A partir del año 2002 se estableció nuevamente en Potosí y, con el respaldo de su esposa española, inauguró una galería privada de arte en su domicilio familiar, cuya finalidad primordial es impeler la creación artística en los estantes y habitantes de la ciudad que le viera surgir.
En mi efímera entrevista a Tupac a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, punto geográfico en el que este talentoso, porfiado y rebelde artista potosino, aún hurta los colores de las llicllas y los aguayos que ostentan las divinidades andinas, para enseñar a pintar a los niños y los jóvenes de Potosí, la cual pervive enigmática y oculta en medio de unas altísimas montañas gris-azuladas.
He aquí una síntesis de nuestro breve encuentro matizado con acordes de piano y algunas libaciones con buen singani:
¿En qué circunstancias conoció a Laura Doldán Canedo, su actual pareja y madre de tus dos pequeños hijos?.
Carlos Cornejo (CC). La conocí en una actividad cultural. Desde entonces es mi compañera y juntos hemos seguido el camino del arte, realizando numerosas muestras conjuntas en España. Actualmente vivimos en Potosí y hemos abierto una escuela de arte y galería. El propósito es seguir difundiendo nuestras obras artísticas y enseñar lo que sabemos.
¿Qué países recorrió y cuánto duró su periplo por el mundo antes de su retorno a Potosí?.
C.C. Duró 15 años. Primero visité Perú, donde estuve tres años investigando las ruinas de Machu Pichu, Sacsawaman y las líneas de Nazca. Asimismo, estuve en Ecuador, Colombia, Venezuela, Chile y Argentina, donde el año 1992, expuse en la Recoleta en la muestra pictórica “El encuentro de dos mundos”. De ahí, pasé al Uruguay, lugar en el que conocí a Eduardo Galeano. En el país que más tiempo residí fue en España, 10 años estuve allí. También expuse mi obra en Portugal, Italia, Francia y Suiza.
El agua es la protagonista de la acuarela pero todavía hay detractores, que la tachan de ser una técnica de “segunda”. ¿Qué opina al respecto?.
C.C. La acuarela es para mí la técnica más difícil, ya que no usas el color blanco, porque utilizas el blanco del papel. De ahí la luminosidad y la máxima aproximación a la naturaleza. Considero que la soltura y espontaneidad son imprescindibles para la realización de la obra en acuarela. El tachar “de segunda” a esta técnica no profundiza realmente lo importante, que en este caso, vendría a ser el contenido de la obra.
¿Qué estilo pictórico logró y qué maestros influyeron en la consolidación del mismo?.
C.C. El estilo lo trabaja uno a través del tiempo, es como la letra o la firma. Influencias tuve, pero más en el contenido que en la técnica. Por ejemplo, Eduardo Galeano influyó en mi obra crítica de América Latina. Me gusta el dibujo claro y realista para que el mensaje de la obra sea comprensible, porque creo que nuestro país necesita un lenguaje plástico que aporte al proceso de cambio que estamos viviendo en Latinoamérica.
Ricardo Pérez Alcalá, el afamado artista de la acuarela boliviana, sostenía que la gratitud, el asombro y la indignación son motivos de creación ¿Está de acuerdo?.
C.C. Estoy de acuerdo; empero, a estos motivos, agregaría la descolonización de nuestro pensamiento. Ya que durante siglos hemos sido colonizados y destinados a copiar más que a crear. Don Ricardo Pérez Alcalá, dijo: “iluminar la realidad para hacerla aparecer”, a lo que yo paralelamente añadiría: “interpretar la realidad para hacerla aparecer”.
Como Cecilio Guzmán de Rojas, ¿busca reivindicar al indígena como valor estético y cultural en algunas de sus obras? ¿A ello se debe su seudónimo de Tupac?.
C.C. El seudónimo de Tupac no se debe a la reividicación estética del indígena que propone Guzmán de Rojas; sino a identificar mi proceso artístico con la lucha y el rescate de la dignidad de nuestros pueblos originarios. Así como Tupac Katari dijo que volvería siendo millones, yo deseo llegar a millones con mi obra, ya que en ella les implico a todos.
Melchor Pérez Olguín ¿sigue siendo considerado por la crítica especializada en Europa como uno de los máximos exponentes de la pintura altoperuana en la colonia?.
C.C. Quisiera resaltar que Melchor Pérez Olguín es un ejemplo para todos nosotros, un luchador y una luz. Los artistas como los espejos, reflejamos lo que miramos y lo que sentimos. Melchor Pérez Olguín plasmó su realidad, su tiempo y su espacio, dejándonos como muestra su obra transcendental a todos los hombres y mujeres del planeta.
¿Se impuso alguna tarea como maestro de la acuarela al regreso a nuestro país?.
C.C. Sí, la escuela de arte “Kay Wasiyky”, y nuestro museo descolonizador actualmente abierto en la calle Simón Chacón No.19 de la ciudad de Potosí. Lamentablemente la actividad cultural está frenada por la mediocridad autoritaria y circundante. Sin embargo, no le echo la culpa a nadie en particular por las incomprensiones de las que soy objeto, porque el primer culpable soy yo al intentar arar en el mar; mas, tengo la esperanza de que como los cometas me elevaré a pesar del viento.
¿Qué hay de su quehacer musical? pude advertir que aprendió a tocar el piano.
C.C. Cuando decidí aprender a tocar el piano, me propusieron ser compositor o intérprete… me decidí por lo primero, y me siento un cóndor cuando me hallo junto al piano. Mi primer concierto fue en la Casa de la Cultura con temas de mi autoría, como: Deuda externa, Genocidio, Amor, Amigos, Encuentro y otros… Hace muy poco, en un concierto en la Gobernación de Potosí, toqué otras composiciones mías: Niñez, juventud y eternidad, Killa, Familia, Laura, Metamorfosis y Huelga de hambre.
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