Diego Aramburo cosechó buenas críticas a su paso por el Fitaz 2012, donde dirigió dos obras: Hamlet, de Los Andes, como director invitado, y Medea Material. El teatrista también ha montado obras en otros países, pero defiende la creación desde Bolivia.
Respecto a su experiencia con Teatro de Los Andes, el grupo que lo invitó para encargarse de su propuesta en el Fitaz, Aramburo explica que está dirigiendo grandes instituciones fuera del país hace tiempo, por lo que está acostumbrado a cambiar de forma de trabajo, de modo de producción e incluso de estructura productiva.
“He estado trabajando con instituciones que son monstruosas afuera, como el Teatro Nacional de Quebec, donde yo puedo trabajar y escoger actores que residen en otras ciudades, y lo hice con estrellas de cine y televisión de Canadá”, cuenta Aramburo.
El bagaje y la soltura como director que ha acumulado le permite participar con cualquier compañía y, aunque esto siempre es un reto, considera valioso el aprendizaje que implica. Afirma que no es un director que llegó a imponer su propio lenguaje, sino que dialoga bastante con los actores. “Siempre he mantenido esa línea para que los resultados se constituyan en una especie de pieza coherente con mi forma de trabajo y mis postulados artísticos, pero que también respeten a la casa de producción y la compañía que me invita”.
En Quebec montó la Medea de Eurípides y la estrenó el año pasado. Tuvo un mes de temporada, alcanzando 12 mil espectadores, aproximadamente. Aquí presentó Medea Material, basada en el texto de Heiner Müller, un autor alemán de teatro contemporáneo. “Es un teatro muy deconstruido, donde la actuación no tiene que ser realista y las obras no tienen por qué contener escenas que reconstruyan la realidad lo más fielmente posible”, dice el director.
En esta corriente teatral, los autores presentan una reflexión visible sobre la sociedad, y lo mismo hace el director. “Yo no oculto mis puntos de vista”, asegura, y por eso deja su huella en las obras que monta, incluso si no son de su autoría. En Quebec, por ejemplo, pese a que la obra de Eurípides era un gran montaje, más cercano a los clásicos de teatro de repertorio, igual dejó su impronta en éste, ya que abordó muy a su estilo la temática de la mujer, que es uno de los ejes, hasta el momento, de gran parte de sus producciones.
“Medea es un personaje que me fascina y por eso la he tocado y retocado distintas veces, ahora mucho más claramente con los montajes de Canadá y Bolivia”, comenta y luego adelanta que tiene en proyecto una especie de tercera Medea, que sería un texto propio.
Aramburo ha recibido en ocho oportunidades el Premio Nacional de Teatro, además que actuó y dirigió con éxito obras en Estados Unidos, Argentina y Francia, por citar algunos países. A pesar de ello, no piensa irse a residir a otro lugar porque defiende el hecho de ser un artista boliviano y de crear desde Bolivia. “Creo que es inherente a la riqueza y particularidad de la visión que yo propongo al teatro, tanto aquí como en el exterior, el hecho de pensar todo, de procesarlo, desde la experiencia, forma de vivir y entender las cosas que tiene alguien que ha nacido, crecido, vivido, y sigue decidiendo vivir, estas culturas que conforman Bolivia”.
Director en Argentina
Aramburo fue invitado por la compañía Sr. Barbijo para dirigir King Kong Palace en el Festival de Teatro Mercosur (2009). Con ellos también montó un texto propio, El preciso instante para no ser amado, obra que ganó varios premios en el país vecino.
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