Son las nueve de la mañana. José Farfán, director del Taller de Danzas Folklóricas Fantasía Boliviana, abre las puertas de su casa a Página Siete. Sin dudar, ni bien ingresan la periodista y el fotógrafo, resalta la arquitectura republicana de su casa, ubicada a media cuadra de la plaza Alonso de Mendoza.
Y es que Farfán es un apasionado del patrimonio. Su hogar es una muestra de ese amor, pues una de las paredes de su sala está repleta de discos compactos de música nacional. En el resto del espacio se observa una colección de máscaras y trajes folklóricos, expuestos como en un museo.
Ni bien los periodistas ingresan a su sala, el coreógrafo empieza a relatar las anécdotas y los recuerdos de los viajes y lugares que visitó durante más de 50 años de trayectoria artística, defendiendo el folklore boliviano.
"Mi trabajo no es sólo en defensa de la danza, sino en defensa del patrimonio cultural de Bolivia, como la música, danza, artesanía, nuestras tradiciones que están en peligro”, asegura.
Desde pequeño siempre le gustó la música, pero decidió seguir la carrera de profesor de Educación Física. Sin embargo, por azares del destino, en 1972 se le presentó una beca para ir a Lima (Perú) a realizar un curso de especialización de voleibol junto a profesores de toda Latinoamérica. Ahí, sus compañeros presentaron bailes y músicas típicos de cada país, pero los bolivianos no alistaron nada. "Ahí pensé: a mí me gusta bailar, entonces me dedicaré a bailar”, asegura.
Luego, en 1973, gracias a su primera esposa, ingresó a la fraternidad de caporales Urus de Gran Poder. "Dos años después fuimos premiados en esa entrada y nos invitaron al Festival de Inti Raymi, en Cusco”, agrega.
Después de esa experiencia, las ganas de bailar y difundir el folklore aumentaron y, en 1977, él y su primera esposa crearon el Ballet Folklórico Bolivia India. Más tarde, en 1996, fundó Fantasía Boliviana, con el que realizó varias giras por Europa, Asia y América.
Hoy, a sus 74 años, continúa en actividad y se alista a cumplir dos décadas con su elenco. Pero, seguir ese camino no fue fácil. Cada vez que viajaba al exterior renegaba, porque en reiteradas ocasiones se encontraba con puneños que no reconocían el origen de las danzas bolivianas. Por eso, un día decidió cargar en sus maletas documentos y libros históricos para defender los bailes del país.
Uno de los textos que más utiliza es Arte popular latinoamericano, editado en la década de 1970 en Argentina, con fotos de diablos en el Carnaval de Oruro.
"En 1989 fuimos invitados al Festival de Ambato, en Ecuador, que también tiene presentaciones en plazas públicas. Ahí vimos a los chilenos con la danza de los kallawayas. Nos metimos, dijimos que era nuestra, expliqué por qué. Hicimos revuelo con los bailarines y gritamos que era una danza boliviana, porque no querían darnos el micrófono”, recuerda.
Ésa es una de las incontables experiencias que Farfán enfrentó en estos 50 años de carrera. Una de sus últimas experiencias fue el viaje que realizó a Perú, porque en ese trajín compró como una prueba de la falta de respeto al patrimonio boliviano una botella de pisco con la forma de un ekeko. "Traje para mostrarles a la autoridades y alertarles que ahora se están apropiando de este símbolo paceño”, afirma el danzarín, quien llevó su arte a países de tres continentes con la premisa de defender el folklore.
HOJA DE VIDA
Vida Nació en La Paz en 1940.
Profesión Es profesor de Educación Física.
Trayectoria Fundó los ballets folklóricos Bolivia India (1977) y Fantasía Boliviana (1996).
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