lunes, 24 de junio de 2013
Wamani Wanka y su mural
Para Wamani Wanka su primera escuela de arte fue el ayllu: Urawasi, en la provincia Inquisivi de La Paz, donde las piedras pizarra eran el soporte para que su imaginación de niño plasmase dibujos de animales. El artista indígena, quien hoy es un reconocido exponente del óleo, se formó en los 90 en la escuela de arte Renacimiento de Argentina y en el Templo de las Artes en Ecuador.
“Mi trabajo a nivel intelectual como artístico ha logrado traspasar las fronteras gracias al uso de la internet (www.artesindigenas.org) y así mi obra ha sido valorada en otros lugares”, comenta el artista.
Su plástica se caracteriza por la búsqueda de la identidad desde la cosmología kollana-aymara, para dar a conocer al mundo el arte indígena.Wanka, además de llenar de colores el pincel que da vida a sus lienzos, también exploró el video y los murales, experiencia que lo llevó a la bienal de Artes Visuales Contemporáneas de Pueblos Indígenas 2013 de toda Sudamérica, celebrada en Brasil.
“La Universidad de Belo Horizonte es la que organiza el evento y, para la selección de la obra en Bolivia, han intervenido curadores del Museo Nacional de Arte, que me seleccionaron”.
La bienal, que se desarrolló desde el 14 de junio hasta el 20 de junio, contó con la participación de 50 artistas del cono sur y, paralela a la muestra de sus obras, se realizaron actividades de índole académica.
“Fueron más de diez temas relacionados con arte, colonización y descolonización— explica—. Se hizo asimismo un taller de trabajo colectivo en el que se montó un mural que me fue encomendado”.
Wanka ha dejado su impronta en la universidad, en una obra de tres metros de alto por diez de ancho.
Cada cultura y civilización “en el planeta tienen su propia cosmovisión y, dentro de la mía, la relación del ser con la naturaleza y la búsqueda de la armonía es algo que quiero plasmar”.
La plástica “es mi relación con el cosmos y, como los indígenas de Sudamérica somos culturas animistas y nuestro imaginario está poblado de seres del mundo real como del mundo onírico, estos aspectos los he sintetizado en el mural”.
La obra se trabajó en dos escalas; la primera representa la naturaleza del ecosistema andino y del amazónico, y la segunda, los seres sobrenaturales de la cosmovisión indígena.
“Mi mural está poblado tanto de espíritus de la selva y de los Andes (el puma, el jaguar, el popero, la anaconda), y de illas, apus, entre otros, como de la concepción de la Luna y el Sol que está en todas las culturas indígenas de Sudamérica”.
La conclusión del mural, que se trabajó bajo la lógica de la inclusión, de manera que los 50 artistas participantes de la bienal dejaron su sello, coincidió con la clausura de la bienal.
La experiencia de una muestra de arte indígena busca ser replicada en diferentes ciudades, las de Bolivia incluidas, hasta 2014.
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