El artista Raúl G. Prada impulsó la evolución de la pintura boliviana y la enfocó a los elementos de las culturas americanas, con la impronta del realismo y el expresionismo. Para apreciar su trabajo, el miércoles 1 de octubre a las 19.00 se abrirá una muestra en su honor.
El Museo Nacional de Arte (MNA, Comercio esquina Socabaya) presentará En el Umbral del Arte Moderno, una exposición retrospectiva de homenaje a Prada (1900 – 1991), una de las figuras que abrieron al país hacia la pintura moderna.
Gracias a Prada la pintura nacional superó el academicismo neoclásico y el romanticismo del siglo XIX y puso la mirada en los elementos propios de las culturas americanas, explica Óscar Mattos, responsable de difusión del repositorio paceño.
Lo indígena y el paisaje representaban el sentimiento de aprecio por lo propio, y la expresión pictórica incorporaba la impronta del realismo y del impresionismo. Su aporte hizo que los pintores posteriores a él profundizaran la relación de las culturas andinas con la tierra y la montaña.
Mattos indica que Prada dedicó la mayor parte de su obra al valle cochabambino, aunque también pintó otros temas. En especial, dedicó composiciones al paisaje del lago Titicaca y el altiplano peruano. Hacia 1953 pintó la ciudad de La Paz, en cuadros en los que interpreta la luz y el ambiente transparente de esta urbe. Otros trabajos valiosos los dedicó al Cusco, en especial a las ruinas del Valle Sagrado y Machu Picchu.
A Prada nunca le importó repetir un motivo, pues esto le permitía jugar con la luz, que es la preocupación central de su trabajo, ya que la luz varía radicalmente en cada aproximación y en cada interpretación.
Así, añade Mattos, el pintor recrea sensaciones e interpreta de forma libre y plena la humedad del amanecer, la luz de mediodía, el viento de la tarde, el frío o la lluvia. Prada consigue que su sensibilidad llegue hasta el espectador con un estímulo de color y luz capaz de trascender lo visual.
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