Sus voces son como las de los ángeles”, es el halago que más escuchan. Ellas están muy orgullosas de ser profesionales del canto lírico nacional, que tiene un alto componente femenino. “Somos más mujeres en esta carrera”, explica la soprano Susana Renjel. Sus palabras son respaldadas por sus compañeras de escenario Diana Azero (soprano) y Sofía Ayala (mezzosoprano). Las tres son parte del Coro Sinfónico de la Universidad Privada de Bolivia.
mía las encontró en un salón de Obrajes, en pleno ensayo con el maestro Julio Barragán, ultimando detalles para los conciertos que ellas y el coro femenino presentarán hoy y el 1 de noviembre a las 20.30 en la Catedral Castrense de Irpavi. El recital se denomina Mujeres cantando, la ternura de América, un espectáculo en el que interpretarán emblemáticos temas de compositoras o popularizados por cantantes iberoamericanas.
“Toda mujer que vaya al concierto va a sentir que es un homenaje a ella”, asegura Renjel.
Como ella, otras féminas apuestan alma y corazón por el canto lírico, una carrera larga que implica mucha dedicación. En Bolivia, las mujeres son mayoría en este género, según evidencian las artistas.
“Estuve diez años en el Conservatorio Nacional de Música y egresé de la carrera de Canto Lírico”, recuerda. Renjel, quien canta profesionalmente, es parte del Coro Sinfónico y es una de las fundadoras de la Compañía Lírica Boliviana, que busca difundir y socializar la música clásica en el país. Sin embargo, en su carrera musical se topó con problemas, como el de la difícil profesionalización.
“Toma muchos años estudiar, demasiados; en otros países son solo cinco años. El problema es que del Conservatorio se egresaba con el título de técnico medio, lo que no es satisfactorio después de una década de estudios y dedicación”, cuenta.
Sofía Ayala —que aparte del canto obtuvo la licenciatura en Música en la Universidad Loyola— también se topó con ese problema. “Estar eternamente en el Conservatorio me causaba una angustia porque necesitaba comenzar a trabajar, a generar y a desenvolverme profesionalmente”.
Diana Azero además identifica que no hay mucho interés del público en general por este género, sin embargo, ella ha sabido abrirse su propio mercado. “Hay que crearse espacios y espectáculos para que otros músicos también puedan trabajar y ganar dinero haciendo música”, afirma la también arquitecta. “Si ya es complicado sobrevivir de la música popular, aún es más difícil en la clásica, porque nuestro país no ofrece las condiciones que debería”.
A pesar de las dificultades, las tres artistas están muy agradecidas con todo lo que les ha dado la música, una carrera para la que deben ser muy creativas. Y la emoción que se vive sobre el escenario y con los colegas, no tiene precio.
“Ser cantante lírica es una de las pasiones más grandes. La música es el lenguaje más completo para comunicar algo y como cantar es lo que mejor sabemos hacer, es la mejor forma de transmitir un mensaje de amor hacia las mujeres”, asiente Azero.
Por ello están concentradas en este concierto tan especial, que eleva la figura de sus pares como artistas. “En otros países ser músico va más allá de una profesión, por la virtud y el don que tienen”, explica Ayala.
Y es que el arte no solo se vive sobre el escenario. Sofía es muy feliz cuando canta, pero su carrera le ha abierto otras puertas. “Me descubrí como docente y estoy tratando de hacer algo sobre la dirección de coros a nivel de formación. Me apasiona”.
En el camino del arte es que estas tres mujeres se conocieron. Los primeros encuentros fueron en la adolescencia y ahora el mismo camino las ha llevado a gestar juntas proyectos de difusión del canto lírico. “Hemos conformado la Compañía Lírica y trabajamos haciendo conciertos y buscamos que la gente se profesionalice”, agrega Azero.
Y en ese empeño han buscado espacios para llegar a diversos públicos, como el que se congrega en la Feria de El Prado. “Fue impresionante ver cómo la gente se reunía alrededor el escenario y que causaba una impresión buenísima”, rememora Azero.
El tiempo se ha terminado y deben retomar las partituras. Los rostros de Diana, Sofía y Susana se iluminan, pues es hora de hacer lo que esperaron durante todo el día y a lo que dedican sus vidas: cantar.
Diana Azero
Arquitecta, tiene 33 años, canta desde muy pequeña y viene de una familia de músicos. A los 14 años ingresó al coro del Colegio San Calixto y allí se le abrió el panorama para el canto lírico. Cuando terminó el colegio entró a Canto Lírico al Conservatorio Nacional de Música y estuvo siete años allí
Sofía Ayala
Música, tiene 35 años y es mezzosoprano, es de nacionalidad argentina, pero vive hace dos décadas en Bolivia. Estudió ocho años en el Conservatorio Nacional de Música y luego realizó una licenciatura en Música en la Universidad Loyola de La Paz. Se dedica a la música a tiempo completo.
Susana Renjel
Comunicadora, tiene 33 años y desde niña se sintió atraída por el canto. A sus diez años ingresó a la Sociedad Coral Infantil, donde se dio cuenta de que quería ser cantante profesional. A sus 12 años empezó a estudiar violín, pero cambió a las clases de canto en el Conservatorio Nacional de Música.
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