A través de la música y el movimiento es posible integrar las emociones con el cuerpo y la mente. Ése es uno de los postulados de la biodanza, una terapia alternativa que profundiza en la conciencia, estableciendo y fortaleciendo lazos afectivos con la naturaleza y las personas.
Esta práctica mundial busca desarrollar las capacidades personales, el sentimiento de felicidad, las habilidades de comunicación y mejorar las relaciones humanas, simplemente generando un espacio de baile grupal espontáneo.
"La danza te conecta con la alegría y genera un despertar del cuerpo. Te sientes vivo. La biodanza te conecta contigo mismo, con el otro y con el universo. Con el baile y las diversas situaciones de encuentro en grupo se generan muchas emociones”, explica Aluminé Manteca, bailarina y terapeuta argentina, que llegó al país para impartir talleres en La Paz y Santa Cruz.
La biodanza fue creada en la década de 1960 por el antropólogo y psicólogo chileno Rolando Toro, quien, buscando la plenitud personal, desarrolló esta terapia que si bien está instaurada en 30 países de Sudamérica y Europa, en Bolivia sólo se realizan talleres esporádicos con especialistas extranjeros.
En las sesiones el facilitador selecciona la música de acuerdo a los propósitos del grupo. A medida que el baile se desarrolla en torno a las emociones, sin protocolos ni coreografías, se genera un ambiente de afectividad y de confianza entre los participantes.
Uno de los objetivos de esta práctica es estimular las denominadas líneas de vivencia que comprenden la vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia, que Toro las consideraba como funciones universales en todo ser humano.
En ese sentido, la biodanza busca ser un camino hacia el bienestar y la vitalidad, mediante la expresión corporal y emocional que se produce durante el baile, explica Aluminé.
"El baile permite reencontrar la alegría y el placer de vivir. Cada uno, a través de la música, el movimiento y ejercicios de comunicación en grupo, tiene la posibilidad de recuperar la capacidad de sentir y maravillarse con la vida”, agrega.
Además, se trata de una práctica universal apta para hombres y mujeres de cualquier edad, niños y niñas, y también personas con discapacidad.
Ximena País Muñoz, profesora de biodanza de la Escuela Modelo Rolando Toro de Chile, desde su portal web indica que este sistema terapéutico disminuye el estrés, ayuda a superar la depresión, estimula la energía vital, fortalece la autoestima, cultiva la afectividad, desarrolla habilidades para vivir, provoca una alta motivación para el cambio e invita a la construcción de estilos de vida saludables.
Aluminé fue testigo de los cambios que se pueden lograr a través de la biodanza.
"Se producen cambios desde el trabajo, la pareja, el estilo de vida, la forma de vestirse, porque ven nuevas posibilidades. Además hay gente que sana dolores de la infancia y pérdidas”, afirma.
Después de cuatro días intensos de practicar la biodanza, Carola Valdivia asegura que fue una experiencia enriquecedora porque pudo conectarse con su espíritu y sus emociones. "Al encontrarme pude liberarme de algunas ataduras en mi vida y generé un sentimiento de amor por los demás”, apunta.
Al igual que ella, Carolina Bozo comenta que si bien dedicó muchos años de su vida al baile, jamás lo había experimentado desde la meditación, lo que no sólo significó un descubrimiento de su cuerpo, sino también un reconocimiento de su entorno para aprender a convivir en armonía.
Tatiana Camargo, otra de las participantes, aprendió a aceptarse y tolerarse, pero también a entregarse a los demás. "Creo que es una terapia que te sana desde adentro, y eso es lo más importante para estar bien con los demás”, dice.
Además de los talleres impartidos en La Paz, la especialista visitó algunos colegios de Coroico y Samaipata, donde pudo compartir sus conocimientos con niños totalmente dispuestos a disfrutar del baile, sin prejuicios ni temores.
En esas sesiones puso a los niños en un plano de igualdad haciéndolos sentar en círculos, donde la discriminación no tenía lugar y la creatividad salía a flote en cada actividad.
Dispuesta a expandir esta terapia en otros países, desde hace ocho meses Aluminé inició un recorrido por Argentina y Bolivia, con vistas a visitar Perú, Ecuador y Colombia, hasta llegar a México.
"La vida cotidiana divide la mente, el cuerpo y las emociones. Por eso me interesa que la gente se dé cuenta que a través del baile puede conectarse con su interior y con los demás para vivir plenamente y con total felicidad”, concluye.
Líneas de vivencia
Vitalidad Es el despertar del ímpetu vital con el deseo de hacer actividades gratificantes y la alegría de vivir.
Sexualidad Es la disposición al placer de vivir. Éste se manifiesta en una vinculación erótica con la existencia.
Creatividad La obra de cada persona es su propia vida y consiste en crearla y renovarla constantemente.
Afectividad Es la base de cualquier vínculo humano saludable, despertando la empatía.
Trascendencia Es ir más allá del ego e integrarse con la naturaleza y el universo.
Técnicas para "danzar las emociones”
Además de la danza, los talleres que dirige Aluminé Manteca se caracterizan por el uso de técnicas que ayudan a que los participantes puedan expresar y plasmar sus emociones desde otras dimensiones.
Por ejemplo, al final de las sesiones los participantes escriben, pintan o dibujan lo que sintieron en su cuerpo o emocionalmente. También presenta los cuatro elementos naturales para que cada uno se identifique con ellos.
Otra técnica que aplica es la de psicología de color, mostrando una serie de colores primarios que los identifica, para luego dar una interpretación de lo que significa en su vida.
Además de la selección de la música, Aluminé se preocupa de buscar bailes metafóricos, como la danza del otoño, para que, como las hojas que caen, se dejen atrás sentimientos no deseados.
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