“Es sangre de verdad”, dice sorprendido un niño de siete años, cuando observa la réplica de la túnica ensangrentada de Jesús, que se expone hasta hoy en la muestra Siguiendo las huellas de la pasión, en el Museo San Francisco.
Durante el recorrido, otra niña, al ver la corona de espinas que le pusieron a Jesús antes de morir, comenta: “Pobrecito”. Mientras algunos de sus compañeros tocan el objeto, que fue traído desde Turín, Italia.
El guía de la exposición, Daniel López, explica que la muestra tiene la finalidad de que la sociedad reflexione acerca de la muerte y sufrimiento de Jesús.
“Son réplicas de los objetos que se usaron para crucificar a Jesús, nuestro Señor”, comenta López.
El momento cumbre de la muestra es la exhibición de la réplica de la sábana santa. La original se conserva en la catedral de Turín y en ella se aprecian las huellas y las marcas del cuerpo de Jesús.
En el recorrido, los niños son sorprendidos con la exposición de los clavos y los látigos con los que flagelaron al Hijo de Dios. “Seguro fue doloroso”, suspira una de las niñas.
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