lunes, 13 de agosto de 2012

Museo en el monoblock tesoro de Bolivia en la UMSA



Desde el piso superior de la Biblioteca de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), cerca de los trajes del cuentista y periodista Alberto de Villegas (1897–1934) y del historiador Humberto Vázquez Machicado, se ven las cabezas gachas de los estudiantes del monoblock revisando bibliografía. Una de las dos alas de ese piso se está habilitando para albergar el museo de la institución educativa.

La colección de la UMSA ronda las 350 mil piezas, entre libros internacionales (250 mil) y bolivianos (26 mil), 2.500 manuscritos, 12 mil folletos variados y 500 obras de museo, además de otros objetos, todos de entre los siglos XVII y XIX. Algunos ya están en esta área de la biblioteca, adonde fueron trasladados del ala de enfrente a principios de año. Es allí, donde ahora hay computadoras para hacer consultas, donde se inauguró el Museo de los Escritores Bolivianos en 1959, promovido por el entonces director de la biblioteca, Porfirio Díaz Machicao. Él fue quien solicitó a las esposas y herederos de autores nacionales que enviaran objetos que hubieran pertenecido a esas grandes firmas. Es por ello que hay una cantidad considerable de fotografías de rostros de la literatura nacional y, además, elementos como el escritorio, el tintero, el juego de ajedrez y la biblioteca personal de Franz Tamayo, según describe el actual director de la biblioteca de la universidad, Armando Blacutt. También hay un poncho que perteneció al historiador, diplomático, profesor y director del lugar donde abrirá el museo, el ya fallecido Humberto Vázquez Machicado (Santa Cruz 1904-La Paz 1957), así como el tintero de Bautista Saavedra, político y escritor que llegó a ocupar la Presidencia de Bolivia entre 1921 y 1925.

A través del cristal de una vitrina de madera que ocupa la parte central de la sala, se puede contemplar antiguas ediciones de El Quijote repujadas en cuero, además de un ejemplar en hebreo de esta novela de Miguel de Cervantes.

Pero no todo lo que la institución educativa tiene bajo custodia está a la vista. La colección ha crecido con la recopilación de obras que se encontraban en otras bibliotecas de la UMSA y en la del propio monoblock.

Entre las maravillas del fondo bibliográfico se hallan los manuscritos originales de Nataniel Aguirre, incluidos algunos inéditos, como Los porteños, la segunda parte de Juan de la Rosa, novela fundacional de Bolivia. Otro texto que nunca fue publicado, y que se encuentra en el depósito, es el borrador de una novela histórica escrita por José Ballivián, vencedor de la Batalla de Ingavi y Presidente de la República entre 1841 y 1847.

Rarezas en papel

Hay además toda una serie de libros “raros”, califica Blacutt. En la vitrina principal luce un texto que deja ver la ilustración de un hombre de rodillas ante una mujer sentada, mientras las manos se pierden bajo la falda de la señora. Es un antiguo manual de ginecología.

En una pequeña sala a la que se accede desde la principal, están los libros a escala reducida. Las tapas desgastadas y las páginas que parecen haber adoptado el color del polvo denotan la antigüedad de algunos de ellos, entre los que destacan la Historia crítica de la Inquisición y un manual técnico de ingeniería, “tamaño bolsillo”, bromea el director. A esta colección se la considera extraña, tanto por su tamaño como por su contenido.

En este cuarto hay también, apoyadas sobre varias sillas, pinturas “cusqueñas”, según Blacutt, por ejemplo, la imagen de la Virgen de la Candelaria. Algunas han sido restauradas en la propia UMSA. Otras, aún lucen claramente su verdadera edad, como el cuadro de un Cristo al que le falta el marco inferior, por lo que el lienzo está suelto. Éstas son algunas de las piezas de arte que formarán parte de la exposición. En la puerta de la sala, como custodiando la entrada, hay otra: un busto en mármol del poeta sucrense Gregorio Reynolds. “Ésta es una de las obras que ha hecho mucha bulla”, asegura el director. La realizó el escultor argentino Luis Perlotti y la llegada a La Paz de tal creación causó gran revuelo.

La sala que custodia el busto del poeta será destinada no sólo a lugar de exposición, sino que también albergará tertulias con escritores, aventura Blacutt. “Vamos a darle condición de museo”, indica la rectora Teresa Rescala. Es por ello que la sala, de pequeñas dimensiones, se separará del resto de la biblioteca con un cristal que impida que las conversaciones de los visitantes o las explicaciones de los futuros guías molesten a los estudiantes, allá abajo, que consultan los libros.

“Va a estar listo antes de noviembre, pero queremos hacer la entrega al pueblo de La Paz, de Bolivia y del mundo el 30 de noviembre, porque es el día de la Universidad Mayor de San Andrés”, se compromete Rescala.

Hay algunos objetos que, sin embargo, por el momento, seguirán en la caja fuerte de la UMSA, donde los vio la rectora por primera vez en febrero: el Acta de Fundación de la República, la banda presidencial y la Gran Cruz de la Orden del Cóndor de los Andes del Mariscal Andrés de Santa Cruz. “La reapertura de la caja fuerte ha sido fascinante”, expresa. “Un momento inolvidable de mi vida”. Hacía tiempo que quería conocer el contenido, pero la llave no aparecía por ningún lado. “El inventario de lo que tiene la caja fuerte es un sueño”, comenta emocionada la máxima autoridad de la UMSA. Apilados en los estantes, hay también fotografías, libros, documentos y joyas que condecoran la acción de los combatientes de las batallas de Yanacocha e Ingavi. La banda y el Cóndor del Mariscal saldrán de su resguardo el día de la inauguración, pero luego se volverán a retirar, al menos durante un tiempo. “Son 183 años que están muy bien resguardados en la caja fuerte, aunque no estén a la vista del público. Tenemos que encontrar mecanismos de seguridad absoluta, que existen, y vamos a ver la posibilidad de adquirirlos para que los bolivianos puedan apreciarlos”, dice Rescala.

Al preguntarle por qué la UMSA tiene tesoros valiosos no sólo para la historia académica, sino para la de todo el país, la rectora especula: “En su época, la universidad era un centro importantísimo en la vida de la sociedad. Ahora lo sigue siendo, pero los países crecen, se crean otras instituciones. Probablemente, en el pasado han encontrado que la universidad era un buen lugar dónde guardar documentos históricos”.

Y se hace esperar

Todo ese legado ha estado oculto durante más de medio siglo. La rectora, que ejerce el cargo desde 2007 y es la primera mujer en ostentarlo, no puede explicarse por qué no se hizo antes el repositorio. Este año, por fin, abrirá sus puertas, aunque más tarde de lo previsto, ya que la inauguración debía hacerse en julio. “No han sido designados a tiempo” los especialistas que se harán cargo de la catalogación del material museístico”, explica Blacutt.

“La historia de la universidad, donde se refleja la historia de Bolivia y la historia del mundo, tiene que ser conocida gratuitamente”, opina Rescala, pero será el Consejo Universitario quien lo determine.

Además de los Anales de la Cámara de los Diputados, la colección bibliográfica de José Rosendo Gutiérrez (historiador, poeta y cancelario de la UMSA) y documentos del cerco a La Paz, la rectora quiere aumentar la colección con los registros empastados en cuero, que se encuentran en el rectorado, de “todas las resoluciones desde el primer día de vida de la universidad”. Y éste no es el único repositorio que Rescala planea para la institución. Quiere crear otro, más adelante, con el equipamiento antiguo de la institución que aún se encuentra en uso.

“Detrás de un objeto siempre hay una gran historia”, sentencia Blacutt. Por ello, a la rectora le parece perfecto que el museo se encuentre sobre el área de lectura de la biblioteca. De esa forma, después de ver, los visitantes podrán ir a leer sobre lo que han conocido en el repositorio.

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