Con excepción de Beni, plazas, espacios públicos e instituciones de ocho ciudades bolivianas, exponen sus obras escultóricas realizadas en mármol, metal y madera. El maestro Víctor Hugo Barrenechea Villegas emprendió un viaje sin retorno a los 87 años.
Fue, sin duda alguna, uno de los referentes más importantes de las artes plásticas del país y de la escultura en particular. Lo suyo era el bronce: después del boceto, fundir el metal para dar lugar a figuras, fue la mayor pasión de su vida. Nació en Sucre y estudió en la Academia de Bellas Artes “Zacarías Benavides”. A los 20 años recibió el primer galardón que reconocía su talento.
El presidente Enrique Herzogt lo invitó a aceptar una beca en Italia, infelizmente por problemas políticos registrados en el país, la oportunidad no pudo ser aprovechada. Tras la revolución de 1952, su labor se amplifica y va creando diversas obras monumentales; por primera vez se levanta el Monumento al Minero en Siglo XX, Catavi; en Oruro esculpió seis figuras de mineros incluyendo por primera vez la figura de la “palliri”.
Rostros, bustos, monumentos o estatuas de cuerpo entero de personalidades de la política y la economía bolivianas. Niños, jóvenes, presidentes de Bolivia, grupos de mineros potosinos y orureños, figuras internacionales o, simplemente, una serie de alegorías se inscriben en la larga lista de trabajos realizados durante varias décadas.
Una de sus creaciones más relevantes es el monumento a los defensores de la Columna Porvenir en la Guerra del Acre, ubicado en Cobija cinco personajes que representan a Nicolás Suárez, soldados, indígenas y pueblo que defendieron la Patria.
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