Una línea perfecta de aerosol es trazada por Dems en un muro cualquiera cerca a la autopista. Desde hace 10 años se dedica a hacer grafitis, la forma de expresión urbana que le ha dado sus mayores satisfacciones, pero que le ha costado varios conflictos con la ley. Su visión y experiencia son el punto central de un taller en el que se enseñarán las bases de cómo llevar a cabo esta práctica.
El taller, denominado "Según yo y mi otro yo”, se inició ayer en el Espacio Creativo IMA, calle 20 de Octubre N° 2475, a la altura de la plaza Abaroa (www.facebook.com/espacio.ima). Éste tiene un costo de 250 bolivianos y se desarrollará hasta el 21 de febrero, de 18:00 a 21:00.
En su primer módulo, el taller se enfocará en la parte teórica más que en la práctica para desarrollar los procedimientos empíricos y de producción formal del grafiti callejero.
El grafiti, cuyo origen se remonta al Imperio romano, es en la actualidad una forma de expresión que consiste en pintar las paredes de manera libre, creativa e ilimitada, y cuya esencia es buscar un alto impacto, como parte de un movimiento urbano revolucionario y rebelde.
Expresión callejera disidente
Para Dems -nombre de su álter ego grafitero, formado por las iniciales de su nombre real-, el grafiti es un arma social, una forma de expresión, un salvoconducto para establecer su identidad, algo que lo hace feliz.
"Quizá para otros soy un don nadie y para la sociedad no significa nada lo que hago, pero con el tiempo me ha dado frutos que son reconocidos por mi familia, mis profesores y otras personas, ya que he podido participar en eventos dentro del país y ahora fuera de sus fronteras”, cuenta.
Para Dems, de 26 años, el grafiti -del que, según explica, se dice hace más de 20 años que es una moda pasajera, pero los muros de las paredes demuestran otra cosa- refleja tanto en su estética como en sus estilos capacidades increíbles de un arte que no se enseña en las academias, sino que se aprende con la práctica, el estudio y compartir con otras personas que se dedican a lo mismo.
El taller, según explica, no trata de establecer académicamente qué es el grafiti, sino que busca transmitir la visión tanto de la persona como de su álter ego de lo que significa llevar a cabo esta forma de expresión urbana.
Pasión que increpa a la sociedad
La tarde cae en la autopista y Dems, junto a sus amigos grafiteros, termina de pintar un muro. Con la cara cubierta para protegerse de los gases que despide el aerosol, pero también para ocultar su identidad, da los últimos toques al nombre de su álter ego escrito en la pared.
Cuenta cómo su necesidad de expresarse lo llevó a estudiar diseño gráfico y diferentes técnicas de pintura. El resultado es que en el presente no sólo hace el denominado "grafiti ilegal” en los muros -sin el permiso de los propietarios de los inmuebles-, sino que realiza el "legal”, vale decir, un trabajo remunerado por los dueños de las propiedades para pintar sus fachadas o interiores.
Su tranquilidad, su estabilidad económica, su relación tensa con la ley y hasta los efectos negativos en su salud -por inhalar los gases del aerosol- son parte del sacrificio de hacer algo que lo define y apasiona profundamente.
¿Eres un insatisfecho social? "Tal vez. Sí, a veces me decepciona cómo es la sociedad y que me juzguen como maleante o ladrón por hacer grafitis. Es mi respuesta al constante ‘no’ que nos da el sistema. ¡No pintes, no hagas, no grites!, siempre va a haber personas como yo que rompan con ello y sienten presencia a través del grafiti para decir ‘aquí estoy’. Esto es una necesidad”.
Estilos y expresión
Cerca del nombre de Dems pintado en la pared ha hecho su aparición el Cometinta, un personaje creado por Oseck, otro grafitero de La Paz Mark’a.
Hace alrededor de seis años se dedica a esta forma de expresión urbana. Él forma parte del "crew”, grupo de grafiteros, denominado Otro Nivel, mientras que Dems pertenece a La Paz Mark’a.
"En La Paz hay varios grupos, que nada tienen que ver con las pandillas, que se unen por la pasión de hacer grafitis. Los más representativos deben ser alrededor de una decena”, dice.
Pero los paceños no son los únicos que hacen grafiti en la ciudad. El francés Imsa es grafitero hace 12 años y vive hace dos en La Paz.
"La movida del grafiti en los dos últimos años ha crecido mucho aquí. En La Paz es diferente. En Francia no hay muchos lugares para hacerlo, muchas veces las personas esperan a que uno acabe su grafiti para hacer -casi inmediatamente- otro encima”.
Los grafiteros pueden desarrollar una variedad de estilos y formas como el "caligrafiti”, donde se pondera la caligrafía con estéticas en letras y palabras; grafiti-muralismo, que mezcla ambas técnicas de pintura; personajes típicos bolivianos fusionados con otros diseños, como las calaveras, entre otros.
Las firmas, también llamadas "tags”, son la forma más invasiva de grafiti y las que más presentes están en los muros paceños.
Sobre la tensión que existe con la Policía por pintar las paredes sin autorización, Dems explica que lo más probable es que nunca se llegue a un punto de encuentro con la legalidad.
"Primero, me parece (en cuanto a seguridad ciudadana) que hay cosas más importantes en las que preocuparse. Segundo, el grafiti no es una moda, no es una expresión pasajera, está en las ciudades y es imparable”, concluye.
Controversia, ilegalidad y medio ambiente
¿Te has puesto en el lugar de los propietarios de las casas que pintas? "Sí, y realmente es un punto muy polémico en el que no hay coincidencia. No es algo personal con el dueño de la casa o la Policía, pero se trata de sentar un precedente, una respuesta ante lo establecido”, dice Dems, artista del grafiti.
Al respecto, el presidente de la Federación de Juntas Vecinales de La Paz, Marcos Augusto Quispe, manifiesta que el tema es una preocupación constante para los vecinos.
"Es un tema de reclamo constante de los vecinos de las diferentes zonas. Tendríamos que tomar acciones con respecto a la seguridad ciudadana, porque la gente teme que sea un tema relacionado a delincuentes o antisociales”.
Para el grafitero, de lo que se trata es de que la sociedad considere su forma de expresión como algo que no es una moda y que debe aceptar su presencia como tal y no como "maleantes o ladrones”.
Por otro lado, Carmen Capriles, miembro del Grupo Reacción Climática, sostiene que los gases que despiden los aerosoles destruyen la capa de ozono. "Contribuyen además al calentamiento global (...). Este tipo de gases se encuentran en el cuarto lugar de los contaminantes nocivos, junto a otros que se denominan cloroflourocarbonos”.
Dems argumenta que a Bolivia no llegan los aerosoles no contaminantes, como los de la marca Montana.
Para él, como para sus compañeros, el efecto de los aerosoles en su salud y en el medio ambiente es un problema.
"Lo que hago es llevar las latas a los lugares en donde recolectan acero y aluminio para su reciclaje. Esperemos que con el tiempo los aerosoles que no contaminan lleguen a La Paz y tengan un precio que no afecte a nuestra economía (...). Realmente, a título personal, es un dilema moral”.
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