Al llegar a La Paz, Serge Carraco sintió la misma sensación que cuando le golpean en un partido de rugby. Eso pasó a finales de septiembre. Ahora se siente mejor, aunque aún no puede correr los 60 minutos que tiene como meta cada vez que sale a trotar; se queda en 20. Lo que ya ha logrado ha sido contactar en La Paz con un equipo de rugby, deporte muy popular en el sur de Francia, de donde es él.
Allá donde va, Serge (51) siempre busca un elenco de esta disciplina. “Para mí, el rugby siempre ha sido muy importante”. México fue el primer país latinoamericano donde estuvo, como profesor del Liceo Francés. Entrenó al equipo de esa institución que llegó a ser campeón nacional. También organizó un combinado femenino, pues las chicas del Liceo apostaron con sus compañeros que también podían practicar este deporte. Incluso él mismo jugó en la selección nacional mexicana.
Desde los 23 años ha estado fuera de Francia. El primer país donde trabajó como profesor de la lengua francesa fue Canadá. Sin embargo, su deseo era vivir en el sur de América. Tras estar en México, regresó a su nación para poder alcanzar, un día, su sueño: estudió y trabajó para ejercer como director de la Alianza Francesa. Su atracción por el sur se debe a su madre, de origen argentino pero criada en Francia. Ella solía relatarle historias de su abuelo en la tierra de La Plata. “Me impresionó bastante y siempre quise conocer América Latina. El problema es que todavía no conozco Argentina”.
Hubiera podido dedicarse profesionalmente al rugby, pero “para eso tenía que quedarme en Francia (…), pero yo preferí viajar y trabajar en el extranjero”, explica. Asimismo, la arqueología, a la que se quería dedicar cuando era niño, también le empujó hacia la antigua Abya Yala. Le apasionan las culturas precolombinas, por eso le gustaron tanto México y Colombia. En éste último fue Director de la Alianza en Cartagena de Indias, donde —cómo no— fue el entrenador del equipo de rugby de los cadetes de la Escuela Naval de Colombia y participó en el proyecto de creación de la federación colombiana del deporte que tanto ama.
Ahora en Bolivia, como director de la Alianza Francesa, tiene ganas de conocer Tiwanaku. “El problema es que estoy aquí para trabajar”, bromea. Cuenta que tiene 1.000 discos de jazz —su otra pasión—. Imaginamos que no los lleva en sus maletas por sus constantes viajes. Quienes sí van siempre con él son su mujer y su hija. “Ellas siempre quieren seguirme, yo no sé por qué”, sonríe.
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