El artista potosino Nelson Jaliri expondrá desde el 27 de enero, en el salón "Valerio Calles" su muestra dedicada a la vida, pasión y muerte de "Juan Cutipa", una interpretación de la obra de Alfredo Domínguez, guitarrista nacido en Tupiza en 1938 y considerado uno de los mejores compositores e intérpretes del folklore boliviano.
Jaliri comenta que Domínguez nació muy pobre y murió a los 42 años, del mal de Chagas, en el exilio europeo, como tantos latinoamericanos. Lo hizo y lo vio todo: fue músico, artista plástico, payaso de circo, arquero de fútbol, actor, zafrero y otros. Pese a la pobreza, su sensibilidad floreció, y alguna vez dijo: "Una vez soñé a Bolivia dentro de una flor y lo más lindo era que la flor crecía de aquí, ¿no?; del corazón; con ese sueño hice una canción…".
"No admitía la canción de protesta, argumentando que se basaba en postulados políticos de partidos de izquierda, pero en su canto sencillo mostraba el sufrimiento de los campesinos. Entre las varias facetas de su obra creadora, llama la atención su precursora reivindicación de lo étnico, en un tiempo histórico en que este asunto no era parte de las preocupaciones de gobiernos, organizaciones internacionales, ONG ni partidos progresistas", manifiesta Jaliri.
Afirma que "Vida, pasión y muerte de Juan Cutipa" está considerada su obra maestra. En ella retrata estupendamente la vida y penurias de los campesinos en los días de la Reforma Agraria, luego de la revolución de 1952.
Según el catálogo las obras que expondrá son Villancico, Navidad rural, El pastor, Viva Juancito, La procesión, Juan soldado, Éxodo, Zapateo, Añoranza, La rueda, Juan minero y La muerte del indio.
Daniel Medinaceli señala que la obra de Jaliri es un ejercicio pleno de introspección, una especie de separación de la nada, para hacerse todo y cada uno de ellos perecederos, acometidos, existentes.
"Es un claro devenir esplendido del espíritu suyo, viniendo a la realidad, cambiando o en el sentido de su caso, construyendo a partir de este devenir intercalado, una constancia tipo vigente y sensitivo, que obliga de la manera más constante, a cambiar la acción de apuntar hacia las cosas con tan solo el pensamiento o en el comentario de las cosas, el comienzo de una memoria sistemáticamente abstracta y muchas veces traída desde una visión sistólica y dependiente de la infinitud inquieta del autor", expresó Medinaceli.
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