La Noche Blanca convocó a un recorrido por el videoarte

Una noche despejada y una nutrida concurrencia caracterizaron la noche del sábado a la IV Noche Blanca, que se concentró en los alrededores e interior de la Alianza Francesa (Sopocachi), donde hubo control para el acceso a los espacios de arte.

Aparte de las obras en sí mismas, llamó la atención la cinta amarilla de “no pasar” dentro de la Alianza Francesa y en las calles adyacentes para proteger equipos y obras. A esto se sumaron voluntarios y guardias municipales que apuraban a los visitantes para que “circulen” y no se generen aglomeraciones, algo que dio orden a la velada y molestó a varios visitantes.

“Esta obra merece que me quede viéndola para que la comprenda bien, exclamó un visitante mientras dos personas conminaban a la gente a recorrer la instalación El sueño de la muerte o El lugar de los cuerpos poéticos de Rodrigo Bellot, dentro del edificio.

Algo parecido sucedió en la Instalación Plástica del pasaje Medinacelli, que al principio de la noche estuvo rodeada por la mencionada cinta amarilla, y que luego se quitó para permitir a los transeúntes atravesarla para interactuar con ella.

Una de las piezas que más miradas acaparó en la noche, gracias a su fuerza visual y sonora, fue Multiverso, de Montecinos De Alencar (artista visual 3D) y Mikael Bildt & KIM (música electrónica experimental), que usaron el VJing y el Live act para una experiencia potente que tenía “hipnotizados” a los visitantes frente el garaje de la Alianza Francesa.

Nicolas Drwreski y Eric Charles Tassel, por su parte, ocuparon el interior del centro con una obra que se podía apreciar desde los diferentes pisos del edificio. De la calle a la sala, en lenguajes del arte urbano, Diálogos paceños intuitivos emergentes tuvo visitas más fluidas, quizá porque los videos de los otros espacios requirieron mayor tiempo de atención.

Es el caso de Inmersión, un cubo blanco en el que a través de proyecciones de video en sus paredes la empresa Cinebox trató de introducir al público a la obra del desaparecido pintor Raúl Lara. Otras piezas quedan en el tintero del evento que, si bien se redujo en tamaño, logró precisión temática: el arte contemporáneo.