidad del cine internacional y con el rol del hijo de un general de la era de las dictaduras de los 70 y 80, interpretado por Damián Alcázar, uno de los actores más grandes de Latinoamérica”. Pese a la experiencia y a las ganas, el primer día del rodaje fue difícil. “Tenía que llorar y después de seis o siete tomas, el director dijo ‘corte’ y quizás fue mi imaginación pero sentí que él no estaba contento y le rogué una toma más”. Apeló a los recursos aprendidos, “me acordé de una técnica creada por Stanislavski —el gesto físico para darse un impulso emocional— y besé la frente de mi padre (Alcázar), lo que me descompuso emocionalmente y empecé a llorar a moco tendido”. En Los Angeles actuó en un thriller, Everlasting, de Anthony Stabley; pero ya las ganas de hacer más cosas en Bolivia eran irrefrenables. “Siento que el cine boliviano está convirtiéndose en algo muy especial y reconocido mundialmente. Sé que en los últimos años se ha hecho buen cine, hasta obras maestras, pero también está surgiendo un nuevo cine y, para mí, tener la oportunidad de ser parte de eso, ahora y aquí, me emociona tremendamente”. Salto a La Paz. Gory Patiño —que también retornó de EEUU para trabajar en Bolivia en publicidad, teatro y cine—, junto al cineasta español Luis Fernández Reneo desarrolla un proyecto, Pseudo, un thriller urbano que trajo a Peña a La Paz. “Me vine con toda la familia (hasta el perro) para ayudar a producir y actuar en la película”. El film será producido por Germán Monje, director de Hospital Obrero, y contará con actores como Juan Carlos Aduviri (También la lluvia), Cristian Mercado (Contracorriente), Luigi Antezana (Las bellas durmientes) y Fernando Arze (director de Arte en teatro), entre otros.Este último director ha creado, asimismo, espacios para que Peña suba a escena. El público paceño podrá verlo en acción dos fines de semana de fines de agosto, junto a Andrea Ibáñez, en El pacto, obra de Camila Urioste. Y más adelante, en fechas por definir, en la obra de Ariano Suassuna, El santo y la chancha, junto a Luigi Antezana, Soledad Ardaya, Daniela Lema, Diego Revollo, Luis Caballero y Débora Castillo.Por si todo ello no fuese suficiente, la publicidad ha demandado el tiempo del actor. Él es quien protagoniza los anuncios de Inti, trabajos de los que él se declara satisfecho y orgulloso. Con toda la experiencia obtenida, Peña está listo para definir lo que según él es la actuación. “Es un arte expresivo en el que el actor puede usar todo su ser físico, emocional e intelectual para crear un personaje”, dice y remarca que las dos herramientas más importantes de que se dispone son las experiencias personales y la imaginación. Lo primero “le da al actor todo el contenido emocional que necesite para cualquier interpretación”, lo segundo “es algo que hemos usado desde niños —y que a veces descuidamos— ”. En su memoria, como ha expuesto en el principio de esta entrevista, “quedan los juegos de vaqueros, y los de robots y astronautas, “y sé que en mi mente, me convertía efectivamente en ellos; por eso, como actores tenemos el requerimiento de entregarnos a un personaje como en aquellas épocas de infancia”. Para lograrlo profesionalmente, un actor “debe prepararse y estudiar todos los métodos, técnicas y estilos que se pueda, para entonces escoger y crear el estilo o método propio”. Es un arte interpretativo “en el que los resultados son únicos para cada actor; en pintura, alguien puede recrear, replicar una obra maestra con gran exactitud, pero un actor no puede hacer lo propio con la interpretación de Marlon Brando, Peter Sellers o Kevin Spacey”, con lo que además Peña nombra a los artistas cuyo trabajo más admira.“¿Qué me ha dado la actuación? Pues una forma de expresarme libremente, sin miedo. Sin ella, nunca hubiera ido al Sur de California, nunca hubiera conocido a mi esposa, mejor amiga y madre de tres increíbles hijos; no hubiera conocido a quienes considero mis mejores amigos y colegas. Me dio una forma de apreciar todo lo que se presenta en mi camino, de compartir mis experiencias de una forma positiva... no sé, me dio todo lo que soy”.Antes de fin de año, la familia Peña, con perro incluido, dejará el hogar paceño de la zona de Achumani para retornar a EEUU. “Ha sido una experiencia lindísima vivir en La Paz estos meses”, declara el cochabambino. “Nuestros tres hijos se adaptaron rápidamente; el mayor de ellos nos sorprendió en el almuerzo cuando empezó a contar en aymara del 1 al 10. Bolivia realmente es un lugar mágico”.
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