martes, 27 de junio de 2017

Video Jóvenes educan a los ciudadanos con poesía, teatro callejero y mimos


Una muchacha con la cara pintada de blanco tiene un fajo de billetes formando un abanico en su mano. Extiende la plata a una mujer y su hija que pasan frente al Palacio de Justicia. De pronto aparece un joven vestido de médico con una jeringa de un metro de largo y coloca la ‘vacuna contra la corrupción’ a la sobornadora.

La mujer y su niña sonríen y se van comentando sobre el significado del acto que acaban de presenciar. Los jóvenes continúan la escena y llaman la atención de los transeúntes; algunos se quedan a observar, otros pasan de largo pero girando la cabeza para ver qué más pasa.

Estos jóvenes son voluntarios de la organización Cruceños como vos, que desde el 20 de mayo aparecen en calles y espacios públicos en las tardes con el objetivo de generar conciencia a través de la sensibilización de los ciudadanos bajo el lema Enamorate de Santa Cruz y cuidala con el ejemplo.
Así lo explica Franklin León, docente de la universidad Gabriel René Moreno, quien impulsa esta iniciativa que actualmente cuenta con 65 voluntarios estudiantes de la carrera de Ciencias de la Educación y 20 de Ciencias de la Comunicación que se encargan de difundir sus actividades a través de las redes sociales.

Cinco dimensiones iniciales
En la rotonda del monumento a la mujer cruceña, cuatro jóvenes disfrazados de cebras y uno de burrito, saltan, bailan y gesticulan, llamando la atención de aquellos conductores que estacionan sobre el paso peatonal. Los conductores sonríen, se dan cuenta de su error, algunos levantan el pulgar o la palma de una mano en señal de disculpa.

“Nos hace falta este tipo de actos para tomar conciencia, porque la mayoría no cumplimos las normas”, dice René García, un conductor de trufi.

Entre los espectadores está Martha Guari, que protesta porque los conductores no respetan a los peatones, mientras que Silvia García dice que el municipio debe impulsar campañas de este tipo.
“Son muy pocos los que se enojan, no falta el que nos ha gritado ‘vayan a buscarse trabajo’, pero la mayoría reconoce nuestra labor”, dice León, explicando que su plan de acción tiene nueve dimensiones y 73 categorías, pero están empezando por cinco: Medio ambiente y salud con la actividad Basura sobre ruedas; Movilidad urbana con Respeto al peatón; Forma de relacionarnos con Conducción peligrosa y uso del celular; Honestidad con Cultura del soborno; y Bienes públicos con el Cuidado de los parques.

“Urge cambiar el paradigma”
A Franklin León le llamó la atención un estudio sobre cultura ciudadana en Santa Cruz de 2013, que indicaba que el 90% de los encuestados decía conocer las normas de convivencia ciudadana, pero solo el 40% señalaba que las cumplía. “Eso quiere decir que un 60% tiene conciencia sin práctica. Hay que acabar con dichos nuestros como: ‘esto es normal, así nomás es, ya en viejos no vamos a cambiar’, todo eso es mentira, porque muchos adultos que han salido del país han tenido que cambiar esas malas conductas en otros lugares donde sí se cumplen las normas”, afirma.

El sociólogo Renzo Abruzzese señala que el primer factor que se debe tomar en cuenta es que el proceso de crecimiento acelerado que vive Santa Cruz afecta, como en todas las grandes ciudades, el comportamiento social de sus ciudadanos, que se expresa en un deterioro de los valores que rigen las normas básicas de sociabilidad.

“En comunidades pequeñas las personas se someten a controles sociales rígidos, pero cuando hay un crecimiento súbito todo se altera y el cumplimento de una norma pasa a ser relativo. Por ello se precisa restituir un conjunto de valores comunes”, dice Abruzzese, para quien esta debe ser la primera misión de las autoridades, organizar y apoyar estas iniciativas.
León acota que para conseguir esto, hay que cambiar el paradigma mental de algunas autoridades que creen que el cemento y el ladrillo son todo en cuanto a gestión urbana, porque lo hacen pensando en votos.

“El cambio en los ciudadanos se logra con educación permanente y a largo plazo, 15, 20 años; y con comunicación, que implica hacer reflexionar a las personas, antes que sancionarlas”, añade.

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