El aspecto capital para pensar y analizar una expresión cultural, por
ejemplo lo que hoy conocemos como "música nacional", consiste en
reconstruir la activa dinámica de la cultura en el proceso histórico
atendiendo todos los elementos que forman parte de él, por ello cuando
nos predisponemos a reflexionar sobre la cueca, no nos interesa tanto su
origen primigenio (del que se ha escrito mucho), como el contexto en
que cobra un sentido profundo para la cultura boliviana; hablamos
específicamente de las relaciones significativas de aquello que se
constituye a principios del siglo XX como la "música nacional".
El
escritor Armando Alba, en su famosa conferencia realizada en Potosí
para rendir homenaje al centenario del nacimiento de Simeón Roncal, nos
lleva por un recorrido anecdótico que atraviesa la vida del compositor
de cuecas desde su infancia en Sucre hasta su fallecimiento en La Paz.
Este relato cargado de afecto y admiración atraviesa un trasfondo
histórico que delinea sutilmente el movimiento cultural Potosino
alrededor del "Círculo de Bellas Artes" y del grupo "Gesta Bárbara" en
los cuales Roncal participará asiduamente con su música, ya que durante
gran parte de su vida residirá en esa ciudad. Queremos dirigir nuestra
atención a este momento en especial de la vida del pianista y
compositor, porque se trata del contexto que nutre su obra, y donde ésta
adquiere el significado que hoy se le reconoce en nuestra historia, es
decir, el proceso de construcción del proyecto nacional de cual la
música de Roncal se convertirá en un referente indispensable en años
posteriores. Simeón Roncal nace en Sucre en 1870 y muere a los 83 años
en la ciudad de La Paz hacia 1953, de modo literal, su vida atraviesa el
trayecto de la historia boliviana que confluye en la "revolución
nacional" del 52, y su trabajo como compositor se encuentra
profundamente arraigado en ese proceso aunque esto no resulte tan
evidente a primera vista; por ello quisiéramos esbozar el panorama
histórico que acompaña la vida del artista para luego concentrarnos en
el periodo determinante de su estancia en Potosí.
Herbert Klein
en su "Historia de Bolivia" distingue el periodo que va de 1880 a 1932,
por el declive de la política caudillista persistente desde la fundación
de Bolivia en 1825, y el asenso de un moderno sistema político
partidista de "carácter oligárquico civil" dividido entre la oligarquía
minera de la plata y del estaño. Básicamente, este cambio en la política
constituye más que nada un síntoma del proceso de maduración de un
estado moderno en el que las oligarquías empresariales mineras asumen un
rol político a cuenta de la necesidad de implementar mejoras en el
estado, que prácticamente viabilicen la consolidación del pujante modelo
del capitalismo industrial europeo en la producción minera local. De
este modo, siguiendo a Alex Callinicos podríamos caracterizar este
periodo de la historia boliviana como el paso a la modernidad, cuyo
fundamento es justamente la consolidación de un estado burgués
(capitalista) que desplaza el "ancien regime", y busca consolidar el
modelo del capitalismo industrial en el plano económico. Como dice
Klein, este cambio en la política y la economía va a repercutir en la
sociedad boliviana, y esto se puede observar de modo evidente en las
letras y el pensamiento bolivianos de finales del siglo XIX y principios
del XX, que Klein va a describir como "una edad de oro para la
literatura nacional". Fernando Diez de Medina, en su libro "Literatura
boliviana, introducción al estudio de las letras nacionales", establece
de un modo bastante similar al de Klein, la relación del cambio político
y económico en Bolivia con la producción literaria del periodo a que
nos referimos. En ese contexto, Diez de Medina encuentra un primer
momento en que la literatura boliviana va dirigir su atención a la
problemática social del país que denomina bajo el rótulo de "Realistas y
exotistas", donde se esgrimen los primeros argumentos de la asimilación
de la cultura indígena a la identidad nacional alrededor de las
reflexiones emblemáticas de Alcides Arguedas y Franz Tamayo sobre la
sociedad boliviana y el mestizaje ideal. Con posterioridad, la apertura
de la literatura a estos temas se profundizará en la siguiente
generación que Diez de Medina llama "Los eclécticos y la generación del
centenario", donde ya encontramos a los primeros interlocutores del
"indianismo" que se reúnen alrededor del ya mencionado grupo "Gesta
Barbará" y donde sobresalen Gamaliel Churata y Carlos Medinaceli. Como
escribe Diez de Medina desde su propia postura política: "El nuevo siglo
trae nueva vida; hay un cambio de eje en el acontecer nacional. Ser
mucho, hacer poco fue la divisa de los conservadores. No importa lo que
somos sino lo que hagamos, replican los liberales, y ésta será la norma
de gobierno durante el periodo de 1900-1920, ciclo el más constructivo
de nuestra historia republicana, raíz y origen de la nación moderna."
(1953: p.241)
Gabriel Salinas
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