martes, 30 de julio de 2013

Museo Martín Cárdenas es atendido por la portera

El mayor museo de referencia botánica de Bolivia y del mundo, el Martín Cárdenas, es atendido por la portera. Al lugar llegan, cada año importantes delegaciones de científicos y estudiantes de Gran Bretaña, Suecia y Estados Unidos, para citar algunos. La expectativa generada por este patrimonio queda frustrada ante la falta de personal idóneo que reciba e informe a los visitantes.

Al ingreso, muy atenta y cordial la portera del museo interrumpe su llamada telefónica para consultarnos el motivo de nuestra presencia. “Queremos hacer un recorrido”, respondemos. “Pasen nomás”- nos responde-. ¿Por donde? preguntamos. “Por las gradas”, contesta e iniciamos el recorrido solos.

Cámaras antiguas, banderines de sociedades científicas, chapas de collares de perros están al inicio del recorrido. Tras advertir la presencia de cámaras, la portera decide acompañarnos y explicarnos todo.

“A don Martín Cárdenas le gustaba sacar fotos” nos dice al ver las cámaras. “Esta era su cama y este su ropero”, describe al llegar al dormitorio. Tras ingresar a la biblioteca, preguntamos si podríamos consultar alguna de sus publicaciones, pero ella no tiene ninguna información al respecto y tampoco autorización para prestarlos.

Al consultarle sobre el conocido mariposario del maestro, ella abre una gaveta y saca todos los insectarios. Consultamos sobre la procedencia de algunos insectos. “Son de Santa Cruz y Chapare. Vienen estudiantes de esos lados y ellos dicen que es de su zona”, deduce al respondernos.

Repentinamente interrumpe la explicación y baja corriendo por las gradas. “Tengo que vigilar pues, porque no hay portero, y a veces la gente se entra nomás”, expresa.

Al no tener mayor información sobre Martín Cárdenas, más que las deducciones de una improvisada guía, abandonamos el lugar, sin dejar de advertir que el patio de la casa y otros ambientes están impregnados de excrementos de paloma y, en algunos casos, de polvo.

Siempre con una sonrisa y tono amable, la portera se inquieta al no poder absolver todas las curiosidades que surgen al recorrer la humilde morada y también centro de operaciones del cientista más importante del país.

El presidente de la Sociedad Bolivia de Historia Natural, Mario Rodríguez, sostiene que un museo de estas características debería contar con diez funcionarios para un servicio de excelencia. Un director, administrador, investigador, museólogo, bibliotecario y responsable de servicios de mantenimiento, entre otros.

La jefa del Departamento de Patrimonio y Servicios Culturales de la municipalidad, Luz María Ordoñez, informa que se hizo las gestiones para que el próximo año se incorpore al menos un especialista en museología y un portero. Asimismo se realiza la contratación de un arquitecto para hacer mejoras en este y otros museos. “Queremos que en el segundo patio pueda exponerse las principales cactáceas que don Marín ha descubierto”, dice.

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