Se apagaron las luces. Desde el fondo de la capilla de Los Huérfanos salieron las sombras con sus sonidos imitando las infinitas voces de la selva antes del alba. Clara Durán Teco llevaba el cirio que bañaba de luz sus hermosas facciones benianas. “Señora, doña María”, musitaba el canto tradicional moxeño. Comenzaba el impecable concierto del Ensemble Moxos en una de las mejores jornadas del IX Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca “Misiones de Chiquitos”, en Santa Cruz de la Sierra.
Los aplausos de bienvenida siguieron mientras se desarrollaba la puesta en escena que acompañó al mejor grupo de música barroca boliviana, pues une a la enseñanza en la Escuela de Música de San Ignacio de Moxos, la frescura de la tradición oral indígena, la participación de niños y jóvenes originarios, la combinación de hombres y mujeres y el canto de las solistas. Tengo el placer de haber visto crecer en este lustro a varias de ellas desde su adolescencia y de aplaudirlas en escenarios europeos -inolvidable paso por Barcelona- americanos y paceños y también en la espera de la resurrección en un Domingo de Pascua, en su propio pueblo. Raquel Maldonado dirige al grupo especializado en música barroca chiquitana y moxeña. Este miércoles, mientras elevaba los brazos para conducir los violines de sus discípulos, asomaba su vientre revelando el avanzado embarazo. ¡Sublime imagen de la madre musical!, que, como era inevitable, despertó suspiros en el público femenino, cómplice de su estado y de la ternura en su trabajo.
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