La compañía chilena Teatro de Cámara presentó La Casa de los Espíritus, una recreación de la novela homónima de Isabel Allende, para cerrar exitosa y provisionalmente, el telón del FITAZ. El compromiso de instituciones y promotores teatrales es redituar la próxima versión del FITAZ con buen teatro, diverso, reflexivo, innovador y creativo, como fue esta séptima versión
Con La Casa de los Espíritus, la Compañía expuso una sólida propuesta escénica, explotando al máximo el espacio, los recursos escenográficos y visuales. Exhibiendo homogeneidad y alto nivel actoral, interpretando disímiles personajes y papeles. Actores que tienen el complejo desafío de vivir teatralmente una larga secuela de transformaciones individuales y político-sociales, además de mostrar el transcurrir del tiempo en el cuerpo e interpretación de los actores. Propósito logrado, con alguna tendencia a actuar más para el espectador, para la imagen o composición espacial, relegando con ello el compromiso emocional del actor con el personaje, con la situación en la que se encuentra o el conflicto que enfrenta.
Moviéndose cuidadosamente en el escenario, guardando las distancias y la perspectiva, siguiendo meticulosamente la exuberante puesta en escena. Haciendo del escenario un lienzo casi cinematográfico para narrar el sempiterno drama del ser humano frente a sus pasiones, ambiciones y el poder. El director y los actores solucionan con gran solvencia los límites que plantean la adaptación de la novela y el teatro, exigente género que demanda acción, conflicto y entrega, en tiempo real.
Gracias por seguir haciendo teatro de arte, en especial a Julio Jung, a quien conocí en las tablas, en Venezuela, en un largo exilio que no hizo mella en su espíritu, y Catalina Palma.
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