Encarnación Molina, Lidia Ibarra y otros 35 miembros de la Asociación de Artesanos Ñuflo de Chávez sobrevivieron cinco años y medio vendiendo sus artesanías solo los domingos en la Manzana Uno, luego de haber sido desalojados por la Alcaldía de la plaza del Cementerio General (o Ñuflo de Chávez) por motivos de remodelación.
El alcalde Percy Fernández inauguró el lunes la nueva galería para que estos artesanos se asienten, a continuación del Paseo de las Flores, sobre la calle Paitití, donde la comuna construyó 40 locales con sus baños.
Encarnación Molina vive en La Guardia, quedó viuda hace 18 años con seis hijos a los que terminó de criar y educar sola, y mantiene el hogar con sus tejidos de croché. La situación empeoró en 2008 cuando la Alcaldía reordenó el paseo donde estaban asentados ella y sus colegas y no se les permitió vender. “Hago vestidos, manteles, cubrecamas, centros de mesa, carteras y forros, todos tejidos, y mi hija hace adornos de semillas y fibras, es decir, no desperdiciamos nada”, indicó.
A su turno, Lidia Ibarra, que vive en la zona de Los Lotes, demostró su habilidad para fabricar collares, manillas, aretes y otros adornos utilizando semillas de sirari, paichachí, ojo de buey, sotouba, maicillo y pajarilla y cáscara de coco.
“Los mejores clientes son los extranjeros que no dudan en llevarse los adornos porque los ven originales y son parte de la identidad cruceña”, dijo Ibarra.
Sector en crisis
El presidente de la Asociación de Artesanos Ñuflo de Chávez, Julio La Fuente, reveló que la mayoría de los socios quedó con deudas porque el permiso de vender solo un día no alcanzaba para pagar los créditos que habían obtenido. “Ahora espero que nos nivelemos y que la Alcaldía se acuerde de cobrarnos una patente mínima, de Bs 22, porque nuestros productos son típicos y ayudan a difundir la cultura cruceña”, apuntó.
Agregó que para no perder la clientela seguirán exponiendo los domingos en la Manzana Uno para hacer publicidad del nuevo paseo
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