lunes, 8 de junio de 2015

Juanoncho, el opa más querido



Don Nando nos recibe amable pero un poco presuroso —probablemente tenía muchas actividades apuntadas para ese día, pues se trata de un hombre muy ocupado—, en la Casonga de Juanoncho, la sede de este personaje tan querido en el oriente boliviano, ése que saca a relucir las vivencias, modismos y costumbres propias de las tierras bajas, con un toque de humor satírico pero cargado de una moraleja muy seria.

Una vez acomodados en la salita de la Casonga… devenida en salón de eventos que revela haber acogido varios festejos, Fernando Chávez, más conocido en el medio artístico como Nando, revela el oficio serio que es el humor y la importancia de la constancia y la continuidad a la hora de buscar el éxito. Con el banner de su última película (Mamita de Cotoca) de fondo, don Nando confiesa que desde muy chico ya tenía esa inclinación histriónica, pues le gustaba escribir libretos teatrales para el colegio, actuar en las obras y participar en las veladas culturales en su natal Trinidad. Esa motivación también lo llevó a estudiar el arte sobre tablas en la Academia de Teatro en Cochabamba, mientras seguía paralelamente la carrera de Filosofía.

El actor cuenta que durante los años de dictadura militar en el país se sintió aludido por la serie de atropellos e injusticias cometidas por el régimen, y de esa manera vio en el teatro una vía para denunciar aquel panorama opresivo. Como todo activista en contra de lo establecido, fue perseguido e incluso llegó a verse tras las barras durante el mandato de García Meza, y esas experiencias le dejaron la necesidad imperiosa de retratar injusticias, hipocresías y paradojas en sus guiones. “El humor es muy importante… es un instrumento de comunicación fabulosa”, afirma. “Con el humor llegamos a la gente, le ayudamos a afrontar con buena cara las circunstancias difíciles… No solo es entender la realidad, sino lo que proponemos desde el humor”.

Cosa seria

Y justamente, con estos antecedentes y bajo estos criterios, nacieron los dos personajes más exitosos creados por el actor: El Opa Juanoncho y don Sinforoso. “Recuerdo haber interpretado a varios personajes a lo largo de mi carrera, pero ninguno con el éxito de esta pareja dispareja”. El Opa Juanoncho lució por primera vez su overol, la gorra de larga visera y esa característica cara colorada sobre las tablas en Trinidad, “como un campesino que parte de las obras costumbristas que se presentan en los barrios y canchones del Beni”. Con el éxito y la aceptación del “opa lindo y peludo” —como se presenta en los créditos—, el siguiente paso fue conquistar al público cruceño. Y don Nando corrió con la misma suerte al llenar funciones en el Paraninfo Universitario, la Casa de la Cultura y hasta el Colegio Don Bosco, allá por los años 70, con la primera comedia teatral llamada Opa pícaro. Tiempo después vendría el personaje Don Sinforoso, el antihéroe, el coto e’ lata o viejo mañoso charlatán que siempre pondría en jaque al contestón pero justiciero de Juanoncho.

“Si bien la intención es hacer reír al público con las ocurrencias del defensor de las buenas costumbres y la moral contra el abusivo prepotente, las situaciones que exploran los personajes vienen a ser un retrato de nuestra cruda realidad: episodios de injusticia, corrupción y discriminación, incluso se abordan temas de tinte político”. Para don Nando es importante mandar un mensaje ético, mostrar cómo el “malo de la película” no tiene que salirse con la suya por sobre la nobleza del Opa pícaro. Y es que el malo siempre acaba mal.

Producciones

Asimismo, el actor revela que fue necesario saltar del teatro a la televisión. Y lo hizo produciendo la primera novela beniana Amor en tiempo seco, estrenada en 1994, y posteriormente Hotelucho y Flamante policía, para luego llevar a las pantallas cruceñas las teleseries Chantaje de amor, Coraje salvaje, Indira, Los loteadores y, finalmente, el programa de humor costumbrista El opa metichi.

Todas estas producciones fueron escritas, dirigidas y protagonizadas por él en los papeles de Juanoncho y Sinforoso, promovidas bajo el sello de su productora Tele Artes. Fruto de ello se puede ver a ambos personajes interactuando en un comercial de alcance nacional sobre la venta de terrenos trabajo de la misma empresa que también realiza documentales, producción artística, programas de humor entre otros subgéneros.

La pantalla grande fue el siguiente paso. Ya son dos títulos bajo la producción de Tele Artes: Opa pícaro (2013), filmada en Beni, y Mamita de Cotoca, lanzada a las salas de cine hace poco más de un mes. “Ha sido todo un reto variar la técnica y desafiar lo tecnológico. En Trinidad fue un lleno total, pero en Santa Cruz, el público no respondió como esperábamos”, menciona un poco serio. Pero don Nando, convencido, cree que su arma más importante es el humor, aquél de origen criollo que domina, pero que siempre busca pulir y reinventar, para que el público lo pueda apreciar a manera de recordar y revivir las riquezas culturales de la tierra del cuñapé.

El polifacético artista, la persona detrás del personaje, el del semblante serio sin bromas ni dobles sentidos ni calificativos a todo lo que expresa, denota estar comprometido con su arte. No en vano tiene en su currículum más de 50 obras teatrales completas, presentadas en barrios y pueblos de Beni y Santa Cruz de la Sierra. El actor que da continuidad y constancia a sus personajes, forma parte de la cultura oriental y es reconocido y querido por varias generaciones. Así nos expresa Elena Céspedes, vecina del personaje, que afirma haber crecido viendo el programa del Opa Juanoncho en la Tv, y que lo veía actuar junto a sus hermanos cada vez que podían. “Me gustaba verlo porque siempre me hacía reír con sus ocurrencias, y a don Sinforoso lo veía igual, pero él no me gustaba mucho, siempre era malo y soberbio. Cuando podía trataba mal a la gente, sobre todo a Juanoncho”, comenta la señora. Y aunque don Nando afirma no haber tenido influencias externas para la creación de sus personajes, que fueron moldeándose en el tiempo, doña Elena añade que Juanoncho era para ella como una especie de Cantinflas cruceño, ése que a través del humor refleja cosas del vivir oriental, de las costumbres del campo que se van perdiendo de a poco. ¡Mamiiiiiiinga!



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