Una exbailarina del Gran Scala de Milán denuncia los abusos que viven las aspirantes para llegar a la cúspide del ballet.
María Francesca Garritano había logrado todo lo que una bailarina puede aspirar para convertirse en estrella. Pero bajo esa cáscara irreal del teatro, vivía una joven solitaria, con temores y deficiencias alimenticias. Para encajar en el tutú y los atuendos de fantásticos personajes, debió someterse a un régimen estricto. Tras años de silencio, llanto y resignación, la bailarina decidió denunciar estos abusos, que desembocan en la anorexia y bulimia de sus víctimas, en un libro denominado La verdad, les pido, sobre la danza. Esto le ha costado la expulsión del prestigioso teatro, que comprueba cómo el arte puede ser más un campo de concentración que un lugar mágico.
Niña prodigio. Garritano ya tenía un contrato millonario a los 16 años. El éxito la visitó y la encaminó a importantes festivales y premios internacionales, según el portal abc.es. Horas de ensayo y de padecimiento físico por obtener el protagónico en obras de ballet, le costaron la salud, al igual que a muchas de sus colegas.
El cisne negro. El escenario en las descripciones de la bailarina evoca en sus macabras imágenes a la película de Darren Aronofsky. Según describe Garritano en su investigación: “Siete de cada diez bailarinas no tienen menstruación a causa de las dietas punitivas a las que se someten”.
La bailarina añade que muchas de sus compañeras fueron trasladadas en varias ocasiones al hospital para ser alimentadas artificialmente. “Nadie imagina que puedan existir historias de corrupción, de amenazas y de compromisos para mantener el propio puesto sobre el escenario”, agrega. La ración alimenticia de la bailarina se resumía a una fruta y un yogur al día, además de las humillaciones de sus verdugos. “Cuando era adolescente, en los entrenamientos, mi profesor de baile me llamaba mozzarella o buñuelito chino delante de todos. Reduje mi alimentación hasta el extremo de que mi menstruación se interrumpió durante un año y medio cuando tenía entre 16 y 17 años, y adelgacé hasta pesar 43 kilos”.
“Los padres piensan que dejan a sus hijos en buenas manos cuando empiezan en la danza, pero no, comienza un suplicio: una relación casi religiosa con el espejo, el instructor y el público”.
María Francesca Garritano / Bailarina de ballet
33 años tiene la bailarina que desató la furia y la vergüenza del teatro Gran Scala de Milán.
Apoyo y revelaciones que ponen en riesgo este arte. Liliana Cosi, exprimera bailarina de la Scala, apoyó a su compañera: “Todas las bailarinas hemos tenido problemas alimentarios. Me sentía culpable cada vez que comía un
panecillo”. Por último, Liliana Cosi denuncia que los parámetros son cada vez más exigentes: “En el Bolshoi piden que una bailarina de 1,60 de altura pese 37 kilos, mientras que en mis tiempos se llegaba a 47”.
La bailarina zombie. “Yo salía adelante con una fruta y un yogur al día, confiando en la adrenalina para llegar al final de
las pruebas”, confesó Garritano, con mucho dolor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario