A diferencia de sus versiones anteriores -la de 2010 acogió a grupos de 15 países distintos y la de 2008 a 12-, este año la participación internacional fue mínima. Fueron s solamente siete las puestas en escena internacionales de países como Argentina, Brasil, España Francia y Chile, con dos grupos.
Según apunta el literato y crítico teatral Omar Rocha, la participación internacional en esta versión se vio menguada por el escaso apoyo de embajadas para permitir la llegada de grupos de sus países. El experto señala que a pesar de su reducido número, el nivel de las obras internacionales varió mucho. “Como en todo festival, la participación internacional tuvo altas y bajas pero en general hizo falta el apoyo auspiciante, por lo que la variedad de la oferta internacional disminuyó notablemente”.
El analista político y pedagogo teatral Carlos Cordero coincide con Rocha al señalar que aunque su presencia fue mínima, “con alguna excepción, el nivel de las producciones internacionales varió de medio a alto”.
“A veces los grupos que llegan al país no conocen la realidad boliviana y piensan que es un mercado con bajo nivel de apreciación cultural y se equivocan, porque estos festivales han ido convirtiendo al público boliviano en un público exigente”, opina.
Una de las organizadoras del festival, la actriz Paola Oña, también apuntó la escasa variedad en la oferta internacional.
“Existe la posibilidad de ver cosas más diversas en cuanto a las obras que se traen, pero lo más positivo es que al ver las obras internacionales se puede ver que el teatro boliviano es un teatro de calidad y que no tenemos nada que envidiar al extranjero”.
En esta versión los siete grupos internacionales que se presentaron en el Fitaz ofrecieron obras distintas en temas y formatos. Argentina fue representada por Osqui Guzmán con el monólogo El Bululú, calificado por los críticos Carlos Cordero y Lupe Cajías como “la mejor obra del Fitaz”. También un monólogo fue presentado por Francia con la adaptación de la novela Estupor y temblores. Otra adaptación de la literatura fue La casa de los espíritus, de la compañia chilena Teatro de Cámara. La otra obra chilena fue Me desordeno amor, una obra en pequeño formato de la compañía Las reinas del mambo. Brasil presentó una obra surrealista y silente en No Pirex y España una de teatro tradicional con 30 grados de frío.
Pocos actores
Los nombres de Diego Aramburo, Patricia García, Cristian Mercado, Erika Andia, Claudio Ossio, Antonio Peredo, Francia Oblitas y Enrique Gorena se repitieron alternativamente en las fichas de los grupos bolivianos durante el festival. Lo mismo sucedió con Luis García-Tornel, Soledad Ardaya, Antonio Diáz-Florián entre otros, que hicieron diferentes funciones en varios elencos del Fitaz.
Los casos más llamativos son los de Aramburo que, además de presentar una obra con su Kiknteatr fue invitado a dirigir la obra Hamlet de los Andes. García, Andia, Ossio estuvieron presentes como actrices en tres obras. Oblitas y Mercado actuaron en dos y dirigieron una cada uno.
Según la organizadora del Fitaz, Maritza Wilde, estas repeticiones no se dieron debido al “profesionalismo” de muchos de estos teatristas, cuyas “trayectorias y experiencias les permiten desarrollar varias obras a la vez, algo positivo para el teatro”.
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