Cinceles, combos y manos de artista son suficientes para dar vida a lápidas y bustos, hechos en piedra, en los que los familiares inmortalizan el recuerdo de sus seres queridos fallecidos en los cementerios de la ciudad.
Con las manos golpeadas, Julio Nina, picapedrero desde hace 23 años, indicó que aprendió el oficio de su hermano, quien es escultor y que el trabajo, al cual considera uno de los más “duros”, requiere de al menos dos años para aprenderlo y otros más para especializarse en el tallado, el pulido o la impresión de las leyendas.
El trabajo de un picapedrero o popularmente conocido como “Rumi challpa” en la lengua quechua y traducido como “destrozador de piedras” comienza en las canteras ubicadas en las afueras de la ciudad, lugares de donde extraen la roca base.
El mismo continúa con el pulido y el corte de la piedra, que a diferencia del pasado ahora es realizado con la amoladora.
Finalmente, con el cincel y el combo en las manos, los obreros dan forma a la lápida o busto solicitado “a gusto” del cliente con finos detalles que van desde la tradicional cruz, biblia o flores hasta el fiel retrato del ser querido fallecido.
Los precios de las lápidas en piedra van desde los 1.500 bolivianos hasta los 1.700, en caso de incluir el tallado de la imagen del difunto en piedra.
Nina asegura que las lápidas realizadas duran “para la eternidad” y que el trabajo es realizado en una semana; sin embargo, puede extenderse debido al tamaño, detalle y complejidad del mismo.
La piedra “Tarija”, con tonos rosados y amarillos jaspeados; la “Punata”, de color negro considera la más dura de todas; y la “Ticti”, la más elegante además es la utilizada en la elaboración del tradicional batán, son los tipos de rocas más utilizadas a la hora de conformar lápidas finamente talladas.
Sin embargo, los picapedreros lamentan que las canteras del Ticti desaparecieron debido a los constantes loteamientos en la zona.
Además de lápidas y bustos para los campos santos, los picapedreros también realizan bancas y todo tipo de esculturas para ornamentar espacios públicos y privados.
Se estima que en Cochabamba existen al menos una veintena de picapedreros, que son demandados con frecuencia en Todos Santos.
A pesar de que el camposanto de Cercado está saturado de lápidas de piedra, Nina comenta que ahora, las provincias son las que más solicitan el trabajo para las tumbas.
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