domingo, 28 de abril de 2013

La cueca y la estética musical nacional

El aspecto capital para pensar y analizar una expresión cultural, por ejemplo lo que hoy conocemos como "música nacional", consiste en reconstruir la activa dinámica de la cultura en el proceso histórico atendiendo todos los elementos que forman parte de él, por ello cuando nos predisponemos a reflexionar sobre la cueca, no nos interesa tanto su origen primigenio (del que se ha escrito mucho), como el contexto en que cobra un sentido profundo para la cultura boliviana; hablamos específicamente de las relaciones significativas de aquello que se constituye a principios del siglo XX como la "música nacional".

El escritor Armando Alba, en su famosa conferencia realizada en Potosí para rendir homenaje al centenario del nacimiento de Simeón Roncal, nos lleva por un recorrido anecdótico que atraviesa la vida del compositor de cuecas desde su infancia en Sucre hasta su fallecimiento en La Paz. Este relato cargado de afecto y admiración atraviesa un trasfondo histórico que delinea sutilmente el movimiento cultural Potosino alrededor del "Círculo de Bellas Artes" y del grupo "Gesta Bárbara" en los cuales Roncal participará asiduamente con su música, ya que durante gran parte de su vida residirá en esa ciudad. Queremos dirigir nuestra atención a este momento en especial de la vida del pianista y compositor, porque se trata del contexto que nutre su obra, y donde ésta adquiere el significado que hoy se le reconoce en nuestra historia, es decir, el proceso de construcción del proyecto nacional de cual la música de Roncal se convertirá en un referente indispensable en años posteriores. Simeón Roncal nace en Sucre en 1870 y muere a los 83 años en la ciudad de La Paz hacia 1953, de modo literal, su vida atraviesa el trayecto de la historia boliviana que confluye en la "revolución nacional" del 52, y su trabajo como compositor se encuentra profundamente arraigado en ese proceso aunque esto no resulte tan evidente a primera vista; por ello quisiéramos esbozar el panorama histórico que acompaña la vida del artista para luego concentrarnos en el periodo determinante de su estancia en Potosí.

Herbert Klein en su "Historia de Bolivia" distingue el periodo que va de 1880 a 1932, por el declive de la política caudillista persistente desde la fundación de Bolivia en 1825, y el asenso de un moderno sistema político partidista de "carácter oligárquico civil" dividido entre la oligarquía minera de la plata y del estaño. Básicamente, este cambio en la política constituye más que nada un síntoma del proceso de maduración de un estado moderno en el que las oligarquías empresariales mineras asumen un rol político a cuenta de la necesidad de implementar mejoras en el estado, que prácticamente viabilicen la consolidación del pujante modelo del capitalismo industrial europeo en la producción minera local. De este modo, siguiendo a Alex Callinicos podríamos caracterizar este periodo de la historia boliviana como el paso a la modernidad, cuyo fundamento es justamente la consolidación de un estado burgués (capitalista) que desplaza el "ancien regime", y busca consolidar el modelo del capitalismo industrial en el plano económico. Como dice Klein, este cambio en la política y la economía va a repercutir en la sociedad boliviana, y esto se puede observar de modo evidente en las letras y el pensamiento bolivianos de finales del siglo XIX y principios del XX, que Klein va a describir como "una edad de oro para la literatura nacional". Fernando Diez de Medina, en su libro "Literatura boliviana, introducción al estudio de las letras nacionales", establece de un modo bastante similar al de Klein, la relación del cambio político y económico en Bolivia con la producción literaria del periodo a que nos referimos. En ese contexto, Diez de Medina encuentra un primer momento en que la literatura boliviana va dirigir su atención a la problemática social del país que denomina bajo el rótulo de "Realistas y exotistas", donde se esgrimen los primeros argumentos de la asimilación de la cultura indígena a la identidad nacional alrededor de las reflexiones emblemáticas de Alcides Arguedas y Franz Tamayo sobre la sociedad boliviana y el mestizaje ideal. Con posterioridad, la apertura de la literatura a estos temas se profundizará en la siguiente generación que Diez de Medina llama "Los eclécticos y la generación del centenario", donde ya encontramos a los primeros interlocutores del "indianismo" que se reúnen alrededor del ya mencionado grupo "Gesta Barbará" y donde sobresalen Gamaliel Churata y Carlos Medinaceli. Como escribe Diez de Medina desde su propia postura política: "El nuevo siglo trae nueva vida; hay un cambio de eje en el acontecer nacional. Ser mucho, hacer poco fue la divisa de los conservadores. No importa lo que somos sino lo que hagamos, replican los liberales, y ésta será la norma de gobierno durante el periodo de 1900-1920, ciclo el más constructivo de nuestra historia republicana, raíz y origen de la nación moderna." (1953: p.241)



Gabriel Salinas

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