Hace 60 años un estudiante de derecho decidió internarse en el altiplano para convertirse en pintor. Era la época de la Revolución Nacional de 1952 y quienes le conocían le advirtieron de la supuesta animadversión de los indígenas a los citadinos y le recordaron los linchamientos a los terratenientes blancos. Él no escuchó esas voces agoreras y vivió en la zona andina. Lo que encontró entre sus habitantes no fue sino solidaridad.
“Un día me hallaba pintando en el campo y un campesino se acercó por detrás y me dijo ‘vendeme’. Esa sensación me abrió el corazón porque si a ese señor le gustaba lo que estaba haciendo había algo que nos ligaba. Entonces supe que podía convivir con cualquier persona a través del arte” cuenta quien hoy es uno de los artistas plásticos más reconocidos de Bolivia: Lorgio Vaca.
El artista cruceño estuvo en La Paz hace poco para recoger el premio que la Fundación Otro Arte otorgó a su trayectoria. Página Siete conversó con él.
Usted empezó a dibujar desde muy joven. ¿Por qué cree que tenía ese impulso?
Quería expresarme. Fui hijo único y era un muchacho solitario así que todos los días me encerraba a pintar pero era un mal alumno de dibujo porque no me gustaba hacerlo en el colegio. Yo me encerraba a pintar y no mostraba a nadie mi trabajo.
A los siete años me tuve que venir a vivir a La Paz con mi mamá y en mi juventud , en la calle Yanacocha, hice un grupo de amigos entre los que se encontraban Armando Mariaca y José de Mesa (futuros periodista y arquitecto, respectivamente) con quienes intercambiaba libros, pintábamos y teníamos una vida intensa; eso es muy importante porque desarrollamos una especie de pedagogía horizontal.
Yo comencé a estudiar derecho, pero a los dos años abandoné la carrera porque vi que más me apasionaba la pintura y el arte, el teatro, la danza...
Estamos hablando de una época muy conflictiva en el país.
Sí. En la calle fuimos testigos de los grandes movimientos obreros y campesinos que desembocaron en la Revolución de 1952. Todo eso nos influía porque nosotros tomábamos contacto con estas realidades que no se nombraban en la escuela.
El año 53, cuando decidí dejar la universidad, mi trabajo y mi casa, me fui al campo, que estaba todo convulsionado; en la ciudad había mucho temor por el enfrentamiento que pudiera haber con los campesinos.
Pero yo fui y tuve una gran acogida entre los indios y pude subsistir andando de rancho en rancho, comiendo y durmiendo en sus casas.
¿Cómo se establece su relación con la pintura social?
Las experiencias que tuve con los indígenas no eran políticas, eran relaciones humanas de amistad, respeto y cariño. Cuando volví a la urbe pude notar con mayor claridad esa gran brecha que había entre la gente de la ciudad y del campo, entre los ricos y los pobres, entre los que creen que saben y los que no saben, y yo la veía muy absurda, como la veo ahora.
Pero entonces comencé a entender por qué se producía eso y llegué a la conclusión de que había desconocimiento entre la gente ‘colonizada’ que vive en la ciudad y las culturas de los indígenas que no conocemos bien.
Ahí comprendí que la tarea más importante que podíamos hacer los jóvenes era ayudar al conocimiento de ambos mundos y comprendí que ésa es la misión que tenemos todos los pintores.
¿Cuál es la satisfacción más grande que ha tenido en estos 60 años de hacer arte?
Es todos los días que vivo, la felicidad es simplemente vivir, los momentos de gran felicidad son aparentemente insignificantes, ver una flor, mirar un ave. Pero para eso se tiene que tener calma, tienes que ser tú mismo. La construcción de uno mismo es fundamental para la felicidad.
Para un artista la vida es lo que vale, no solamente lo que nos parece lindo, también las cosas feas que son parte de la vida.
El trabajo puede ser un trabajo duro, yo a veces me pongo a trabajar y no como, no duermo, no siento hambre ni siento sueño y soy feliz.
Luego me levanto y veo lo que he hecho. Si me gusta completamente lo dejo, me doy una vuelta y vuelvo a mirarlo y luego lo dejo varios días así. Sin embargo, cuando termino una obra no soy más feliz que cuando la estoy haciendo. La felicidad no está al final de la vida, está en cada día que tienes.
Hoja de vida
El cruceño Nació el 24 de septiembre de 1930.
El artista Es muralista, pintor, escultor, ceramista, estampador.
Su hijo Es padre del afamado guitarrista Piraí Vaca.
Obra mural
Parque El Arenal En el centro de la laguna del paseo del mismo nombre se despliegan dos grandes muros de concreto. Contienen relieves cerámicos en los que el artista trabajó durante dos años, en los que se evocan las diversas etapas de la historia cruceña.
Conjunto Es autor del mural de la plaza de Montero, con relieve y mosaicos cerámicos.
Relieve Hizo un mural cerámico en el jardín exterior de la Asociación de Radioaficionados en Santa Cruz.
Jesús Es autor de uno en la iglesia de Santo Domingo.
Los Tajibos. Relieve y mosaicos cerámicos en el hotel cruceño.
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