martes, 9 de octubre de 2012

Artista boliviana crea un universo de muñecos de trapo

Los vio mimetizados entre los muros del patio de su casa. Inmóviles, silenciosos y dispuestos a salir de su escondite. Detectarlos así fue suficiente, pues gracias a su imaginación no le costó mucho plasmarlos en dibujos que, en poco tiempo, se transformaron en muñecos de tela con una identidad única y distintiva.

Gracias a una sensibilidad y creatividad inagotables, Alexandra Ramírez, arquitecta y caricaturista boliviana, creó en 2004 la línea de muñecos Los amigos del muro, a partir de sus primeros diseños propios.

Hoy, a sus 29 años, no sólo persevera en la confección de diferentes personajes, sino que explora una nueva forma de hacer arte de manera manual y con gran originalidad.

“Estos muñecos llevan, de cierta manera, el estilo de Tim Burton, pero personalizado. No lo imito, pero lo relaciono, porque también son personajes que se ven tiernos pero en el fondo tienen cierta malicia”, dice Alexandra, al definir su estilo.

La mayoría de las películas de Burton se caracteriza por la presencia de mundos imaginarios con elementos góticos y oscuros, cuyos protagonistas son seres inadaptados y enigmáticos.

Y, de alguna manera, esta artista sigue una línea similar al retratar personajes de formas irregulares, con colores brillantes y contrastados. No hay puntos de similitud entre uno y otro muñeco.

Si bien su afición por los cómics empezó cuando apenas tenía siete años -inspirada por los trabajos de su papá, también dibujante- encaminó su talento de forma profesional a sus 20 años, con su primera publicación en la revista boliviana 3.600.

“Alexandra es una artista con gran creatividad, y muestra de ello son las animaciones que sacó de detalles que vio en una pared y que tienen un nivel artístico muy elevado. Considero que es muy profunda en sus conceptos y por eso, al contrario de lo que pudiera parecer, su trabajo no está dirigido a niños”, comenta Francisco Leñero, responsable del C+C Espacio.

Ramírez tiene ya 30 muñecos diferentes, de los cuales 19 se presentaron en tres muestras realizadas en La Paz.

Es así como Alexandra prefiere dar a conocer su trabajo. “Es un poco difícil entrar en un mercado masivo, si bien hay gente que aprecia lo que hago, por el tiempo que me toma realizarlos, los preparo exclusivamente para exposiciones”, comenta.

Cada muñeco puede tomarle entre dos semanas y dos meses de trabajo, según el diseño y las características. Es un proceso moroso que, luego de la idea o concepción, pasa por el reciclaje de telas, botones, broches, lana y alambres.

La exclusividad de cada pieza se refleja también en que tienen un nombre y una historia propia que se narran en un cómic.

Está, por ejemplo, Samis, que siempre temía a los fantasmas y que al verse como uno, sufre un desorden emocional y se pone un disfraz de sandía que la hace ver masculina para pasar inadvertida entre los demás.

O Pepe Cuadros, que nació en un mundo de círculos y, en su intento de adaptarse cambiando la forma de su cuerpo, acude a una clínica para hacerse una cirugía plástica.

No obstante, por su temor a las agujas, al final se siente incapaz de cambiar su aspecto y se da cuenta que dentro del grupo de Los amigos del muro, “mientras más diferente seas es mejor”.

Y aunque todos ellos salieron de su mente creativa, el que más le gusta es Bruno, un muñeco que viste una larga gabardina y tiene el cabello despeinado, porque es el único al que se puede quitar su vestimenta.

Alexandra pasó un tiempo en España, donde elaboró diez de sus diseños que vendió junto con varios accesorios realizados con la misma técnica. Su trabajo fue altamente valorado por su originalidad y calidad.

Con la espontaneidad que la caracteriza y con la vista puesta en nuevas metas a futuro, la artista persevera en este arte que lleva en las venas y le permite exteriorizar su innata creatividad.

Ya casi al finalizar la charla tomo a Bruno que, con sus 15 centímetros de altura, parece acomodarse plácidamente en mi mano. Lo contemplo fijamente: tiene el cabello desordenado y canoso, la tez pálida, los zapatos de cuero casi deshechos y una sonrisa irónica que esconde los secretos de su versátil personalidad.

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