jueves, 23 de agosto de 2012

Dos muralistas plasman la obra en el Mercado Camacho Pintan a la Madre Tierra desde la mirada mapuche y aymara

Para los mapuches el sol es el Antü y para los aymaras es Wiracocha; en ambos casos, este astro es un dios y con esa visión será retratado en un mural que plasman artistas argentinos y bolivianos en una pared del mercado Camacho.

La obra, que aún no tiene título, es una de las 16 que se pintan en diferentes espacios del centro paceño en el marco del primer Encuentro Internacional de Muralismo Grafiti y Stencil que se desarrolla en la ciudad desde el lunes y que también abrirá espacios para el debate sobre la situación del arte urbano en el siglo XXI.

Agitado y aterido por la altitud y el frío del invierno paceño, el argentino Lucas Quinto pinta a detalle la imagen de una mujer morena y de cabellera negra. “Es la Ñuke Mapu que es la versión mapuche de la Pachamama. En este mural queremos plasmar deferentes mitos sobre la Madre Tierra, uno de ellos es el sol, un símbolo importante para nuestras culturas y que queremos que esté presente”, explicó.

Al otro extremo del mural, el boliviano Leonel Dorado crea figuras de la cosmovisión aymara. “Pinto la vida y la muerte que es parte de nuestra cultura y de la Pachamama”, comentó.

El mural, que mide cuatro por diez metros, es plasmado con la técnica de pintura al seco. Ayer ambos artistas pintaban la bandera mapuche y la wiphala. La obra incluirá imágenes de animales y símbolos representativos de los mapuches y aymaras. “Este mural, de alguna manera, junta a los dos pueblos originarios, a sus mitos y a su cultura, similares de alguna forma. Además, crea un espacio de diálogo”, dijo Dorado.

El jaguar y el cóndor

Muy cerca, Sebastián Maissa, Gerardo Cianciolo, Pablo Ramírez y Sasha González, integrantes del colectivo argentino Murosur, trabajan afanados en otro mural. En éste los protagonistas son un jaguar y un cóndor.

“Queremos que el mural transmita una concepción de figuras representativas de las culturas guaraní y andinas. Es por eso que elegimos a ambos animales que serían como los guardianes de la Madre Tierra”, explicó Maissa, uno de los muralistas más importantes de la región.

La obra, que hace gala de intensos amarillos y azules, tiene una extensión de seis por tres metros y busca retratar la conexión entre los pueblos.

“La idea es recrear nuestra cultura en La Paz, pues consideramos que esta ciudad es el verdadero corazón de Sud América”, indicó Maissa,

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