La Orquesta Filarmónica de Cochabamba, dirigida por Augusto Guzmán, inicia su temporada 2011 con dos conciertos a realizarse, hoy y el martes 5 de abril a las 19:30 horas, en el centro de convenciones El Campo.
La Orquesta interpretará, por primera vez en Cochabamba, la obra “El bolero de Ravel”, del compositor francés Maurice Ravel (1875–1937). Asimismo, la pianista Marianela Aparicio tocará como solista obras del mismo autor. Por otro lado, el violinista Eduardo Rodríguez presentará piezas del alemán Max Bruch (1838–1920).
Más de 60 artistas participarán en los conciertos, cuyas entradas están a la venta en la pasarela del Cine Center (avenida Del Ejército, casi Oquendo), a precios de Bs 70, 50 y 30, dependiendo de la ubicación de las sillas.
“Ravel y Bruch son compositores casi coetáneos. El primero es impresionista y el segundo es más bien ya de fines del romanticismo. El concierto de ‘El Bolero’ es uno de los más famosos”, dijo Guzmán, músico de larga trayectoria con estudios en el exterior.
VARIADA Señaló que, al ser Ravel impresionista, su orquestación es muy variada –por ejemplo, incluye dos saxofones–, existiendo mucha mezcla de las sonoridades éstos.
A su vez, Eduardo Rodríguez, destacado violinista que igualmente se formó afuera, indicó que el concierto de Bruch forma parte de “los grandes del repertorio violinístico mundial”.
“Entre sus muchas obras, Bruch compuso tres conciertos para violín. El ‘Concierto para Violín No. 1 en Sol Menor” es el más famoso y es el que vamos a interpretar. Es un concierto eminentemente romántico, muy melódico, tiene muchos contrastes de carácter y es muy apasionado”, sostuvo Rodríguez.
Manifestó que existe un diálogo entre el solista y la orquesta, en esta obra –ya interpretada por el artista en Rusia y Austria- que en parte final tiene “características más folklóricas del acervo alemán, siendo a la vez muy virtuoso en su parte técnica”.
Por su lado, Marianela Aparicio –quien en semanas más presentará las mismas obras de Ravel en Polonia, invitada por la Orquesta Filarmónica Koszalinska, dirigida por Rubén Silva–, señaló que la obra de Ravel supone un verdadero reto en la conjunción de la orquesta y el piano.
Adelantó que la obra es una conversación súper interesante, que no se lleva a cabo en la mayoría de los conciertos. Además de eso hay un tema de efectos. En el piano no solamente se deben tocar notas suaves, sino que hay que buscar timbres, sonoridades diferentes. “Como el compositor es un impresionista, a ratos tienes que imitar al agua, sonidos de pajaritos, tratar de que con la música la gente pueda imaginar esas cosas”, explicó. Se requiere mucha fuerza y ritmo, porque el primer y el tercer movimiento son rapidísimos y de mucho impacto, dijo la artista.
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