Todo ser humano, en algún momento de la niñez, ha debido dibujar a su madre. La excepción, seguramente, confirma la regla. Cabeza redonda o triangular, sonrisa, cuerpo vestido casi siempre con una falda, piernas y brazos. “Mi mamá”, tal cual se la ve: única e irrepetible.
No se vaya a pensar que la tentación de retratar a la autora de los días de uno es cosa de chicos. Lo comprueba la obra de grandes de la pintura que, en medio de sus preocupaciones artísticas, temáticas y formales, han posado la mirada en su madre.
Sentimientos de amor, respeto, admiración, pero también descarnados retratos de mujeres que marcaron sus días para bien y para mal arman una galería que Sigmund Freud explicaría con el complejo de Edipo altamente sublimado.
Frida Kahlo, Camille Pissarro, Paul Cézanne, Auguste Renoir, Paul Gauguin, Georges Seurat, Marc Chagall... Impresionistas, cubistas, fauvistas, realistas, barrocos... Quizás en los retratos de sus respectivas mamás se puedan encontrar claves para entender vida y obra de los creadores de arte. Ya lo dijo Pablo Picasso: “Yo no pinto lo que veo, pinto lo que pienso”.
Pues algunos pensamientos hechos pintura se recogen en estas páginas.
María Picasso de Ruiz
En 1896, un adolescente Pablo Ruiz Picasso (1881-1973) captó a su madre en un gesto de ensimismamiento. El estilo naturalista está lejos del cubismo que cultivaría luego. Ternura y respeto eran sentimientos que el artista malagueño sentía por su madre, de quien eligió el apellido que hoy es sinónimo de genio.
Ana Matilda Whistler
En 1871, el estadounidense James McNeill Whistler pintó a su progenitora de 67 años de edad y bautizó el lienzo como ‘Retrato de la madre del artista’. Se dice que una modelo de Whistler falló a la cita y la madre tomó su lugar. La obra en tonos de blanco y negro se convirtió en el ícono de la pintura norteamericana.
Eugénie-Désirée Manet
El parisino Edouard Manet (1832-1883) inmortalizó a su mamá el año 1880, en el jardín de Bellevue, escenario en el que pintó varios de sus cuadros. Ecléctico, se le considera uno de los iniciadores del impresionismo, estilo del retrato de madame Manet.
Frau Durero
Durero (1471-1528), el pintor del Renacimiento alemán, captó el rostro descarnado de una anciana a los 63 años. Y escribió: ‘Esta piadosa mujer dio a luz a 18 hijos, sufrió a menudo de la peste y de algunas otras graves enfermedades, así como de una gran pobreza, desprecios y palabras despreciables sin manifestar nunca sentimientos de odio".
Leonor Gosálvez de Borda
El pintor paceño Arturo Borda (1883-1953) hizo en 1943 un cuadro que resume, en tono realista, su propia historia familiar (fondo), con los padres (Leonor y José Borda) en primer plano. A su madre, a quien recoge con un rosario en las manos, la habría pintado antes, regando unas plantas (1930).
Neeltgen van Rijn
El artista holandés Rembrandt van Rijn (1606-1669) vio en su madre, más que un ser a retratar, un personaje, como hacía en general con sus modelos. “Mujer decrépita y devota”, es la lectura que se hace del cuadro en el que aparece, no por única vez, Neeltgen, quien dio a luz a diez hijos, el pintor el noveno de ellos.
Madame Morisot
Una de las mujeres que se abrió espacio en un mundo del arte dominado por varones en el s. XIX es la impresionista Berthe Morisot (1841-1895). En el cuadro, junto a su madre está su hermana.
Anna Cornelia Van Gogh
‘Estoy haciendo un retrato de madre para mí... estoy intentando hacer uno con un color armonioso, como la veo en el recuerdo’, escribió Vincent van Gogh del cuadro fechado en 1888.Adèle
Toulouse Lautrec
El francés Henri Toulouse Lautrec (1864-1901) pintó en 1881 a la mujer que rodeó siempre de cariño a ese hijo enfermizo y deforme, y que le acompañó y animó para que practicase la pintura y el dibujo. No es el único cuadro que el artista de los burdeles parisinos dedicó a su progenitora.
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