En El pacto, tu personaje desea respuestas racionales a los sentimientos. ¿En qué te pareces a él?
Alicia me reflejó una temporada de mi vida bastante estructurada, una búsqueda de organizar cada minuto de mi día y ser muy rigurosa en todo. Lo maravilloso fue que, a través de ese reflejo, me di cuenta de que yo misma me esforzaba demasiado en racionalizar y recordé que mi naturaleza es mucho más intuitiva, mi ser es más de sentir, imaginar y maravillarse. Al profundizar más en ella, empecé a liberar el opuesto en mí que tanto me hacía falta.
¿Cómo creaste el rol?
Más que una creación, para mí es un tejido en mí misma, un tejido de imágenes, de sensaciones y, en este caso en particular, de las palabras del texto de Camila Urioste, que es muy rico. Investigar más sobre los procesos químicos y las obsesiones, charlar con mujeres que han vivido a su manera situaciones similares, fue un proceso también de profundizar los personajes en pareja.
Con el actor Bernardo Peña vimos diferentes películas, experimentos, situaciones y los incansables cuestionamientos y retos que Fernando Arze, nuestro director, planteaba, empujándome a los abismos para seguir descubriendo capas de quién es y los porqué de Alicia.
Estás casada, ¿qué dice tu esposo cuando ve escenas amorosas?
Mi esposo es un hombre que admiro mucho, es genial, me apoya muchísimo y respeta mi trabajo. No se complica por nada, me ayudó mucho a memorizar el texto y para mí es el público más difícil porque es tremendamente sincero: cuando una obra no le gusta me dice: “Me quiero ir, ¿por qué me traes a esto?”, y cuando le gusta, al día siguiente actúa en casa. Al terminar de ver El pacto fue a buscarme, me abrazó fuerte y me dijo: “¡Me encantó!”. Al día siguiente trataba de darle significado a mis huesos, intentando emular el texto.
¿Cómo iniciaste tu carrera?
Mi primer referente de arte y conexión con el teatro es mi hermana Cecilia, un ser extraordinario que me mostraba muchas imágenes y me leía fragmentos de teatro. Mi primera actuación fue un regalo a mis diez años, decidí adaptar Alicia en el País de las Maravillas para teatro, para que actuara todo mi curso en colegio. Yo fui Arlequín.
¿Cuál ha sido el principal obstáculo a vencer en tu carrera?
Por muchos años, todo en mi vida giraba en función del teatro. Fue enriquecedor darme cuenta de que la vida misma es mucho más grande y maravillosa, que el teatro es una forma, un camino. Esto me ayudó a reconocer que este amor profundo que siento por las tablas es la bendición de mi vida, pero no es mi vida.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar y viajar con el Mimo Bizot?
Maravillosa. Philippe es mi maestro y amigo de muchos años, he tomado muchos de sus talleres, de hecho, siempre que viene los repito. Es un hombre muy coherente con su arte, tiene una sensibilidad superior, es un placer su compañía. Cuando doy clases transmito mucho de lo que aprendo de él, hablo de la generosidad y de estar al servicio del compañero, de una historia. Reímos mucho: él es genial, me enseñó a descubrir los sonidos de los silencios.
También eres dramaturga y directora. ¿Qué rol disfrutas más?
Me gusta explorar a través del teatro, experimento mucho. La dirección es más una necesidad de crear una visión, un asumir un rol para que un sueño se geste. La dramaturgia se me abrió como una posibilidad de unir la magia del teatro con una urgencia de escribir, me gusta la musicalidad de las palabras y la posibilidad de jugar con ellas me fascina. Actuar es mi viaje favorito. Me gusta cuando las personas se unen y ponen lo mejor de sí para materializar algo tan efímero y poderoso, como una obra.
Perfil
Andrea Ibáñez Pantoja, nació en La Paz y trabaja en teatro desde 1991. Actriz, educadora, dramaturga y directora, experimenta en teatro de sala y calle, mimo, audiovisual, danza y canto.
Su carrera
Su tía Morayma ibáñez ha sido gran inspiración. Actuó en You and me junto a Philippe Bizot en el teatro Penghao en Beijing, China.
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