Mamani plasmó, a través de la pintura, todos los sentimientos de los momentos de su vida. La tristeza, la alegría y también la paz de los días que experimentó con en sus pinceladas. Ella se declara plena en su obra y espera que el público pueda interpretarla así. No quiso hacer una secuencia ni seguir una misma línea, prefiere la infinidad.
Feliz de ser artista y ser mujer boliviana. Nació en la ciudad de El Alto hace apenas 28 años y asegura que el haberse consolidado en el mundo del arte se lo debe a que el país está abriendo paso para el género femenino, si bien en algún momento fue difícil, asegura que su gran ventaja fue no ser hombre, que se abren más puertas, aprovecha este tiempo de bonanza creciendo y formando su propio estilo.
Una alumna disciplinada y muy activa. Sus estudios los realizó en el conservatorio de Bellas Artes de su ciudad natal y siempre se destacó por lo pulido de su talento y suavidad de acabado. Ha participado en exposiciones en Bolivia y también tuvo ocasión de exponer en el exterior.
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