Walter Barrón Achá, un artista de mucho talento, expresó con mucha facilidad el realismo e hiperrealismo en base a investigaciones y buscando su propio estilo, convirtiéndose en uno de los pocos pintores, sino el único, que en las últimas décadas se dedicó a la pintura sacra, con murales en varias iglesias del país y el Ecuador, además de frescos que se encuentran en colecciones privadas.
En sus inicios, probó de la cultura Tiwanakota andina, además de profundizar los fenómenos cósmicos, telúricos, mostrando de esta manera su espiritualidad hasta llegar a concentrarse en el arte sacro, que durante años pintó en las iglesias y actualmente siguen vigentes sus obras.
Los últimos 19 años de su vida estuvo dedicado al arte sacro y de esta manera se hizo conocer con varios sacerdotes, que lo buscaban para realizar obras en sus iglesias.
“El arte religioso es demostrativo”, dijo en su momento, este excepcional plástico, que se metió de lleno a la fe católica para pintar murales que de por sí expresan la técnica de este sutil artista, se involucró tanto que llegado el momento estaba convencido de que sus obras eran angelicales (y no era un comentario irreal, pues sus obras tienen mucha fuerza espiritual) al igual que las del famoso pintor italiano Miguel Ángel, que plasmó la Capilla Sixtina, ambos vivieron su obra y fueron parte de esa fe, investigaron para llegar a las grandes obras que hoy tienen, en el caso de Barrón sucedió lo mismo, comenzó plasmando sus ideas de su creencia y llegar de esta manera a las personas con murales muy fuertes en cuanto se refiere a la simbología que utiliza el catolicismo.
LLORABA CUANDO PINTABA
Walter tenía una fe férrea, meditaba o lloraba cuando realizaba sus obras en las iglesias e incluso ambientaba su labor con música adecuada a la obras que pintaba en las iglesias, que cuando se las ve conmueven y llegan al alma, consiguiendo el objetivo de llegar al corazón de la gente, al margen de enviar fuertes mensajes de divinidad y evangelización.
La habilidad para hacer realismo lo hace un artista tan peculiar, además dominaba muy bien biología, expresaba rostros con gestos, manos, figuras en movimiento, ángeles y le salían perfectos, estaba muy dedicado a este tipo de arte al que pocos pintores se dedican.
OBRAS ORIGINALES
Los artistas pueden realizar arte sacro por encargo, pero no se dedican íntegramente como Barrón, que los hizo con tanto realismo e impacta sus obras por su originalidad, pues demuestra que no se conformó con realizar copias, sino creó lo suyo y que uno las puede apreciar actualmente en las iglesias de: Patacamaya con un mural de 600 metros cuadrados, es la obra más grande de Barrón, Iglesia Amor de Dios, nombre del mismo barrio, Iglesia Pablo de la Cruz en Bella Vista, Santa Rita, María Reina, Iglesia de la Exaltación de Obrajes, Flor del Carmelo de la Tejada Sorzano, en María Auxiliadora pintó el fondo del altar mayor, además de un cuadro. Luego tiene lienzos de la Divina Misericordia en varias parroquias de La Paz y Cochabamba.
Hay una obra denominada “El brote de la oración” en el Museo de Charcas de Sucre, que al final pasó en propiedad a esa entidad, cuando tenía 19 años, la técnica es muy depurada y con mucha mística.
Barrón, antes de encarar un mural o cuadros, realizaba una investigación profunda de rostros, historia, contextos y otros elementos que permitieron mostrar en sus murales realidades. La temática era de su creación en base a una concepción acorde con los requerimientos de las iglesias.
ÚNICO EN ARTE SACRO
A diferencias de muchos artistas con distintos estilos y tendencias, Barrón tuvo la virtud de ser el único artista que se dedicó al arte sacro, siendo uno los pocos, sino el único dedicado a este tipo de arte.
Este artista sucrense fue único, ya que pintaba cuadros para coleccionistas al margen de dedicarse al arte sacro en las iglesias. Falleció hace dos años en la ciudad de La Paz, pero dejó todo un legado de arte sacro con nuevas concepciones y visiones realistas en sus murales.
El gran dilema de Barrón era que cuando se le pedía algún fresco de sus obras no las tenía a la mano, pues en muchos casos tuvo que recurrir o dar referencia de sus obras en las iglesias o colecciones privadas. Entonces, los benefactores tuvieron que recorrer de manera obligada las iglesias, donde estaban las obras de este connotado pintor, que pese a su muerte mantiene vigente sus murales, nada menos cierto cuando dijo en su momento: “Estoy dejando arte para la gente que viene”.
PATRIMONIO PACEÑO
Los murales de Barrón, ahora patrimonio de las iglesias paceñas, efectivamente tienen vida, pero el gran problema a futuro será mantener esas obras, caso contrario desaparecerán, “existe un registro de sus obras, y se pueden reproducir en fotografías para alguna exposición en gigantografías, que es el sueño de la familia. La mayoría de las obras están en La Paz, interior del país y en Guayaquil-Ecuador, un mural en la Iglesia de la Virgen de la Nueva Esperanza y de esta manera presentar sus obras de manera pública”, recuerda su hijo Angelus Barrón, que sigue el legado de su padre y está dedicado a la pintura, además de ser un gran creativo en diseño gráfico. Mientras que la hija menor Maricarmen Barrón cursa estudios en el colegio.
OBRAS EN SUCRE
Algunas obras del pintor se encuentran con su familia en Sucre, especialmente de sus inicios y a futuro se pretende realizar una retrospectiva de su arte o quizás realizar un libro de este muralista de arte sacro, tan peculiar en sus obras religiosas.
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