lunes, 18 de mayo de 2015
La estación de trenes de Oruro expone el mural al fresco ‘El ferroviario en la lucha social’
El muralista cochabambino René Reyes Pardo fue considerado por los trabajadores de su tiempo como un pintor revolucionario, porque expresaba la realidad sindical y social en sus obras. Una buena muestra de su arte comprometido es el mural El ferroviario en la lucha social, el único en Oruro pintado al fresco, que relata la historia de la lucha de clases en Bolivia desde la colonia hasta mediados del siglo XX. La obra, terminada en 1957, ha estado a punto de ser destruida varias veces desde 1985 pero hoy se encuentra a salvo, restaurada y a disposición de los amantes del arte y de la historia en la estación central de ferrocarriles de Oruro, en el corredor que lleva del vestíbulo al andén.
El director de la Escuela de Bellas Artes de Oruro, Mario Medina Alarcón, participó en la creación del mural pues, siendo niño, asistía como alumno al taller de Reyes. Recuerda cómo el maestro estaba muy interesado en seguir la línea marcada por los muralistas mexicanos, igual que otros bolivianos como Miguel Alandia Pantoja y Gil Imaná. Aparte del valor sentimental que para él y para los sindicalistas tiene El ferroviario en la lucha social, Medina rescata su valor artístico y se indigna al recordar cómo “irresponsablemente se intentó demolerlo en varias oportunidades”.
Reyes siempre puso su arte al servicio de la revolución social: “la gente pobre era su vida”, recuerda su viuda, Rosa Rivas. Desde la revolución de 1952 se fortalecieron los sindicatos obreros en el país y creció la conciencia social en toda la sociedad, también entre los artistas. Así, Reyes se puso codo con codo con los activistas y, como recuerda el exdirigente de los trabajadores ferroviarios Johnny Sanabria, “no perdió ni un solo detalle de la esclavitud y la revolución hecha por los trabajadores”.
Las medidas liberales aplicadas desde 1985 fracturaron buena parte de los sindicatos y desmembraron muchos de los bienes de las empresas estatales. Como parte de su indemnización, los ferroviarios que perdieron su trabajo obtuvieron las viviendas de la Empresa Nacional de Ferrocarriles (Enfe). La sede del sindicato donde se encontraba el mural también fue convertida en vivienda. Los últimos propietarios fueron conscientes de la importancia de la obra y, junto a sindicalistas y estudiantes, consiguieron que las autoridades se interesaran en su rescate.
Metáforas sobre la explotación
El mural expresa tres escenas de la historia política y social de Bolivia, desde la colonia hasta mediados del siglo XX, y una alegoría sobre el futuro del país. En la parte izquierda se representan todas las lacras que el pueblo tuvo que sufrir en los centros de trabajo, en el campo, en la minas y en las fábricas durante un largo periodo del sometimiento: las injusticias sociales; la explotación abusiva y diaria de las personas y de los recursos naturales; las constantes masacres que sufrieron los pueblos indígenas; la represión y el exterminio de los mineros y los obreros que, a pesar de ello, siempre siguieron luchando por sus derechos. Todas estas realidades, muchas veces escondidas, se muestran francamente al público en el mural. Reyes las representa construyendo metáforas mediante la fuerza expresiva de las armas, las cadenas y los rostros, y jugando con los planos, la profundidad, los colores y las formas.
Valores ancestrales y progreso
En la segunda escena, ubicada en la parte central, Reyes posiciona a sus personajes para expresar el fin del coloniaje y el inicio de la Revolución de 1952. Una paloma simboliza la paz. Se muestra el rescate de valores ancestrales, el auge de una nueva educación, el ingreso de la primera locomotora en Bolivia (1892) durante el gobierno de Aniceto Arce (junto a él se encuentra Germán Busch, héroe de la Guerra del Chaco). También se presentan fragmentos de textos relacionados con estos temas.
Un nuevo país que levanta esperanzas
En el tercer plano (lado derecho), el pintor tiene una visión futurista de un país que va a desarrollar su economía. Esto será posible gracias a la modernización de los sistemas de transporte y del trabajo agrícola en el campo. También se ampliarían y mejorarían las industrias, beneficiadas por el avance de la ciencia y de las tecnologías. En la parte inferior del mural se contempla la culminación de este proceso y los beneficios que suponen para la vida cotidiana de los trabajadores bolivianos. Todos estos adelantos darán lugar al nacimiento de un nuevo país, lo que Reyes representa pintando una familia joven que sostiene a su recién nacido entre los brazos y lo mira con ilusión y esperanza. La escena refleja el optimismo que provocaba en el autor los hechos políticos acontecidos en Bolivia a mediados del siglo XX.
René Reyes Pardo, un artista sencillo de gran expresividadErasmo Zarzuela - maestro en artes plásticas
El renombrado artista René Reyes Pardo, a invitación del Gerente de Railways company y del pintor Humberto Jaimes Zuna, accedió a pintar El ferroviario en la lucha social en 1956. Reyes siempre estuvo al servicio de las culturas populares y la revolución. No concebía el arte por el arte y proclamaba que era posible fusionar la pintura de tesis con el pensamiento político y la sensibilidad creativa del artista. El muralismo en esta época en general estuvo vinculado a los momentos clave de la historia nacional, y por ello muchos artistas sufrieron las persecuciones y represalias del régimen militar.
Reyes estaba muy influenciado por la calidad artística de muralistas mexicanos como Diego Rivera, entre otros, y en su anhelo por conseguir la adecuación de una obra de arte que logre expresar la ideología de los pueblos oprimidos pone en manifiesto su compromiso de lucha social. Emprende su propósito con fuerza y con elementos sencillos pero expresivos, asentando las bases de toda su obra.
En El ferroviario en la lucha social presenta una magnífica estructura de formas que logra resaltar los volúmenes y su perspectiva en el espacio. Así crea la profundidad del ambiente y la calidad orgánica de los elementos plásticos de esta obra, logrando una materia a su vez consistente y frágil, tersa, opaca y transparente, haciéndose presa de su propio peso.
Su comprensión es admirable, clara y profunda, con un sentido de orientación hacia las artes plásticas, poniendo en claro el conocimiento elemental de la naturaleza, que nos puede servir de punto de partida. Están presentes las estilizaciones de la vida efímera así como los cambios originados por la ciencia y la tecnología, precisamente porque debe continuar la evolución del hombre para asumir su problemática social.
Este mural refleja el dominio del color y una habilidad técnica y decorativa, aspira a dirigirse al público y a comunicarse con él. Y proporciona elementos esenciales, particulares, estéticos y técnicos, la explicación racional de las impresiones y las emociones del autor.
La pintura mural debe formarse como un elemento integrante de la pared. La aspiración máxima de un muralista es obtener la ilusión espacial, la aplicación simple del color local o de un tono uniforme que sirva de base a toda pintura y que tenga influencia en todas las partes del espacio muralístico, y que esté adecuado a un estilo gráfico simplificado para una técnica más bien colorista.
No es difícil comprender los sentimientos que despierta el arte muralístico de Reyes: recuperar la herencia viva de su época y la esperanza de ver el nacimiento de un nuevo país. Es el hombre, que construye un mundo suyo, exclusivamente humano y, por tanto, ajeno a la realidad o a las sugestiones de la naturaleza. Así crea abstracciones ajustadas a su ideal humano como expresión sensible de la personalidad del artista. El color, el dibujo, la composición, el movimiento, la distribución de las luces y las sombras, los tipos de deformación de sus imágenes y personajes, constituyen la materia fundamental del misterio prodigioso del color que significa realizar equilibrio de valores e inventar armonías y tonalidades raras y perfectas.
Este mural al fresco está realizado sobre revoque de cal húmedo, una técnica de una belleza óptica que no se supera con ninguna otra técnica de pintura mural. La práctica y el dominio de la técnica son fundamentales, porque no admite pruebas ni tanteos. La pintura tiene que estar acabada antes de que seque el revoque de base: ahí está el valor artístico de este mural, el único fresco en la ciudad de Oruro.
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