Con las obras de Walter Saravia Moscoso uno queda atrapado en los grandes ojos de mujeres que te observan, versos serenos como el atardecer de un día de otoño y algo de color, suave pincelada como la seda, cuadros de diverso tamaño que son exhibidos en el salón de exposiciones del Instituto Superior de Bellas Artes (ISBA) hasta el 26 de agosto.
La muestra sólo estará por un tiempo, un par de semanas, lapso prudente como para apreciar el extravagante arte de Saravia. En la primera parte se pueden admirar dibujos con un toque delicado de añelina para dar algo de color, un sector visto por el artista como un espacio poético e inspirador.
En una segunda parte se muestran paisajes abstractos, donde Saravia ensayó la intensidad del color cálido, expresionista, con la intención de rescatar los matices del alma orureña, porque a pesar que esta ciudad tiene un clima frígido, la calidez de las personas amortigua la helada brisa del amanecer.
En la tercera parte, se encuentran instalaciones, poemas impresos y picados, sobre ellas unos lentes, según el artista esta es una motivación que invita a la lectura, puesto que es muy curioso ver dicha escena.
Las tres fases del artista son complementarias entre sí, creando un poema completo, entre la belleza y lo fantástico, el color y las formas geométricas, el papel, la tinta y unos anteojos.
Pero en el escenario resalta la figura femenina, Saravia compara este personaje con la naturaleza, ambas son inspiradoras, por su belleza, curvas voluminosas, cabellera abultada como una tira cómica, puntos que se confunden en el escote revelador.
Duendes con miradas pícaras, calacas tratando de extraer notas a las cuerdas de una guitarra, sombríos colores de la luna plateada, en fin formas y figuras que hacen interesante la muestra del artista que ve en lo místico y fantástico una fuente de inspiración.
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