domingo, 10 de mayo de 2015

Arte en madera, por un bien social

HERMOSAS PIEZAS EN MADERA | SON CREADAS POR JÓVENES DEL CAMPO FORMADOS POR LA ASOCIACIÓN FAMILIA DE ARTESANOS DON BOSCO.

La Asociación Familia de Artesanos Don Bosco nace de una institución de misioneros llamada Operación Mato Grosso en 1967. Luego de varios años de realizar obras y apoyar a la gente, abrieron colegios para personas de escasos recursos donde además de enseñarles las materias humanísticas, ellos aprenden la carpintería de manera, lo que les permite puedan quedarse y trabajar como artesanos una vez egresados.

“Las personas que ingresan a estas escuelas son jóvenes del campo, de escasos recursos, que han sufrido abandonos o pérdidas familiares. Aproximadamente el 50 por ciento de los que entran a las escuelas se quedan para seguir forjándose como artesanos, pero al concluir el bachillerato se les obsequia a todos los alumnos una caja de herramientas básicas para que les sirva como ayuda en cualquiera que sea su decisión de trabajo. Para quienes deciden quedarse con nosotros, tenemos un galpón con maquinaria para realizar artesanías”, explica Luca Penasa, representante legal de la institución.

“Las personas involucradas en Familia de Artesanos no ganamos un centavo, hacemos el trabajo y ayudamos a esta gente sin recibir dinero a cambio. Nosotros los ayudamos a vender las artesanías que realizan, los apoyamos de manera que ellos no deban escapar de su pueblo y vendemos los productos a un precio justo”, explica.

Las escuelas se encuentran en nueve comunidades del país donde puede estar la escuela o la cooperativa artesanal o las dos juntas. Los misioneros que se encuentran en las cooperativas, traen cada cierto tiempo las artesanías realizadas, llevan víveres y todo lo necesario para vivir.



EL TRABAJO DE LOS ARTESANOS

Familia de Artesanos ofrece trabajos minuciosos hechos a mano de manera artesanal, no industrial.

“Hay mucha gente que nos piden si podemos dar cursos y la respuesta es no porque la escuela está conformada por niños de 12, 13 y 15 años de edad, que además de cursar materias humanísticas, aprenden carpintería. Nuestras escuelas funcionan como internado, quien vive cerca tiene la posibilidad de irse a su casa, quien no puede, se queda a vivir con nosotros. Intentamos en dos oportunidades mandar a gente de la ciudad pero es muy difícil acostumbrarse al campo, estar lejos de la familia y vivir como interno.

A parte de enseñarles todo lo que está a nuestro alcance nos interesa formar personas con ideales, que sean honestas, trabajadoras y que no solamente sean buenos escultores”, dice Penasa.

Los trabajos que realizan de carpintería incluyen cualquier tipo de mueble en madera y lo novedoso es que no utilizan clavos, realizando el trabajo como lo hacían los carpinteros hace cien años, con técnicas que ya nadie utiliza. Realizan también tallados con marcos, cuadrados y esculturas. Las chicas realizan tejidos, trabajan alpaca, oveja, con colores naturales o químicos, dependiendo del cliente. Todo está hecho a mano y se pueden realizar pedidos.



SOBRE LOS ARTESANOS

Los que estudian el bachillerato son personas desde los de 12, 13 o hasta 15 años de edad y las personas que deciden quedarse para seguir creando artesanías son jóvenes entre los 18 y 35 años de edad.

“Para los artesanos en especial los que hacen la parte de tallado y esculturas se sienten orgullosos de haber comenzado con un trozo de madera, lograr crear cosas hermosas los hace sentir muy felices. Cuando los invitamos a nuestras exposiciones y tienen que relacionarse con la gente, ven que muchos quedan admirados con lo que hacen y esto los emociona y motiva profundamente. Algunos de ellos dicen que tienen padres que no saben leer; el que ellos puedan superar los cursos y crear tantas cosas los llena de orgullo.

Los últimos cinco años uno de nuestros estudiantes ganó un concurso a nivel nacional que se realiza en La Paz. Creo que es emocionante ver que estas personas lo tenían en la sangre, el valor y resultado que tiene la obra no solo depende de nosotros sino del esfuerzo y trabajo de la gente que dedica su tiempo a crear cosas hermosas”, asegura Penasa.

“Creo que vimos un cambio desde el 2000 o antes porque la gente interesada en lo que hacíamos eran en su mayoría curas, obispos o gente de la iglesia, gente que ya nace con este gusto, esa formación y tiene la posibilidad económica para comprar artesanías.

Actualmente la Iglesia sigue apoyándonos pero la gente particular aumentó las ganas de comprar cosas bonitas”, cuenta.

Actualmente la Asociación Familia de Artesanos expone sus productos a la venta en la Calle Baptista a lado del Museo Convento Santa Teresa. “Las hermanas nos prestaron este lugar porque las ayudamos en la restauración del Convento”, dice.

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