domingo, 20 de septiembre de 2015

Achocalla se han levantado cuatro monumentales esculturas de la artista Francine Secretan.

De muy niña fui confrontando a la muerte, experiencia que cambió mi vida para siempre. Tal vez por esto, busqué siempre algo más grande, más lejos, más arriba. Seguramente por esto, siempre busqué poder conectarme con el mundo de arriba. Tal vez por esto, hoy estoy realizando este espacio ritual”, habla Francine Secretan y sus palabras se esparcen con el viento. Es el sexto día de la segunda semana de septiembre, de 2015.

Advierte que existe un abismo entre lo sagrado y lo profano. Habla del centro del mundo y de un lugar en el cual las oraciones se moldean y se entregan, entonces “la laguna cósmica los acoge y nace un espacio ritual”, sentencia la artista suiza.

A lo lejos, el Illimani, el Mururata y el Huayna Potosí permanecen impávidos bajo el cielo pintado de celeste. Son los testigos silenciosos de la historia milenaria de la región. Historia con un pasado que se remonta más allá de la llegada de los españoles y de la imposición que se vivió durante la Colonia.

El viento sopla con más fuerza en el municipio de Achocalla, a unos 24 kilómetros de la ciudad de La Paz, allí donde Francine puso de pie las cuatro esculturas que forman parte de su creación: Espíritu ritual.

La suiza es dueña de unas manos grandes como sus sueños. Cuenta que fantaseó con construir un paraje donde “se puedan realizar rituales y ceremonias en toda su nobleza, con la fuerza telúrica de las montañas y de los apus (divinidades)”.

Erigir el espacio ritual no fue una tarea sencilla para la suiza de 67 años, que lleva cuatro décadas en Bolivia. Tardó aproximadamente un año en esbozar y levantar las cuatro esculturas que en la actualidad forman parte del horizonte visual de Achocalla. Éstas se encuentran en la planicie denominada Alto Marquirivi.

Un paraje místico

La más grande de las esculturas es La puerta. Mide aproximadamente cinco metros y pesa 16 toneladas (16.000 kilos). La artista tuvo que construir la obra en cuatro partes y finalmente hizo que éstas encajaran. Fue un trabajo pesado que contó con el apoyo de dos ayudantes.

Francine, detallista como es, escogió las rocas adecuadas para la escultura y se hizo cargo de los cortes, grabados y hendiduras. Respecto de su obra, afirma: “El símbolo de la puerta ha sido utilizado en todas las civilizaciones. Su contenido es poderoso: es la apertura de una comunicación, la delimitación de un espacio que da acceso a otra dimensión. Cierre voluntario, que excluye lo negativo, dejando así pasar las influencias positivas en un lugar sagrado, reservado”.

Sin embargo, la escultura que le hizo “sudar”, según la misma artista suiza cuenta, fue el Guardián. Se trata de una figura hecha en metal y pintada de rojo. Pesa media tonelada y mide aproximadamente cuatro metros y medio de altura.

De ella, Francine comenta: “Lanzándose en el espacio, como los cóndores, para compartir los conocimientos sagrados de los antiguos. Formas más agresivas y tajantes, el Guardián de la Chakana está para preservar los rituales y lo sagrado”.

Con las mismas características de peso, tamaño y material fueron construidas la Chakana y el Recipiente de energía.

“Unión del pasado y presente, la Chakana tiene correspondencia sideral en la Cruz del Sur. Significa puente, transparencia, paso. Por el centro, los primeros rayos del sol entrarán señalando el inicio de una nueva era y marcarán el inicio de las estaciones”, expresa la artista de su obra.

Del Recipiente de energía dice: “El círculo, al no tener principio ni fin, es un símbolo de lo eterno y de lo absoluto. Con una forma dinámica, una flecha invita a las fuerzas del mundo del Alajpacha (el mundo de arriba) a integrarse en el círculo, símbolo de lo eterno, se transforma en recipiente de energía sagrada alcanzando el símbolo casi universal del Ying Yang andino (dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias al mismo tiempo)”.

Francine revela que Mauricio Poma la ayudó en la construcción de estas tres últimas obras. Es un trabajo conjunto que vienen efectuando hace tiempo.

La nueva conquista

El sueño de Francine se concretó gracias al apoyo financiero de la Fundación Suiza Bonhôte. Además, la embajada de aquel país ofreció un espaldarazo permanente a la artista que vive en Bolivia, pero que nació en el país nórdico.

“Considero que la obra inaugurada representa un puente entre nuestros pueblos: una artista de origen suizo que ha creado este espacio místico en un lugar tan especial y maravilloso en Bolivia”, sostiene el embajador de Suiza, Peter Bischof, a la revista Escape.

No solo eso, también asevera que el “éxito” de las esculturas se debe a que la artista tiene “experiencia, habilidad, creatividad y comprensión profunda de lo que es y significa una cultura, ha puesto todo el corazón en su trabajo”.

Francine está orgullosa de su labor. Comenta que al comienzo temía que su obra fuera rechazada por los habitantes de Achocalla (región en la que ella tiene su vivienda); no obstante, éstos se sintieron identificados con el espacio ritual. “Ellos han entendido según sus propias vivencias y han revalorizado las obras”.

Ahora que las piezas están de pie y el espacio ritual es una realidad, la Alcaldía de Achocalla está a cargo de la limpieza y el mantenimiento del paraje. El alcalde Dámaso Ninaja Huanca va más allá de la puesta en escena del sitio. Apuesta por el turismo y señala que la comuna impulsará las visitas al sitio y, también, levantará un anfiteatro. “Estamos muy agradecidos con la artista y con la gente de la embajada suiza porque ahora tendremos un nuevo espacio que vamos a cuidarlo y a conservarlo para el beneficio de nuestra comunidad”.

El rostro de Achocalla está cambiando. Antes, la zona del espacio ritual era lo más parecido a un botadero municipal. Hoy no. Una fiesta espiritual empezó el sábado 12 de septiembre. Lo profano y lo sagrado se han unido en un abrazo propiciado por una suiza, patrocinado por una escultora: Francine Secretan.

Suiza apoya a 47 proyectos culturales

“La cultura no es un lujo, es la vida misma”, manifiesta el embajador de Suiza en Bolivia, Peter Bischof.

Explica que la embajada de su país cuenta con un Fondo para Proyectos Culturales. Éste tiene el objetivo de democratizar la cultura reforzando la identidad cultural y la integración. Además, identifica nuevos talentos y trabaja principalmente con poblaciones de áreas rurales y urbano-marginales, espacios donde generalmente la cultura y el arte no son apoyados.

La entidad ha financiado 47 proyectos en los nueve departamentos de Bolivia, a través de tres convocatorias públicas nacionales. Las iniciativas son diversas e incluyen cine, teatro, circo social, música, títeres, radio, fotografía, literatura, arte urbano, hip hop, danza y apoya diferentes manifestaciones tradicionales.



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